miércoles, 12 de agosto de 2015

'Más extraño que la ficción' de Marc Foster y 'Lennon recuerda' (dedicado a la revista 'Mandrágora y el Pirata')


Por Tesa Vigal

He seguido frecuentando el café Comercial, aunque al enterarme de que lo cerraban he recordado el tiempo más especial que viví en él. Además de los motivos de los que ya han hablado muchos (uno de los cafés más antiguos y preciosos de Madrid, lugar de tertulias y actos culturales varios, etc), a principios de los 80 recorrí todas sus mesas varios días a la semana, para vender la revista 'Mandrágora y el Pirata' que hacía con unos amigos.
Portada del nº 6 de Mandrágora y el Pirata
Por amor al arte, porque el dinero que sacábamos (turnándonos por zonas) era para pagar un plazo a la imprenta. Aquel proyecto fue una locura maravillosa, una época febril, en la que volqué en textos apasionados mi fascinación por el arte. El arte como explorador de la esencia de la vida, transformador de las personas casi siempre de forma sutil, aunque a veces puede ser un ramalazo, una revelación. Siempre me atrapó el misterio de lo creativo, de dónde surge y para qué. Seguramente para aprender a vivir, igual que el juego de los niños, por eso tiene una base lúdica. Invocando mundos, historias vivas con las que ver desde fuera la nuestra, evitar errores, o descubrir soluciones, tesoros, mapas, soñar, o nadar... 



Época inmersa en la apabullante sensación de sentidos, significados, hasta que acabé quemada por tener que ocuparme también de la parte práctica del asunto. Convencer a alguien de algo, vender mi trabajo, no es lo mío. Así que al cabo de dos años dejé la revista para no tener que seguir vendiéndola. En fin, una de mis limitaciones. Lo de Mandrágora venía por una rara novela de principios del siglo XX, llamada así (hablaré de ella en el blog de libros con aliento, en alguna entrada futura). Por eso fue una sorpresa descubrir que existía un bar llamado así (siempre me he quedado con las ganas de saber si ellos también habían puesto el nombre por la inquietante novela). El caso es que vendiéndola por los bares nos pasaron cosas curiosas, una de ellas le pasó a uno de los amigos del equipo de la revista. Esa noche él la vendía en el café Comercial, cuando el café fue atacado por unos ultras (en aquella época de la transición el café era para ellos un nido de progres). Rompieron los cristales y un gran pedazo afilado pasó volando junto a la cabeza de mi amigo. 

Café Comercial tras el cierre

Tras recordar todo esto, junto con algunos episodios íntimos, asocié también títulos de pelis, libros y música (por ejemplo 'Rock and roll suicide' de Bowie, o 'series of dream' de Dylan que son parte de la música de fondo de este texto). Entre otras cosas me quedo con dos curiosidades. Una es una peli del 2007, y la otra un librito editado en los 70.

La película 'Más extraño que la ficción' de Marc Foster tiene un especial encanto escurridizo, ambivalente, con una larga sugerencia que se despliega en preguntas, y preguntas dentro de cada pregunta. Y al ser una comedia todas se aceptan y acaban formando un juego de espejos que permite mirar y mirarte, sin asustarse. Al fin y al cabo, es un juego fantástico sin importancia. ¿O no? 

Un hombre atrapado de manera obsesiva en su vida cotidiana (Will Ferrell), empieza a oír, un día ante el espejo, una voz femenina que relata lo que está haciendo en ese momento. Lavándose los dientes contando las veces exactas que pasa el cepillo. Ni una más, ni una menos. A partir de entonces se ve desde fuera, (me recuerda al observador que contempla nuestros pensamientos en la meditación), asustado va al psiquiatra que le habla de una posible esquizofrenia, pero un día escucha esa misma voz en la tele. Es la voz de una escritora (Emma Thompson) y esa escritora está escribiendo la historia de ese hombre obsesivo y atrapado: él, quien la ve en la pantalla asombrado, perplejo, turbado. Tanto que acude a un profesor universitario de literatura (Dustin Hoffman), que resulta ser un admirador de la escritora. Escucha con naturalidad muy creativa la historia que le cuenta aquel hombre y le advierte que en todas las obras de esa escritora el protagonista acaba de mala manera, muriendo más pronto que tarde. 


El hombre, trastornado por todo lo que sucede y no entenderlo, empieza a cambiar de vida porque, al fin y al cabo, ya no puede tomarse en serio sus manías ni sus rutinas. Acaba enamorándose de una chica rebelde (Maggie Gyllenhaall) y conociendo a "su autora", que se asusta tanto como él de que su personaje exista realmente. Así que ¿la ficción se puede materializar? ¿cuándo y por qué? ¿somos el personaje que vivimos? ¿quién lo escribe y para qué? ¿son igual de reales el mundo cotidiano y el mundo de ficción? ¿el sueño y la vigilia? ¿nos acabamos encontrando con personas que reflejan algo pendiente de nosotros mismos y que rechazamos? ¿el destino existe y es lo que somos? ¿o al revés? y todo a partir de una peli divertida, pequeña en apariencia y muy original.

El librito, titulado 'Lennon recuerda' es una entrevista para la revista Rolling Stone, en los 70, por su fundador Jann Wenner. A uno de los amigos del equipo de la revista 'Mandrágora y el Pirata' le gustaría. A Yuri Silver (su seudónimo, todos usábamos uno como una prolongación lúdica. Yo me puse Duncan por la bailarina Isadora y el amigo del cristal era Francis Drake). El librito es también original, a ratos muy interesante, por momentos divertido, o directamente desconcierta, o alucina. Aunque reconozco que la mayor parte está indicada para músicos por la concrección técnica en que a veces habla del tema, o para interesados especialmente en los Beatles o John Lennon. Aún así tiene joyas sugerentes, como el párrafo delirante en el que cuenta la primera vez que se tomó un ácido, por cortesía de un dentista a los miembros de los Beatles. Salieron a la calle y no sabían lo que pasaba: Era horripilante pero fantástico. Hice algunos dibujos (...) y luego la casa de George parecía un submarino. Lo conducía yo. Todos se fueron a la cama. Yo seguí, parecía flotar por encima de las paredes, que eran diez pies de altas".


Sobre si le gustaría volver atrás, a la época de los Beatles: "Me gustaría ser pescador. Ya sé que suena tonto y que preferiría ser rico a ser pobre y todas esas mierdas, pero el dolor (...) los tontos son los que mejor se lo pasan, o algo así. Si no lo ves, no te duele".

Sobre lo que le gusta: "A mí, tío, lo que me gusta es el rock and roll".

Sobre su repercusión: "Hay un señor en Inglaterra que se llama William Mann (...) hablaba de cadencias eólicas y otros términos musicales por el estilo y, a pesar de que no eran más que estupideces, nos introdujo a los intelectuales" (...) Intelectualismo y lo de la habilidad musical, eso es la mierda de los conservatorios, no son capaces de hacer música sin tener delante una partitura, no tiene nada que ver con la música (...) al rock le pasa como al jazz, me parece, los incompetentes van hacia el perfeccionismo y los otros en otra dirección".

Sobre un libro sobre los Beatles de Hunter Davies: "Era mierda pura (...) las giras de los Beatles eran como 'el Satiricón' de Fellini (...) estas cosas y los hijos de puta que éramos se omiten".

"Escribo canciones porque es el trabajo que he elegido y además, porque no puedo evitar escribirlas (...) sí, crear es un resultado del dolor".
Dibujos Lennon

Frase curiosa vista en retrospectiva, casi parece profética de su asesinato: "Estoy harto de todos esos hippies agresivos, o lo que sean (...) Muy quedados conmigo (...) como si les debiera algo (...) me dan miedo". 

Sobre las leyendas urbanas de mensajes escondidos: "Sí, me hacía gracia que se hubiera armado tanto jaleo (...) todo eso de tócalo hacia tras mientras haces el pino, etc". 

Para acabar una frase sobre el movimiento contracultural: "Fue una simple ojeada a todas las posibilidades".