lunes, 11 de junio de 2012

Maneras de vivir


Por Tesa Vigal

Maneras de vivir, (que diría Rosendo) surgiendo de las diferentes respuestas a un montón de preguntas. 

-¿Para qué se empeñan algunos en comprar cosas innecesarias? (consumismo)
-¿Por qué evitamos discernir entre lo que necesitamos de verdad y lo que nos hacen creer que es deseable?
En este apartado entran un montón de cosas que acaban esclavizándonos. Desde 'juguetitos' tecnológicos con toda la pinta de ser algo sustitutorio, cuando no directamente adictivo, hasta productos para matar ácaros, por ejemplo, vendiéndonos una limpieza aséptica con vocación delirante. Una limpieza artificiosa y surrealista, que lo único que consigue es convertirnos en flores de estufa, carne de alergias a la propia naturaleza  y pulverizando nuestras defensas naturales a bacterias inocuas. Convertir lo sensato y necesario de limpiarnos nosotros y nuestra casa en algo forzado y extremo, dañino en último término para nuestra propia salud, sólo para vender productos innecesarios (una vez más).

También convencernos de la 'sensatez' de pedir préstamos a bancos para ser propietarios de una casa. Tener una casa propia está muy bien, sería estupendo aunque no imprescindible, siempre que podamos pagarla sin endeudar nuestra vida, hipotecando nuestra libertad en un banco. Cuando la gente hablaba de lo 'racional' de hacerlo, en estos años pasados de fiebre crediticia, lo hacía con argumentos mercantilistas que dejaban de lado la libertad personal, eso que sí que es valioso, tanto que no tiene precio. Pero, claro, la visión mercantilista de la vida se basa precisamente en eso, en confundir precio con valor. De ahí que abunden los cínicos, esos que definía tan exactamente Oscar Wilde: "Cínico es aquel que conoce el precio de todo y el valor de nada".

El extremo de esa visión se plasmaba en la opinión de muchos al confundir independencia con la propiedad de una casa. Existe algo llamado alquiler (por cierto algo absolutamente generalizado en otros países europeos que sí que valoran la independencia), otra llamada casas compartidas que no sólo es recomendable y sensato, sino enriquecedor para cualquier joven que se marche de casa de su familia para tener la suya propia. Ahí está otra de las confusiones perversas. Se llegó a hacer creer que la palabra 'propia' era sinónimo de legalidad mercantil.
En fin, supongo que lo principal sería comprar sólo lo que uno puede pagar y disfrutar de lo que se tiene, y no me refiero sólo a cuestiones materiales, que es por donde han ido los tiros en estos últimos tiempos.
-¿A dónde conduce la publicidad de una extrema salud si, como todas las obsesiones, el resultado es robarle sitio a la vida? No sé si me explico, me refiero a alguien que no tiene vida para vivir pero, eso sí, está 'sanísimo'.  De nuevo aparece una sustitución de lo espiritual por lo físico.
Toda tecnología es neutral. Depende de cómo se use.

-¿Por qué mucha gente en una fiesta en lugar de conocer a las personas de alrededor, o charlar con sus amigos, se dedica a mirar las pantallistas de móviles, tabletas y demás zarandajas? ¿No habíamos quedado en que una de sus utilidades era aumentar la comunicación? ¿Cómo es que muchos usan esa tecnología justo para lo contrario?
-¿De qué nos sirve el miedo a los cambios y a lo desconocido? Para que nos devore la comodidad de la rutina. Para impedirnos conocer, explorar, volar. Para aferrarnos a etiquetas que nos limiten. Para convertir nuestra vida en una sucesión interminable de un mismo día repetido hasta nuestra muerte. En esto, como en todo, supongo que hay que discernir en cada momento y dejar su lugar a lo sensato y lo práctico, pero sin que se convierta en miedo. Está muy bien trabajar en algo con futuro siempre que ese futuro sea de verdad nuestro. O vivir toda la vida en el lugar de nacimiento si eso es lo que nos hace felices. O identificarnos con una ocupación, siempre que sea la que nos hace sentirnos bien. O seguir tratando de trabajar en lo que nos gusta, si mientras tanto aceptamos cualquier otra labor que nos brinde la oportunidad de ganarnos la vida. Siempre que no acabemos confundiendo que se trabaja para vivir y no al revés. Todos hemos caído alguna vez en estas trampas. Somos humanos, pero también como humanos tenemos la capacidad de pensar, de sentir, de elegir, de empezar, de negar, aunque en ocasiones el miedo atenace y paralice. Ese es el efecto del miedo. Y aunque pueda dominarnos, también es posible actúar a pesar de él, o con él. 

Estas líneas que escribo son una invocación de libertad, un intento de romper cárceles internas o circunstanciales. Un deseo de ayuda y ánimo, empezando por mí misma. No sé si sirven para algo, pero así me han salido. Todos somos tan pequeños y al mismo tiempo tan enormes... Ambas cosas dan vértigo. Aunque creo que de eso se trata. De ser conscientes, sobre todo en las situaciones más desesperadas, de que la vida incluyendo la nuestra, es mucho más infinita de lo que imaginamos. 

Acabo con dos citas para animarme-animarnos. Una es de Fitzgerald (ese escritor hermoso y maldito): "Si te niegas a pensar, otros tienen que pensar por ti y les cedes el poder, dejas que perviertan y reglamenten tus inclinaciones naturales, que te civilicen y te esterilicen”.
Y otra de Castaneda (ese escritor que nos devolvió a mediados del siglo XX la sabiduría india): "Para un hombre que ha perdido su alma todo lo que le sucede es una bendición o una maldición, para un hombre de conocimiento todo es un desafío".  

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