Por Tesa Vigal
Esta película independiente de Shainne Gabel (título original 'A love song for Bobby Long') me pareció todo un blues y no por la maravillosa música de New Orleans donde está ambientada, sino porque esa es su atmósfera. Honda, sencilla, subterránea por momentos, inadaptada, arrastrándose como un saxo por esquinas cotidianas, corazones sin salida, soledad. No en vano el libro tan querido por dos de sus personajes es el turbador, triste, fascinante 'El corazón es un cazador solitario' de la gran Carson Mc Cullers (hablé hace poco de su relato 'La balada del café triste' en http://www.librosconaliento.blogspot.com ). Un libro sobre perdedores, inadaptados varios, que va soltando su melancolía sobre cualquier reunión de amigos al atardecer. Un escritor culpable, un antiguo profesor atormentado, una chica en busca de la casa de su madre muerta, cantante de blues, donde viven sus amigos refugiados en ella en nombre de la soledad en compañía.
Y es de esas películas que son pequeñas, sin pretensiones, sin largos alcances, de las que dices que no es nada del otro mundo, pero tienes que reconocer que su atmósfera se te ha metido dentro. La auténtica interpretación de una Scarlett Johansson de 18 años no me sorprendió demasiado, pero sí la enorme humanidad que aporta a su personaje John Travolta y el resto de personajes secundarios que se miran a los ojos sin esperar nada, siendo ellos mismos sin acabar de estar. Quizás eso convierte a alguien en inadaptado en tiempos en los que predomina el estar y el tener.
Uno de ellos menciona que los libros son mejores que la vida. Me quedé con esa frase porque no dice que sean más bonitos, sino mejores. A mí me sugirió esa esencia de la ficción que se centra en explorar los hilos de una vida, para encontrar su sentido. Algo que tratamos de hacer con la nuestra, en esas etapas en las que se impone el cuestionarlo todo y nos perdemos en los momentos muertos, en los que vivimos sin vivir. La ficción los deshecha para centrarse en el hilo de la trama de la vida que sí tiene sentido, que sí es vivida, que sí que apunta al alma aunque sigamos entre interrogantes.
Otra frase es "el camino más directo al cielo pasa por el infierno". Me recuerda a un verso del enorme músico Lou Reed, en una de sus canciones: "Hay que atravesar el fuego para llegar a la luz". Y quizás hay que hacerlo sin intenciones, sin prisa, aquí y ahora. Como diría Bob Dylan: "Quien no está ocupado naciendo está ocupado muriendo".
De esta película no esperéis gran cosa, pero la recomiendo.
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