jueves, 20 de noviembre de 2014

Diccionario Jázaro y relatos salvajes


Por Tesa Vigal

'Diccionario Jázaro' no es un diccionario, sino una extraña novela de historias dentro de historias, al modo de las 1001 noches, sobre un pueblo que existió en el Cáucaso a principios de la edad media.

Su autor, el serbio Milorad Pavic (el tipo de la pipa en la foto) la escribió a principios de los 80 y al final de ella hace una propuesta conmovedora y mágica a la persona que acaba de leerla: el primer miércoles de mes, al mediodía, sentarse con el libro frente a una pastelería en la plaza mayor de su ciudad. Teniendo en cuenta que yo leí el ejemplar femenino (según el autor la única diferencia con el ejemplar masculino es una breve frase en cursiva, en la última carta de la novela), no sé quién esperará allí a la lectora, o lector. En mi ejemplar dice que será un joven con su correspondiente libro y juntos comentaremos su lectura, tomando un café, y a partir de ese momento "el libro formará para ellos una unidad coherente como una partida de dominó, y ya no lo van a necesitar". Por supuesto me encanta la propuesta, como un paso más en la vida en la que se integra todo libro que está vivo, y acudiré a esa cita el próximo miércoles 3 de diciembre. Si realmente allí me espera un lector del libro lo comentaré en la próxima entrada del blog.

La novela transcurre en el siglo VIII, durante la llamada polémica jázara, en el siglo XVII y en 1982.
Se compone de tres libros: el libro rojo (cristiano), el verde (islámico), el amarillo (judío) , observaciones preliminares y dos apéndices finales. En los tres libros aparecen personajes relacionados con ese pueblo de aire legendario, algunos se repiten con nuevos datos o historias en alguno o los dos libros restantes. "El objetivo de los cazadores de sueños es comprender que todo despertar no es más que un escalón en una serie de liberaciones del sueño. Quien entienda que su día no es más que la noche de otro y que sus dos ojos son como un ojo de los otros, buscará el verdadero día, aquel que posibilita el auténtico despertar de la propia realidad".

Y en todos ellos fluye, como sangre misteriosa, la necesidad de comprender el papel de los sueños, la reivindicación en cada libro de la conversión de los jázaros a su respectiva religión y lengua y la identidad, escurridiza y ambigua, de ese pueblo de costumbres y características tan insólitas como las siguientes: en su región, de límites brumosos, convivían con cristianos griegos, rusos, árabes y judíos y todos ellos eran elegidos para puestos públicos con preferencia a los propios jázaros. Tenían una enigmática secta de cazadores de sueños, que lograban en ellos ver la vida real de gente despierta, encontrar objetos y usarlos, soñarse mutuamente... y cualquier propósito importante que recorriera su vida sin encontrar solución en la vigilia. Sobre ellos esta frase del libro:

Atraviesa la región un río que tiene dos nombres porque en el hay dos corrientes, una de oriente a occidente y la otra a la inversa. Los jázaros descifran los colores como si fuesen partituras musicales. Imaginan el futuro en el espacio, nunca en el tiempo. Un personaje de un sueño puede trasladarse a otro. Sus ciudadanos se dividen entre los que han nacido bajo el viento y los demás, nacidos sobre el viento. Hay un lugar en Itil, la capital, donde dos hombres pueden intercambiar su nombre y su destino al encontrarse. Y, en general, como están favorecidos los residentes extranjeros, los jázaros suelen ocultar su condición, nacimiento e incluso lengua. Existen surcos arados por el ladrido de los perros y golondrinas que vuelan panza arriba.

Sobre ellos existieron textos más o menos malditos, unos porque fueron quemados, ocultados o perdidos y sólo han llegado hasta nuestros días referencias de textos traducidos, o de textos sobre textos. La sensación leyendo este libro fue de un enigma vital que se escapaba sin remedio, o a veces de algo importante disfrazado de leyenda.


Algunos de sus personajes: la princesa jázara Ateh, un judío de bigote bicolor, una amante con dos pulgares, una profesora eslava de la universidad de Jerusalem en 1082, un músico de laúd inventor o reproductor de la "digitación de satanás, un pintor de iconos medieval... y algunas de sus frases:
"El que duerme sueña siempre la realidad del que está despierto"
"Porque en la verdad sólo se puede encontrar lo que se le haya ofrecido". "Toda herida es un nuevo corazón que late por sí mismo". "Uno de los caminos seguros que conducen al verdadero futuro, pues existe también un futuro falso, es ir en la dirección en que crece tu miedo".  

Y recomiendo una película auténtica, honrada y turbadora: 'Relatos salvajes' de Damián Szifron. Aparte de sus magníficos intérpretes (Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín  entre otros) te pone cara a cara con tus facetas más desesperadas, las que nacen de la rabia, no son capaces de resolver y explotan en furia, o venganza suicidas.

Esta última palabra es la clave. La violencia siempre se revela suicida, tarde más o tarde menos. Flota en la impotencia y no es de ninguna manera un instinto insalvable, sino utilizable de manera oportuna para defenderse. Esto último es lo que no hacen los personajes de los episodios de esta peli original. En algunos los pasé mal cerrando los ojos para no ver (el episodio más brutal y estúpido de Sbaraglia en la carretera), aunque me sorprendió que había gente que en el cine se reía. Debe ser que a mí la violencia me pone mala, en mayor o menor grado y hay gente a quien le divierte (no lo puedo entender, se lo preguntaría con mi mejor voluntad, pero igual me pegan). Me quedo con el episodio más sutil, el último de la boda.

Una de esas películas que sirven para tomar ejemplo al revés y no hacer lo que hacen sus personajes. Hay muchas otras vías, el laberinto del alma humana da para eso y mucho más.