domingo, 16 de diciembre de 2012

Alma en los ojos de un tigre ('Vida de Pi de Ang Lee y 'Una pistola en cada mano' de Cesc Gay)


Por Tesa Vigal

Alma por todas partes. Yo diría que ese era el meollo de la contracultura de los movimientos hippies y roqueros de los años sesenta y setenta. Por eso era contracultura, porque iba en otra dirección muy distinta de la sociedad de consumo, en la que lo importante era lo material. Lo que se tenía y no lo que se era. ¿Os suena? Una ¿evolución? que seguiría pendiente y con más razón en estos tiempo convulsos, que parecen pedirlo a gritos. Como dijo John Lennon en el libro 'Lennon recuerda' (larga entrevista de Jann Wenner en los setenta), cuando le pregunta su opinión sobre aquellos movimientos: "fue una simple ojeada a todas las posibilidades".

El hindú llamado Pi de la película de Ang Lee ve el alma en los ojos del tigre llamado Richard Parquer. También la ven los indios sioux que lo sigan siendo, y cualquiera que así lo sienta, aunque haya nacido en el centro de una ciudad occidental. Aquí va el trailer del que me gustan las imágenes, aunque las frasecitas que lo acompañan se quedan al nivel superficial de un trailer.
"http://www.youtube.com/embed/kxAGTwzMb7w

La película es insólita porque ya lo es la novela en la que se basa de Jean Martel. Más allá de la historia inusual de Pi, un náufrago que tiene que compartir barca y peripecias con un tigre de Bengala, está su manera de vivirla. Desde la loca exaltación que siente al comenzar la tormenta que provocará el naufragio, hasta el descubrimiento de que el motivo por el que sobrevivirá es, precisamente, la dureza enloquecedora de tener que compartir ese naufragio con Richard Parquer, el tigre. Pasando por esa escena sobrecogedora en la que Pi desea saber qué es lo que ve el tigre, cuando le observa contemplando fijamente la inmensa y misteriosa noche estrellada sobre ese mar inabarcable que les cobija, les amenaza, les sugiere, les empuja, les pregunta, les saca fuera de sí, y les arroja dentro de sí mismos.

Creo que casi todos en la vida, al menos una vez, se ha encontrado en una situación así. Empezando por la gente inmersa en una crisis de cualquier tipo. Cuando el suelo desaparece bajo los pies, se pierde lo que se tenía (que puede ser material, psíquico, emocional, o incluso todo junto) y lo que nos rodea tiene una nueva brújula en la que las coordenadas son desconocidas, cada cosa tiene que ser nombrada de nuevo, el empezar de cero es inevitable y vertiginoso, y tenemos que mirarnos a los ojos, a los nuestros y a los  otros y resistir el miedo y el enigma respondiendo, actuando con ello.
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Curiosamente una película de Cesc Gay, que nada tiene que ver con la de Ang Lee, 'Una pistola en cada mano', me dio la impresión de que cuenta los momentos previos a tocar fondo de los que hablaría la vida de Pi. Si las personas que pueblan esta historia coral de magníficos actores (Leonardo Sbaraglia, Luis Tosar, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Candela Peña, Alberto San Juan, Jordi Mollá, Leonor Waitling, Javier Cámara, Eduardo Noriega...) siguieran viviendo su vida más allá del punto y final de la película se encontrarían compartiendo un naufragio con un tigre de Bengala. Pero de eso ya no habla la película, sino de los momentos previos, aparentemente cotidianos, tiernos, ridículos, contradictorios... En los que cabe el sentido del humor y el absurdo caminando hacia otra historia. 
Tengo la impresión de que en el fondo de todos los seres humanos se encuentra el alma pura, salvaje, enigmática, profunda, oscura y luminosa de los ojos de un tigre. Para bien y para mal y abarcando ambas cosas en el tremendo misterio de la vida que siempre está ahí, esperando...

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