sábado, 10 de marzo de 2012

Erotismo es, justamente, lo que le falta a la pornografía


Por Tesa Vigal

Sólo el camino lleva a la meta. En la pornografía no hay camino y por tanto falta el clímax. Aparece únicamente el desenlace a modo de estornudo biológico :-). Aunque claro, hay gente para todo. Los hay que sólo gustan de lo elemental y me parece estupendo siempre que disfruten, pero a mí me sabe a poco.

En fin, esta entrada se me ha ocurrido a raíz de una interesante conversación sobre sexo que acabó incluyendo recuerdos de películas inolvidables de alta carga erótica (las fotos que aparecen, aunque no están todas las que son) y libros y autores muy especiales, aunque muy diferentes entre sí, incluso algunos con temática aparentemente opuesta al erotismo como por ejemplo ciertos místicos memorables, puro fuego, como San Juan de la Cruz: "¿A dónde te escondiste, / Amado, y me dejaste con gemido?/ (...) la música callada,/ la soledad sonora,/ la cena que recrea y enamora...".
 (Izda fotos de 'Henry y June' basada en los diarios de Anaïs Nin donde cuenta su relación amorosa con el escritor Henry Miller y su mujer June)
Y del poeta del siglo XVI paso a un irlandés del siglo XX, Sheridan Le Fanu, con su novela corta 'Carmilla' , de tema vampírico (y preludio poco conocido del 'Drácula' de Stocker) :

"El estado en que me hallaba era una mezcla de tristeza y dulzura. Fuera lo que fuese, mi alma lo aceptaba(...) A veces sentía el roce de una mano que me acariciaba las mejillas; otras, la presión de unos labios ardientes que me besaban, más apasionadamente a medida que los besos descendían hasta mi garganta".


Citas rezumando atmosferaza sensual. La clave es la atmósfera, lo que desborda de contenido escurridizo, agudo, desbordante, laberíntico. Y de ahí el 'camino erótico', parándose y paladeando cada sensación, cada matiz, cada roce, cada sugerencia, cada encrucijada en la piel y la emoción.
Curiosamente, el sexo vivido en el plano biológico más elemental es el preconizado también por las religiones, por el puritanismo en el que nadan, considerando el sexo como puramente reproductivo, como si sólo (recalco el sólo) fuésemos animalitos y por tanto con un único fin reproductor, borrando y rechazando el placer, el encuentro, el sentido propio del erotismo que enlaza con el lado más misterioso y profundo del ser humano, la conexión más íntima con otra persona o con nosotros mismos, dure lo que dure. 
Supongo que el motivo que tienen las religiones de rechazar lo más íntimo de una persona, puede deberse al miedo ante lo desconocido, lo infinito, lo laberíntico, en suma lo descontrolado. Y su afán dogmático es controlar, por lo que lo arrojan con recelo, o con auténtico rechazo. Incluso, denigrándolo, perversamente, hablando de 'bajas pasiones', curiosa expresión que siempre me dejó perpleja, aunque puede que se refiera a su manera limitada, reproductiva, 'sucia' de sentir el sexo. En fin, un poco patético sí que lo es.
Sobre todo porque lo desconocido y profundo del ser humano es por ello peligroso, cierto, y misterioso, pero eso no implica el retraerse de ello sino al contrario,  explorarlo. 

Por esa rendija se escapan, inocentemente, los místicos, revelando lo erótico como creativo y espiritual, y/o a la inversa.

Por la misma visión sexual biológica, las religiones y algunas personas, rechazan la conexión sexual de persona a persona más allá del género y de ahí su horror ante la homosexualidad. La complejidad laberíntica del tema les echa para atrás porque surge de la libertad emocional, del respeto por los sentimientos propios y ajenos. En suma rechazan el alma humana, lo espiritual que en teoría tendrían que 'defender'. 
Izquierda arriba la memorable versión de 'El cartero siempre llama dos veces' con la inmensa Jessica Lange y un insólito Jack Nicolson. Derecha arriba 'Match Point' de Woody Allen, abajo 'Habitación en Roma' de Medem, más abajo a la izquierda la inolvidable mirada de Lauren Bacall y la peliculaza -insólita, honda, desoladora- 'Lo importante es amar' con la eterna Romy Schenider)