viernes, 7 de agosto de 2020

Lo real de la ficción. La necesidad de historias

Por Tesa Vigal

Contarlas, escucharlas, leerlas, verlas. Metiéndonos en ellas. Sólo entonces cobran vida y, en su interior, vivimos (justo lo contrario del picoteo ansioso con el que suele usarse internet). Los seres humanos nos sumergimos en historias cada noche, al soñar. Lo recuerdes o no, es algo necesario para no volverse loco. Y tanto los sueños como la ficción tienen el efecto de ayudar a vivir, comprendernos y comprender al mundo. Identificándonos o viéndonos desde una perspectiva diferente. Explorando caminos oscuros que conducen a la destrucción, o señalan la puerta de salida. Descubriendo lo infinito de lugares y tipos de personas, relativizando el nuestro, o apuntando a una actitud a evitar, o a seguir. No con intención didáctica, sino investigadora. Y cuánto más duras sean las circunstancias más necesario es.

La foto de fondo es el puente Viaducto de Madrid

Por todo ello los libros y pelis me salvaron. Existía gente como yo y gente asombrosamente distinta. En cualquier caso, el mundo se agrandó, repleto de posibilidades. Esto ya lo he dicho en alguna parte de mis blogs, pero lo recordé al constatar, de nuevo, lo extendido que está el comportamiento compulsivo en la red de buscar, leer una línea, ver una imagen y saltar como saltamontes histérico a otra cosa. Fue en una conversación con un amigo al salir del cine:

-Pues el caso es que  había visto algunos trozos de esta peli, pero verla entera ha sido flipante.
-Bueno, claro, a trocitos no puedes meterte en la atmósfera.
-Va a ser eso. Sólo te quedas con una imagen curiosa, o algo así.
-Menos da una piedra.
-Ya, pero no es lo mismo.
Sonreímos con esa complicidad que, a veces, nos sorprende en una esquina envuelta en confortable sonrisa. Y brindamos por la vida, siempre más grande que sus apariencias. 

Sumergirse supone paladear. Una gozoso buceo lleno de matices, que se multiplican en multitud de sensaciones, fogonazos reveladores, sentimientos, caricias de lo desconocido. Y cuando vuelves a la playa, tras acabarse el libro o la peli, lo vivido te ha empapado y encuentras en tu mano mapas de impresiones inolvidables, aunque olvides la trama con el paso del tiempo. 

Por eso no es recomendable leer o ver cine por obligación, a no ser que elijas soportar en lugar de vivir. Ni ojear, a no ser para saber si ese libro o esa película te llama. Porque todo tiene su momento. Tampoco es garantía el prestigio de autores (salvo para hablar de calidad en estudios o críticas). Receptor y emisor tienen que conectar y nunca se sabe el qué, cuándo, ni dónde. 

La imagen de fondo es Avalon de María Calia Salgado

Y me resulta absurdo y triste desechar la ficción como sinónimo de mentira. La ficción artística crea mundos para contarnos la vida, explicarla, completarla, cambiarla a la larga por la huella que deja en nosotros. Recuerdo una frase de Orson Welles: "el arte es una mentira que sirve para contar la verdad". Todo lo sentido es real, ya sea en un sueño, o a través de una peli o un libro. Otra frase, de Murakami: "La realidad puede no ser verdad y la verdad puede no ser real". 


Claro que, en el tema de las creencias, me parece temible y delirante la actitud extendida de creerse como un dogma cualquier cosa que aparezca en las redes sociales y desechar todo lo demás.  De ahí el florecimiento exuberante de noticias falsas y su difusión galopante. Cuanto más sensacionalista más se comparte, sin ningún tipo de comprobación que exigiría una investigación, más o menos larga. Pero parece que, para algunos, investigar y pensar no es una gozada sino un esfuerzo. Por si acaso a alguien le interesa descubrí una página de periodistas con vocación, en una entrevista en la radio, que se dedican a investigar y rastrear las noticias de cualquier formato en las redes sociales. Se llama maldita.es y en la entrevista contaron como ejemplo un vídeo, durante el tiempo del confinamiento, en el que aparecían cadáveres en las calles, afirmando unas veces que era Madrid, otras que era Nueva York. Usando el zoom descubrieron un rótulo al fondo, en un edifico, donde se leía el nombre de un hospital. Rastrearon ese nombre y así descubrieron que se trataba de un hospital de Guayaquil, Ecuador. Lo comenté con mi hijo y me dijo que a la gente no le apetecía esforzarse en nada y pasaban del asunto. Vale, pero entonces su actitud de decir amén a todo lo que esté de acuerdo con sus dogmas-creencias me deja temblando. En fin...     

La imagen de fondo es Mar extraño de Marsille


Y tras este paréntesis que me ha salido al paso vuelvo a meterme en las historias. Aquí unas sugerencias que se me ocurren en este momento. De algunas ya hablé en el blog de cine o de libros y pongo el enlace. A disfrutar.  

En la inquietante peli Shutter Island, de Scorsese, se habla del miedo de mirarse a uno mismo y enfrentar lo pendiente.

En el estremecedor libro de Emily Brönte Cumbres borrascosas te metes en la oscuridad turbadora en la que puede llegar a nadar el amor.

Orlando, de Virginia Woolf, habla de la identidad personal que está más allá de tiempo, lugar y género sexual. https://librosconaliento.blogspot.com/search?q=Orlando

El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, vamos descubriendo todos los lados desconocidos de personas, relaciones y circunstancias, ignorados por unos o malinterpretados por otros.

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Murakami, es un viaje interior en busca de lo pendiente, fundiendo de manera fascinante lo cotidiano con lo imaginario.

El palacio de la luna, de Paul Auster, cuenta el recorrido del estudiante protagonista a partir del momento en que decide irse a vivir al Central Park, a modo de una partida de ajedrez con el mundo.

La película Azul, de Kieslowski, habla de partir de cero, de la libertad, que es interior o sólo una suposición. 

Remando al viento, de Gonzalo Suárez, es una peli sobre el alcance que, a veces, puede llegar a tener lo creativo en las vidas personales implicadas. Sobre cómo nació Frankenstein. 

En la película Rumble fish, de Coppola, se habla de cierta gente que no encaja y se siente extranjero en cualquier parte.
La campana de cristal, de Sivia Plath, es la turbadora incomunicación de una chica contada de manera cotidiana, aparentemente irónica y, sin embargo, terrible. Como ciertas canciones de Lou Reed.

El libro de Borges El libro de arena, es único por su fusión infinita de pensamiento convertido en magia, lo imaginario del pensamiento, lo absurdo de lo racional, la lógica de lo fantástico.

El poemario de Lorca Poeta en Nueva york puede llegar a azotar como el calor del hielo, el temblor del límite inesperado, nadando en las aguas profundas de lo poético, cuando no quedan pensamientos que simplifiquen la vida.

En la peli Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis, se condensa en días físicos esos círculos en los que se puede uno quedar atrapado, sin poder salir de ellos hasta que cambiamos lo necesario. Comedia más allá del género, una de esas pelis que no se parecen a ninguna. 

En el libro El gran Gatsby, de Fitzgerald, te envuelve una desesperada sed de luz, inevitable para su protagonista (yo diría que también para su autor) a pesar de todo, sin poder evitar su forma de vivir que, por eso, adquiere la forma de destino.

Solo ante el peligro, de título original High Noon, de Fred Zinnemann, es una peli sobre lo inevitable de seguir tu camino, sin poder evitarlo (no siempre pasa), a pesar de que nadie te apoye, incluso de que te rechacen, o de las circunstancias contrarias.

Y ya vale. Me estoy mareando. El que quiera que explore.    


 

jueves, 23 de abril de 2020

Confinados. Cambiando el paso entre música, si puede ser

Por Tesa Vigal

Si esto fuera un programa de radio diría buenas tardes, o la hora que sea si lo escucháis por podcast. Me parece frívolo, o absurdo, escribir una entrada en este periodo excepcional de confinamiento, mientras sopla el viento del miedo. Pero también podría ser un alivio, eso espero, escuchar sencillamente algunas canciones.

Desde Madrid, mirando el cielo con luces mezcladas de lluvia pasada y siguiente lluvia, en este mes cuidadoso que quiere cumplir con el refrán de abril aguas mil, con el verde luminoso de los árboles y el aire limpio por los coches ausentes. Desde la naturaleza feliz, sin humanos, y nosotros encerrados en nuestras cajitas, temiendo lo que nos encontraremos al salir de esta etapa a calles distintas, aunque sean las mismas, va la primera canción: Azzurro de Adriano Celentano. He oído en la radio que suelen ponerla los italianos, cuando salen a los balcones en su propio confinamiento.  



Si alguien, en cualquier parte del mundo escucha otras canciones en este periodo histórico, que lo diga. Buscaré el audio y si lo encuentro lo compartiré en este blog. Aquí en Madrid se escucha en los balcones una canción de letra desesperadamente luminosa, 'Resistiré' del Dúo Dinámico. Yo la descubrí en una peli de Almodóvar.

En la segunda canción, Heroes de Bowie, se habla de esos momentos extraordinarios en que lo cotidiano se convierte en hazaña. En alguna gente la ansiedad se expresa, por desgracia, en rabia destructiva, viajes a la nevera, deseos apocalípticos, o plataformas de ayudas varias (menos mal). 



En cualquier caso, la vida se ha puesto patas arriba, quizás respondiendo a preguntas no formuladas. Rem tiene una canción de envolvente melancolía llamada 'Todos herido', Everyboy hurts. 

 

Nunca he creído que existiera la seguridad y, a veces el mundo entra en armonía con los vulnerables que se pensaban solos. Antonio Vega murió hace años de fragilidad, pero me parece que él intuía el colosal, constante movimiento tras todo tipo de apariencias. La canción: Lucha de gigantes.



Pensando qué nos esperará al salir de esta etapa, y sabiendo que es absurdo pensarlo en plena tormenta, y sólo existe el camino. Más que nunca, aquí y ahora. La siguiente canción es de Norah Jones: Come away with me. Ven conmigo, fuera, añadiría yo. 



Y la última podría ser un chute de ánimo, aunque los ojos se humedezcan. Yo, al menos, no sería la primera vez que bailo un ratito, llorando, una canción. Glenn Miller, con su tema 'En forma', pase lo que pase. Para hacer lo que quieras mientras la escuchas. Por eso he evitado vídeos, porque esta entrada es para escuchar, sin que estorben las imágenes y el efecto misterioso de la música circule por nosotros, a nuestra manera.

 








    

viernes, 28 de febrero de 2020

Jugando - Contra cultura 13

Por Tesa Vigal

Aunque lo que hace en este vídeo la enorme blusera hermana Rosetta, tocando la guitarra con abrigo en un andén de una estación de tren, va más allá de jugar. Me recuerda a los cortos de Charlot, cuando esquiva la amenaza o los golpes con movimientos impensables, mirando más allá de la situación y, por eso mismo, descubriendo de ella esquinas o miradas.


Recomendable actitud, en tiempos en los que la gente parece ansiosa por sentir miedo por lo que sea (a lo mejor tienen la suerte de no tener preocupaciones y el vacío de apariencias y rutinas los aburre). Suele ir acompañado de reverencia a los tópicos y una reducción de la vida a fórmulas mascadas. Todo con tal de no pensar ni explorar por uno mismo. Supongo que por eso abunda la creencia ciega en cualquier noticia de las redes sociales (sin confirmar, ni rastrear, ni confrontar) y una incredulidad en todo lo demás. 

Si los tópicos suponen juzgar alegremente a cualquiera, supongo que es necesario descubrir la gozada apasionante de explorar. Además, así igual salvas a personas de la quema. Recomiendo la impresionante peli de Sidney Lumet '12 hombres sin piedad'.


Para el miedo, recomiendo la actitud de David Bowie, en una foto, una semana antes de morir, sabiendo que vivía sus últimos días, con una sonrisa alucinante, como si estuviera a punto de empezar una gran aventura. Es curioso que, en ella, se note más que nunca el color diferente que tenía cada uno de sus ojos. Me recuerda una frase de 'Peter Pan': "la muerte debe ser una aventura impresionante".

En fin, en la contra cultura era más importante cómo vivir, que el simple existir. 

viernes, 4 de octubre de 2019

Contrcult 11- Conexión con la naturaleza, la aldea ecológica de Matavenero

Por Tesa Vigal

Conexión, no utilización, aunque sea por buenos motivos de moda como el senderismo, o cualquier otro tipo de deporte o vida sana. Al hablar con una gente, hace poco, sobre sentir la naturaleza y por tanto disfrutar de ella sin tener que llegar, por narices, a tal punto o a tal kilómetro, ni tampoco usarla como un gimnasio para estar en forma, me miraban sin entender. Debían ser buenos 'rostros pálidos' y considerar que la naturaleza está para usarla por motivos prácticos, en lugar de sentir lo evidente: que somos nosotros los que formamos parte de ella. 

Un paso más fue, en la contracultura, volver a vivir en ella en condiciones muy duras, como en el ejemplo de Matavenero, la aldea ecológica del Bierzo surgida en el año 1989, cuando unos alemanes se fueron a vivir en aquella aldea abandonada desde hacía muchos años. Son dos temas diferentes, sí, pero creo que relacionados. No se trata sólo de reploblar pueblos abandonados sino la forma de hacerlo. Cuando la visité en los 90, aún no existía el albergue para visitas del que se habla en el vídeo, sino que los visitantes dormían en un enorme tipi. Fue una de las primeras cosas que vi, al acabar de subir por el sendero entre bosque y arroyos, por donde los niños bajaban a la escuela del pueblo. Por lo que he visto en el vídeo, ahora ya tienen escuela en la aldea. 



Mi impresión fue haber llegado a un nido de águilas, poblado por hippies de todas las nacionalidades, caballos, gallinas picoteando el suelo furiosamente, un bebé desnudo gateando por la hierba con tanta resolución como las gallinas, y adultos a los que vi al atardecer, acabado su trabajo, cuando aparecieron por el bar-comedor (apenas media barra con café de puchero y tres o cuatro mesas), pero con una pequeña galería de madera con una visión sobre las montañas que me hizo recogerme instintivamente, con una mezcla de asombrado respeto y una belleza que casi aturdía. 

Sólo estuve allí un día y una noche. Pero, aunque mis motivos personales me hubieran dejado quedarme más tiempo, creo que hubiera seguido sintiendo que no podría vivir allí. No sólo por ser un duro trabajo que me desbordaría, sino por la duda de llegar a congeniar con mis vecinos, algo que no siempre pasa. Mi impresión, por lo tanto, acaba aquí. Para los que tengan curiosidad por el tema, el vídeo es de hace pocos años, y he visto que tienen un blog con entradas recientes. Así que el lugar sigue existiendo.         

sábado, 31 de agosto de 2019

Contrcult 10-Lo real es lo sentido, vigilia o sueño, lo chamánico de Castaneda o la psicodelia en Easy Rider

Por Tesa Vigal


Todo tiene alma en la visión chamánica: seres vivos, lugares, ríos, montañas, mares, cuevas y también las obras honestas, sentidas, de libros, pelis, o canciones. Lo sentí desde pequeña, aunque no pudiera expresarlo en palabras, por eso me emocionó hace años leer el libro 'La pipa sagrada', sobre los ritos de los indios sioux, redactado por Joseph Epes Brown y relatados por el guerrero chamán Alce Negro (abajo en la foto). Y me impresionó la portentosa manera de Castaneda de fundir lo cotidiano con una desafiante magia, que empapaba los actos de un significado sin expectativas. Escritor inclasificable de honda huella, que influyó enormemente en la contracultura.

Nunca me importó, al contrario que a otros en busca de guías, si el indio que enseñaba a Castaneda, Don Juan Matus, era real, o inventado, porque cuando un personaje está vivo traspasa las páginas (no siempre ocurre), no sólo te hace sentir sino que interaccionas con él (algo que forma parte de lo revelador de lo creativo). Naturalmente no estaba de acuerdo con él en todo, es imposible con nada ni con nadie, pero me envolvió la portentosa ampliación del mundo que rezumaba como resina, buceando en el misterio de la vida, su base. Escribí sobre él en el blog de libros: https://librosconaliento.blogspot.com/2014/08/castaneda-o-don-juan-matus-me-quedo-con.html  


Aquí ¿repito? una de las frases de Don Juan: "Un acto libre de expectativas intrusas, temores al rechazo, ilusiones de éxito. Libre del culto al yo; todo lo que hacía tenía que ser al momento un acto de magia en que me abría libremente a los impulsos del infinito".

Para los interesados en el misterio que rodeó a Castaneda, el año pasado descubrí los datos sobre su vida, siempre mantenida en secreto por él. No me extrañó que hubiera sido vencido por uno de los enemigos de un hombre de conocimiento (según las palabras de Don Juan): el poder. Tampoco afecta para nada mi impresión profunda de sus libros. Tras el extraordinario trabajo del periodista Manuel Carballal, que le llevó a rastrear fuentes y conseguir documentos durante varios años, cuenta en el libro 'La vida secreta de Carlos Castaneda' cómo acabó convirtiéndose en un gurú, rodeado por discípulos que seguían sus normas al pie de la letra, si no querían ser expulsados, y montando chiringuitos de talleres varios. Una secta con todos sus requisitos, en la que hubo personas que acabaron de la peor manera. Con un rigor apabullante, en ese libro también se rastrea el enigma de su lugar de nacimiento, relación con su familia y sus andanzas en Estados Unidos. También se resuelve la incógnita de la identidad del indio Don Juan Matus. Me conmovió el asumido propósito de su autor en su ardua investigación: salvar a la gente que va buscando normas dictadas desde fuera, carne de secta, que suele acabar mal, o muy mal, como sucedió en este caso. El indio Don Juan Matus se hubiera reído con ganas del periplo de su antiguo "aprendiz".


Por cierto, el uso de plantas de poder (que sólo aparecen en los dos primeros libros) se debía, en palabras de Don Juan, a que Castaneda era un tipo especialmente cuadrado, pero no eran necesarias. Hago esta puntualización porque su uso estuvo muy extendido en la contracultura, para bien y para mal, y los petas eran de uso frecuente, como sucede en la película de Dennis Hopper 'Easy rider', de la que también se cumplen 50 años. Una peli mítica por su contenido y representación de una época, que yo no había visto hasta ahora,  absolutamente incorrecta para la actualidad.

Mi impresión ha sido desigual. A veces me rozaba su insistente ambivalencia de la exploración necesaria, que no alcanza la luz. Pero esa es también su huella incómoda, con momentos ambiguos que envuelven entre el desparpajo y lo extraño, lo sencillo o lo torpe, que va más allá de una peli de carretera, con escenas que acarician lo profundo pero se quedan cortas. Dos hippies (Dennis Hopper y Peter Fonda) recorren en moto la América profunda para llegar al carnaval de Nueva Orleans, aunque la meta es lo de menos. Recorren paisajes de películas de John Ford, pero de noche, y esa visión nocturna de llanuras salpicadas por impresionantes montañas se vuelve fantasmal, con un olor a misterio que se mezcla con el olor de sus petas cotidianos. 

No los admiten en los hoteles de pueblos perdidos y cada noche charlan en torno a una hoguera sobre su deseo, o no, de ser otros, sobre lo que ven o no ven. Recogen a un chico que hace dedo, algo también usual en la época, más una forma de vivir que de viajar, aunque también. Conocen a la gente de una comuna, que vive en tipis indios y también a un borracho (Jack Nicholson) en la cárcel donde los han metido por haberse unido con sus motos, sin permiso, a un desfile de pueblo. Los atacan unos pueblerinos en su hoguera nocturna y, al llegar a Nueva Orleans, comparten con unas chicas un viaje con ácido en una inquietante escena psicodélica, con aspereza infantil, y el aire de tocar fondo con el que a veces puede sorprender la ausencia de rumbo. Aquí trailer:


Esa forma nómada de vivir, sigue siendo para mí un tema sin resolver que apunta al misterio del mundo, incompatible con lo práctico, con metas o apariencias. No puede durar mucho porque hay que ganarse la vida, y eso implica vida cotidiana, hábitos, horarios, sedentarismo... Y, sin embargo, hay algo en esa ausencia de tiempo (Peter Fonda tira su reloj al comienzo del viaje) que contiene la esencia de la vida, sin que logremos ponerle nombre. Una manera de vivir incompatible con la sociedad actual, por lo que no es extraño que la peli acabe como acaba. Y surge entonces otra pregunta: ¿merece la pena, a pesar de todo? 

En una de las noches en torno a una hoguera, Jack Nicholson dice que a la gente se le llena la boca con la palabra libertad, pero si encuentran a alguien libre no lo soportan, se cagan de miedo y lo sienten peligroso. Interesante ¿no?     

   



          

domingo, 4 de agosto de 2019

Contrcult 9: libertad antes que seguridad en Woodstock 1969

Por Tesa Vigal

En ese mítico festival se reflejó la preferencia de la libertad exploratoria, dejando en segundo plano esa ilusoria seguridad, tan querida y buscada en estos tiempos. Este año se cumplen 50 años de ese festival, más que pionero, único, porque no fue un simple cartel de músicos, como en los actuales festivales, sino tres días de libertad, paz, experimento y música. Incluso varios de sus músicos participantes, que se convirtieron en legendarios, eran entonces casi desconocidos. 

Yo no supe de su existencia hasta años después, aunque era una pequeña adolescente apasionada ya por la música y los libros, fascinada por los hippies y soñando con irme de casa algún día. Mi recuerdo de aquel verano fue por otro acontecimiento (del que también se cumplen 50 años), un mes antes del festival, la llegada a la luna en julio, quedándome de madrugada viendo la tele, mientras mi familia dormía, esperando la conexión con el alunizaje mientras en la tele ponían una película de Doris Day, de la que nunca vi el final porque la interrumpieron para conectar con la luna (no me importó). También fue el año de los asesinatos de Sharon Tate y sus amigos por el temible y descerebrado gurú (¿alguno no lo es?) Charles Mason. Un año, por tanto, en el que se fundieron luces y sombras, recordándonos a los seres humanos que el misterioso laberinto del mundo está siempre más allá de buenas intenciones, dogmas, banderas, violencia, reivindicaciones o ciencia. 

Al enterarme de la suspensión del festival, celebrando el aniversario de Woodstock, no me extrañó porque lo mágico es excepcional. Estoy de acuerdo con el texto escrito por Diego Manrique, en El País, ese festival es irrepetible. Empezó de manera más o menos lógica, la intención de un veinteañero, Michael Lang, de reunir al aire libre a músicos y espectadores durante tres días, del 15 al 17 de agosto de 1969. Y no fue en el propio Woodstock, porque sus habitantes se opusieron a recibir hippies, sino en una granja lechera a 69 Kilómetros de distancia. Fue un fracaso económico, porque las entradas vendidas no sirvieron para nada. Es más, mucha gente con entrada se quedó fuera por los gigantescos atascos y aunque el aforo era para unas 200.000 personas, llegaron el doble y otras 200.ooo se quedaron atascadas en el camino. Los organizadores decidieron dejar entrar a todo el mundo, en realidad ya no había vallas, ni puertas, ni nada parecido. 

Al año siguiente se estrenó el documental dirigido por Michael Wadleigh y montado por Scorsese que consiguió un oscar: 'Wodstock: 3 days of peace and music'. También hay discos recopilatorios, el más importante 'Wodstock: music from the original soundtrack and more', relanzado en cedé, en 1994. 

La mayoría de la gente durmió a la intemperie, con instalaciones sanitarias insuficientes, insuficiente comida, organización más que desbordada, órdenes a los medios de comunicación para que publicaran opiniones contrarias al festival y protestas vecinales. Hubo caos, rayos y truenos que obligaron a suspender el concierto varias horas, ayuda de una comuna repartiendo bocadillos, protestas contra la guerra de Vietnam, tres muertes (una por sobredosis, otra por apendicitis y un atropellado por un tractor, 450 vacas sueltas entre los asistentes, muchos petas y otras drogas, niños, 100 arrestos por posesión de drogas, dos nacimientos, lluvia que convirtió en barrizal el suelo, gente rebozada en el barro, y la actuación de artistas memorables, unos consagrados como Joe Coker y Santana, otros que se revelaron allí con luz propia, aunque ya habían actuado antes, como Janis Joplin y Hendrix y los que ya eran bastante conocidos como la mítica Creedence, The Who, The Band, o Jefferson Airplane. El último que tocó fue Hendrix, cuando ya se había marchado casi todo el mundo.  

He encontrado trailers del documental de apenas dos minutos, y pedazos más o menos deficientes de actuaciones de Janis, Hendrix y Joe Coker, pero he preferido incluir aquí un poquito de la legendaria Creedence, que actuaron de madrugada tras las tormentas, con la mayoría de la gente durmiendo en el barro, o colocada. Al ver, perplejos, el panorama, el enorme vocalista John Fogerty se animó al oír una voz entre el público que decía: "No te preocupes, John, estamos contigo".  



   

domingo, 14 de julio de 2019

Contrclt8 - El rey lagarto Jim Morrison

Por Tesa Vigal

Lo chamánico en la contracultura no sólo estaba en el interés por las culturas indígenas. Algunos de sus artistas, como Jim Morrison, compositor y cantante de The doors', creía ser un indio cuando se subía al escenario, metido dentro de él o que ya lo estaba y surgía en esos momentos. También repitió con frecuencia que ante todo se consideraba un poeta, o quería serlo, que es incluso más sugerente. Se le empezó a llamar el rey lagarto a partir de uno de sus poemas, 'La celebración del lagarto', que incluyó en algunos conciertos recitándolo a su manera alucinada. Algunos de sus versos dicen: "Soy el rey lagarto, puedo hacer lo que sea... ¿Estamos todos? La ceremonia va a comenzar. ¡Despierta!. En el tema en directo de 'the end', aquí incluido, es típica de él la forma de decir ante el micro lo que se le ocurría, en este caso la petición de que por favor, apaguen las luces, antes de empezar la canción hasta que lo hacen.  



Erase una vez un libro sobre los Doors que presté a un tipo que no se lo merecía, así que ahora he comprobado que mi recuerdo de sus páginas no era un sueño y ese libro existe. El título 'Jim Morrison y the doors', publicado en España en la editorial Júcar en los 80. Ignoro si está reeditado. El autor es un francés llamado Hervé Muller , que contaba cómo conoció a Jim en París, tras haber huido de Estado Unidos por el vértigo de su fama y el rastro de escándalo que incluía varias denuncias policiales. Trabó cierta amistad con él y le escuchó decir que estaba pensando en dejar el grupo y dedicarse a fondo a la poesía, algo que ya  había contado al teclista del grupo, Manzarek. Poco después de conocer a Hervé, Morrison murió en la bañera de su casa en París, donde vivía con su pareja. 

Empezó la leyenda al uso,  en realidad no estaba muerto, como Elvis, y todo tipo de especulaciones que llenan un montón de libros sobre él. Y así ingresó en el club de los 27, junto con otros artistas míticos como Hendrix, Janis Joplin, o Brian Jones de los Rolling. Hay más, pero estos son los más memorables para mí. 

Vi su tumba en París hace muchos años, en el cementerio de Père Lachaise, y al ver las fotos que circulan por internet está claro que es una tumba en movimiento, cambian los objetos depositados sobre ella y las pintadas. No sé si seguirá pasando, o si se ha convertido en una tumba olvidada. A veces, improvisaba letras en sus conciertos, como ocurrió con el principio del tema 'The end', usado por Coppola en su peli 'Apocalypse now', sobre todo en una escena hipnótica con Martin Sheen en su habitación en Saigón, bajo las aspas del ventilador del techo. 

Hay algunos versos de sus canciones que se me han quedado: "Veo que tu pelo arde" / "Las calles son campos inmortales" / "Cruza al otro lado" . 

Si estos apuntes divulgativos sobre la contracultura dieran ganas de explorar, en Jim Morrison y los Doors hay mucho que descubrir. A la actuación en directo de más arriba, añado un audio de su poema 'La celebración del lagarto' porque su manera de recitar es muy especial, envolvente, aunque no se sepa inglés. Si quieres oír cómo dice "¡Despierta! ...