martes, 17 de diciembre de 2013

Amores no correspondidos: "Sputnik, mi amor" de Murakami


Por Tesa Vigal

Se puede llegar al otro lado de las cosas viviendo profundamente cualquier situación. Cuando se trata de materia especialmente sensible y laberíntica, el amor, donde surge más y mejor lo misterioso de la vida, ese viaje puede incluir encontrarnos cara a cara con nosotros mismos, con nuestra sombra, con nuestro doble, con la comunicación y la incomunicación extremas.



Murakami me fascinó, desde el primer momento en que lo leí, porque eso es lo que explora en todos sus libros. En unos haciendo más hincapié en la identidad, en otros en el destino, o la muerte. O en la realidad inevitable de los sueños, como el viaje común a todos los seres humanos que nos visita cada noche, poniéndonos en contacto con una dimensión paralela que nos habla de nuestro cuaderno de bitácora más íntimo y hondo.

En "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" se cuenta el recorrido, largo, sinuoso, de alguien con el corazón enterrado para recuperar su capacidad para amar, en lugar de seguir conformándose con una pareja haciéndose compañía. Bajará hasta el fondo de un pozo seco, en el jardín de una casa abandonada, atravesará sus paredes hasta llegar a la dimensión más íntima (donde se desarrollan los sueños entre otras cosas), cocinará espaguetis, recibirá llamadas de teléfono de una desconocida, su mujer desaparecerá, su gato también, conocerá a dos hermanas con nombres de islas mediterráneas: Malta y Creta, vivirá en carne propia el poder materializador en lo cotidiano de aquello que sucede en un sueño... 
El viaje de 'Sputnik, mi amor' es provocado por la irrupción, en dos de sus personajes, de ese amor que todo lo barre o lo inunda, sin poder hacer nada para evitarlo. 

El narrador ama a su amiga, aunque su amiga ama a otra mujer. Alguien que tampoco puede corresponderla porque no sabe amar. Su lado amante se quedó en una casa y un momento de su vida, desgajándose de ella cuando está subida a una noria y allí se encuentra con su doble, amando. Ese encuentro con su sombra y el miedo ante esa visión de sí misma hará que su pelo se vuelva blanco en unas horas, aunque sólo es una veinteañera.



La chica que la ama sin esperanza acabará desapareciendo en el 'otro lado', durante un viaje a Grecia, en una pequeña isla donde no hay cuevas, ni grietas en el suelo y todo el mundo ve a todo el mundo. Pero ella desaparece, esfumada de este lado. Su amigo parte en su busca y al regresar a Japón, al cabo de unos meses, recibe una llamada de madrugada desde una cabina. La hora elegida y preferida por su amiga desaparecida. Llega a hablar con ella, no sabe dónde está, va a averiguarlo y promete volver a llamar para decírselo. 

Es tanta la fusión de dimensiones paralelas, tanta la realidad de nuestro inconsciente (con cualquier otro nombre que se le pueda dar), tan imperiosa la búsqueda de todo lo que perdemos o rechazamos por el camino, que no importa tanto si esa llamada se produce desde lo cotidiano, o desde otro lado. Lo importante es que se produce. 

Una frase de 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo' habla sobre ello: "La realidad puede no ser verdad y la verdad puede no ser real".
La claridad en su manera de narrar va unida a una poesía, unas atmósferas potentes y una profundidad de sensaciones y sentimientos que marcan, para mí, la manera de Murakami de atraparte en sus historias sin poder evitarlo. Igual que les sucede a sus personajes. 



Que algunos le critiquen por no ser "muy japonés", me resulta incomprensible. Es como si a un músico español le criticaran por no hacer flamenco. Lo malo es que también se aplica a veces para meter en cajitas, más o menos disfrazadas, a todo el mundo. Hay que ser tal y tal por narices.

En cuanto a lo cultural me llama la atención porque el mestizaje es incesante, ancestral, enriquecedor y persistente en todas partes del planeta. Hacemos nuestro lo que sentimos nuestro y lo 'nuestro' puede que, en su origen, pertenezca a Tombuctú, por ejemplo, aunque nosotros hayamos nacido en Tokio o en Madrid.

Volviendo a este maravilloso libro, añado algo que se me ocurrió al leerlo: si abres una puerta en un sueño, para bien o para mal se abrirá en lo cotidiano.

Y prefiero recuperar mis lados perdidos a través de cualquier cosa, menos un amor no correspondido.