martes, 15 de septiembre de 2015

'Canciones de amor a quemarropa' de Nickolas Butler


Por Tesa Vigal

Otro descubrimiento en los libros del asteroide. Esta vez a través de la recomendación de una conocida, sumado a la curiosidad que me producía el título. No sólo es el del libro, sino el del primer disco que compone uno de los protagonistas de la historia. Una historia que me emocionó especialmente porque habla de la amistad. Eso tan escaso, que muchos confunden con conocidos, y que yo echo tanto de menos. Cariño, apoyo, confianza, libertad, lealtad, complicidad, incluso más allá de divergencias de ideas. Con un amigo se puede pensar en voz alta. Se puede estar en silencio sin que resulte incómodo. Se comparten por igual nuestras debilidades y nuestra fortaleza, nuestras manías, sueños, contradicciones. En una amistad no hay intenciones. No se trata de parecer sino de ser. Y aunque alguna vez los caminos se separen, esa conexión tan íntima permanece en nuestra memoria como un faro, melancólico o esperanzador. Pero brillante. 



Lo maravilloso de 'canciones de amor a quemarropa' es que logra transmitir esa atmósfera de calidez inimitable y aún en los desencuentros, aparentes traiciones, rivalidades o malentendidos, sigue latiendo es conexión con los otros tan personal como insustituible. Si existe un hogar, es allí donde anida la amistad auténtica. Donde puede haber conflictos, pero nunca soledad en compañía. Y esa sensación de hogar (a veces, por desgracia, opuesta a la familia) me resultó conmovedora y envidiable. 

Los amigos del músico no tienen nada de particular, salvo uno de ellos al que todos cuidan tras un accidente provocado por su alcoholismo, que lo convierte en todo un personaje inocente, conmovedor, misterioso a su manera, con una sinceridad desarmante que jamás duda de sus amigos, aunque tenga motivos. La historia está contada, alternativamente, por la voz en primera persona de cada uno de los amigos, pero yo diría que el protagonista es la atmósfera donde todos respiran ese contacto sutil que les enlaza, desde lejos, o a través de un rato compartiendo unas cervezas. Dos de ellos, Henry y Beth, se han casado y tienen dos niños, y su casa suele ser el punto de referencia más firme porque optaron por ser granjeros y quedarse en el pueblecito. Sin embargo, en ellos también está todo un pasado de relaciones afectivas, a veces secretas, a veces sencillas, obvias, o intrincadas. Y la propia amistad acoge toda esa red, incluso a pesar de ellos mismos. 

La valentía en los afectos siempre es profunda. Y lo auténtico de esta historia me desarmó. Como ejemplo este párrafo: 
"-No me dejes solo ¿vale?
Entonces Henry me dio un abrazo y yo me puse a llorar, pero él me apretó tanto que cualquiera habría dicho que quería romperme las costillas (...) Entendí que era más fuerte que yo, mejor que yo.
Nos quedamos al lado del arroyo pasándonos un porro y contemplando cómo el agua se llevaba las hojas hacia el Misisipí. Hacía mucho que no fumaba y me subió rapidísimo, las palabras salían de mi boca como notas musicales que podía ver y tocar: ante mis ojos, las letras de cada palabra, como en una pancarta, se alejaban flotando". 

En este mes también he ido al cine y me han gustado algunas pelis, sin ser memorables ('Bernie' de Linklater, original, turbadora y 'Cut Bank' de Matt Shakman, con John Malkovich rozando lo entrañable). 

Bernie explicando cómo se prepara a un muerto
 antes de meterlo en el ataúd

Cut Bank
También fui con un grupo de gente a ver 'Casablanca', al Bellas artes. Había una chica, muy joven, cuya cara perpleja me hizo preguntarle su opinión a la salida, pero la gente del grupo eligiendo lugar para tomar una cerveza cortó el tema. Sólo me enteré de que había ido por casualidad, para ella esa peli no era famosa, y solía ver cine de acción. Eso explicaba su cara de perplejidad. Ante mi pregunta "¿te ha gustado?", respondió "no sé, no me esperaba esto... tan extremo". Me quedé sin saber a qué se refería con "extremo", 


pero me hubiera encantado saberlo. Y su visión, carente de prejuicios hubiera sido interesantísimo escucharla, pero en la mesa larga del bar acabé sentada en otro extremo. En fin, un curioso motivo para mencionar esa peli, con la que volví a flipar.


       

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