jueves, 23 de abril de 2015

'Proyectos de pasado' de Ana Blandiana, para lectores altamente sensibles


Por Tesa Vigal

Añadiría para lectores que disfrutan siendo absorbidos, perturbados, incluso raptados. El lugar a donde te lleve seguramente no tendrá nombre, será laberíntico y te costará encontrar la llave de la puerta porque descubrirás que no hay puerta. Que estás en medio de un bosque donde puedes ir a cualquier parte, nada te lo impide en apariencia, pero tendrás la impresión de que es allí donde quieres quedarte.

Eso es también lo que ocurre en el relato que da título a este libro memorable, cuando detienen a los novios e invitados a una boda de un pueblo y los sueltan en medio de un paraje desconocido y allí viven durante diez años, recreando el mundo, conviviendo partiendo de cero con lo esencial de la vida, que entonces se les revela haciendo palidecer su anterior vida cotidiana. Cuando les dicen que ya pueden volver a su pueblo, esa noche dudan en quedarse allí y tras el regreso todo les parece pálido, pequeño, secundario, porque han vivido en contacto con lo esencial y esa experiencia será imborrable y les cambiará para siempre. 


Su autora (en la foto), desconocida para mí, es una figura legendaria en su país Rumanía, según cuenta la contraportada del libro. No me extraña. Me ha parecido una escritora única, de las que desbordan etiquetas, aunque se pueden hacer aproximaciones. Sus relatos tienen algo de realismo fantástico, aunque la misma definición se te cae de las manos por quedarse pequeña. Son poéticos, con toda la largura que puede llegar a tener esa palabra. Vida desafiante, situaciones turbadoras, buceo en el mar inconsciente que todo lo cuestiona, lo acaricia, lo devora, lo convierte en pura sensación avasalladora. A mí me dejó temblando y eso me ha pasado con muy pocos libros en mi vida.

En otro de los cuentos: 'Lo soñado', la narradora se da cuenta de que está soñando y eso no la despierta sino que la hunde más profundamente en ese universo tratando de descubrir la naturaleza de lo que vive. Siendo fascinante el tema de los sueños lúcidos, este relato va más allá, preguntándose sobre la naturaleza de quien sueña que sería la verdadera identidad que vive. 

En otro, titulado 'Aves voladoras para el consumo' lo inquietante del universo se plasma en el choque brutal entre la circunstancia cotidiana de una profesora que consigue que le presten una gallina, para mejorar las condiciones de racionamiento y colas en las tiendas de alimentación desprovistas, pensando que así podrá empollar los huevos que le ha suministrado un enigmático viejo asegurando que son huevos de aves aptas para el consumo. El problema viene al cabo de los días, cuando la gallina empieza a dar muestras de una agitación histérica y los huevos eclosionan. Pero de ellos no sale un monstruo, ni ningún pájaro inusual, ni siquiera insólito. De los huevos nacen angelitos y la forma en que la profesora los contempla, con asco, con estupor temeroso, con una perturbación tan honda y estupefacta como la de la pobre gallina enloquecida, acaba convirtiéndose en un desafío rebelde que le sirve al mismo tiempo para lanzar la pelota del desconcierto ante lo extraordinario, en medio de una de sus clases en la universidad. Hasta allí lleva los angelitos metidos en una cesta y los deja salir libremente, cortando de cuajo el párrafo académico de uno de los asistentes. Y así termina, con esa escena irremediable, que pone patas arriba el mundo sin saber qué pasará a continuación. 


En sus cuentos sale un delfín herido en una playa, rodeado de gente que afirma que no es un delfín auténtico, que se nota que es artificial. Hasta que un niño proclama su verdad frente a la actitud sistemáticamente incrédula de los mayores. Aparece un gato entre la gente que ha vuelto a la edad de piedra en el bosque y se van turnando su cariñosa compañía cada noche. Se esparcen miles de sensaciones en una sola frase. Saltan apariencias turbadoras que desbaratan pensamientos. Una familia recibe al atardecer mensajero que viene a detener a su padre y no saben si invitarle a cenar, o no, mientras esperan el tren del amanecer en el que partirán el mensajero y su padre. Un espíritu tiene que fingir que come y abre la puerta de su casa con la llave para evitar ser descubierto. 

Editado por Periférica, una de esas pequeñas editoriales independientes, con una portada de lo más engañosa, es un libro tan fantasmagórico como la realidad más cotidiana. Tan abrumadoramente real como los sueños más intensos, esos que te persiguen el resto del día. Aunque huyas, la huida no es posible. Se suele descubrir en el momento más inesperado.  

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