miércoles, 20 de febrero de 2013

Dentro (empieza todo)


Por Tesa Vigal

Aunque esta entrada la escribo hoy por mi decisión de que estos Cuadernos tuviesen periodicidad mensual, no pasaría nada si ese periodo variara. Tampoco importaría que dejase de escribir. Ni que me perdiera en el bosque, o desapareciese en un agujero negro o de gusano :-)


El caso es que las anteriores entradas vinieron empujadas por el deseo, o la necesidad enigmática de comunicarme a través del tema que me llamaba en ese momento.

Ahora todo es más brumoso que de costumbre. Quizás por recordar las ondas dominantes en los 60-70 del siglo pasado, gracias a hippies y rockeros, cuando lo importante era la búsqueda espiritual variopinta. El otro día me encontré con una persona muy "normal", que no concebía en la vida otra cosa que el bienestar material mientras picoteaba febrilmente en su juguetito tecnológico.

O puede que me haya replanteado, de nuevo, por qué mierdas escribo desde hace tanto tiempo si no lo uso para desahogarme, ni para ganarme la vida. Y eso siempre me lleva a toparme con la naturaleza misteriosa de la vida. "Este mundo es muy extraño", decía un personaje de David Lynch en su peli "Corazón salvaje", o puede que en "Terciopelo azul", no estoy segura.

Me queda una semana para cobrar, tengo 50 € y me he sentado en una mesa del café Comercial para tomarme una caña donde escribo esto. A mano, como más me gusta escribir (es un placer deslizar el boli y formar palabras). Hacía años que no me sentaba en el Comercial, salvo el encuentro con un viejo amigo hará un par de semanas. Me encanta ver cómo se abraza la gente en los espejos que cubren las paredes frente a mí. Espejos. Dentro. Título de la entrada.

Sueños y cuentos míticos, esos anónimos y ancestrales que hablan de cómo superar las trampas y pruebas de la vida para una feliz solución.


Es curioso que alguna gente los de la vuelta, tomándolos como "irreales" por su final feliz, a pesar de la contradicción que ellos mismos ven en sus pasajes tremendos, sus situaciones extremas... Sin ser capaces de unir ambas características en el sentido que las engloba. Un aprendizaje vital. Claro que tienen muchas versiones y según avanza el tiempo se los ha dulcificado convirtiéndolos en historietas más o menos bobas, para que los niños se evadan pero no aprendan. 

Recomiendo las versiones de los Hnos. Grim (que tampoco se los inventaron, sólo fueron recopiladores de las historias ancestrales orales) y en España las de Calleja, donde por ejemplo la versión de la Bella durmiente es un Bello durmiente. Pero el cuento es el mismo. La situación de retirada de la vida, de nuestras raíces vitales más íntimas durante ciclos enteros (100 años). Sin ir más lejos, yo misma caí en esa trampa durante un periodo de mi vida.

Sin embargo algunas personas desprecian los símbolos, aunque ese es el lenguaje que usamos todos cada noche en nuestros sueños. Los símbolos están vivos, por eso los sueños vienen de la parte más profunda de nosotros. Inconsciente. Pero quizás se debe a la tendencia a banalizar la vida, a reducirla a lo material que mencionaba antes. 

Empequeñeciendo el mundo de manera patética, desechando lo profundo, creyendo que sólo es real la vigilia y dentro de ella sólo lo cotidiano más material.  Curioso ¿despreciamos como chorradas los sueños y lo mítico aunque lo creamos nosotros mismos? 

Símbolos. Indicadores. Nuestro cuaderno de bitácora íntimo. De nuestra realidad personal. 

Una casa. uno de esos sueños recurrentes. Mi casa, mi lugar, mi situación actual. Por eso a veces soñamos con la casa de nuestra infancia (algo pendiente emotivo a resolver entonces), o con la actual, o con una casa en ruinas, o por el contrario con palacios laberínticos... Supongo que según nos alejamos del lenguaje simbólico menos entendemos la vida de los otros y la nuestra. 

Hay personas y situaciones que nos ofrecen de pronto una manzana venenosa. Momentos o periodos en que nos perdemos en el bosque. Familiares cercanos que nos abandonan. Extrañas puertas que aparecen ante nosotros. Llaves perdidas. Lluvias torrenciales. Travesías de desierto. Niños diminutos rodeados de peligros. Animales que nos hablan.

Recuerdo un divertido pasaje de un libro de Castaneda,  en que el chamán Don Juan Matus le cuenta una anécdota sobre un encuentro con un venado que le habló. Y se calla un momento y con la socarronería habitual con la que se toma la incredulidad racionalista de Castaneda, añade "¿No vas a decirme que los animales no hablan?" Y a esas alturas de su relación con Don Juan, Castaneda reconoce que no, que ya lo ha entendido. Que los animales hablan (no de viva voz) de múltiples maneras y pueden ser mensajeros de los dioses en momentos especiales. 

Símbolos y señales, significados, sentidos. O no. O no siempre. También en eso no puede abrazarse ni rechazarse en bloque nada. Ni personas, ni ideologías, ni sistemas, ni religiones... También de eso nos hablan los sueños y los cuentos míticos. Nuestro camino es único y nuestra voz también. Para bien y para mal. Pero es donde reside nuestra libertad, nuestra vida auténtica y no una vida impuesta por "lo que debe ser" en cada momento social e histórico. A pesar de su presión. Dentro empieza todo.

Recuerdo también una frase de Bertolt Brecht: "General, el hombre es muy útil, puede matar, puede volar. General, pero tiene un defecto, puede pensar, puede pensar". 



También podemos sentirnos y oírnos aunque muchas veces no lo hagamos y sólo nos citemos a nosotros mismos o a otros. Supongo que es interesante recordarlo en un tiempo como éste, de consignas, de generalizaciones, de etiquetas... Cada persona es un mundo y en los matices está la clave de cualquier conocimiento y elección.

Si hubiera podido habría hablado con rigor y amplitud del tema de los sueños y los cuentos míticos. Pero, claro, está fuera de mi alcance. Así que me he limitado a mencionarlo, a compartir mi interés por el tema y lanzarlo al aire por si a alguien le apetece leerlo. Ahí están libros maravillosos y originales, como "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" de Bruno Bettelheim. O los libros de Jung el psicólogo de los arquetipos y el viaje interior. Y los autores citados más arriba. 

Mis límites son muchos y el vértigo me hace diminuta como Pulgarcito.