Por Tesa Vigal
La actualidad no es garantía de nada. Es lógico que los libros y películas memorables sean escasos, por eso es inevitable que la mayoría de los surgidos en un mes, incluso en un año, sean olvidables y con suerte, algunos interesantes. Por eso siempre me ha dado igual el lugar y el tiempo en que aparecen (de ahí los blogs complementarios de libros con aliento y película secreta, cuyos enlaces aparecen al lado de estas líneas). Incluso con el clima pasa algo parecido. Hoy es el primer día de invierno, pero aún se están cayendo las hojas de los árboles (¡?). ¿Notáis el cambio climático en todas partes? Desde hace unos cinco años, en Madrid, el otoño se retrasa, la primavera se adelanta y hoy, diciembre parece octubre. Quiero que los árboles sigan vivos, que se les caigan las hojas en otoño, que siga habiendo cuatro estaciones.
Bueno, aparte de mi preocupación por los árboles, están las jam session gratuitas, los miércoles y domingos, en El Plaza jazz club. Sitio pequeño y acogedor, justo enfrente de los cines Renoir en la calle Martín de los Heros.
Precisamente en los cines Renoir he visto, la semana pasada, una insólita, interesante película del argentino Lisandro Alonso. Se titula 'Jauja' y no logro entenderlo porque Jauja es un lugar mítico de abundancia y paraíso (incluso se cuenta al principio de la peli en un cartel explicativo, lo que resulta un tanto obvio) y, sin embargo, la película nos mete en un lugar árido, cerrado, aunque se trata de enormes paisajes en los que perderse. Quizás sea esa la razón. Mostrar la imposibilidad de jauja, pero entonces se tendría que partir de un lugar en apariencia maravilloso que acabara revelando su lado oscuro ¿no? No tengo ni idea.
Ese giro a contrapelo también está presente en el final de la película, cuando el paso del tiempo parece invertido. La chica tira al agua el muñequito de madera en la época actual (en un par de escenas únicas, porque toda la historia transcurre en el siglo XIX), pero el muñequito reaparece de nuevo en el siglo anterior. Curiosa voltereta en esa peli que por momentos me atrapó, sin llegar a conmoverme, con toques poéticos y recorrido interior de su protagonista Viggo Mortensen (tan buen actor como siempre). Me gustaron algunas imágenes, me atraía lo onírico de ciertas escenas, cuando el viajero perdido en el desierto rocoso (quizás el tipo de desierto más árido) se encuentra con una mujer solitaria viviendo en una cueva, con su perro y su manantial. ¿Sus sentimientos, su parte femenina olvidada? Pero la historia es demasiado fría, premeditada, al menos esa fue mi impresión. Lo mejor de ella es que es una película extraña.
Y he leído el libro de Vicente Valero titulado, precisamente, 'Los extraños'. Sobre esos familiares, o antepasados, de los que apenas se sabe, ni se cuenta nada, pero dejaron su huella diferente por su actitud, su periplo vital, o sus circunstancias. Un abuelo que murió a los 28 años. Un tío abuelo que se fue de su pueblecito natal para convertirse en artista de variedades. Un militar republicano, filósofo y practicante de yoga. Libro muy interesante y recomendable.
Tanto el clima, como las pelis y el libro que he leído este mes me han producido sensaciones encontradas. Lo que no acaba de ser. Lo que sugiere, pero no demasiado. Lo que apunta sin firmeza. Tanteos vitales. A lo mejor también yo he vivido así este mes y por eso me molesta. Además en mis blogs me gusta hablar sólo de lo que amo, de lo que me ha gustado mucho. Quizás por eso nunca he entendido el oficio de crítico (quitándome el sombrero, porque yo sería incapaz de tragarme todo lo actual, sin que mediara mi gusto personal, para luego hablar de ello), incluso a veces me conmueve su afán imposible por la objetividad.
En fin, toda mi subjetividad y yo hemos sentido en este mes que no somos nadie.
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