domingo, 4 de agosto de 2019

Contrcult 9: libertad antes que seguridad en Woodstock 1969

Por Tesa Vigal

En ese mítico festival se reflejó la preferencia de la libertad exploratoria, dejando en segundo plano esa ilusoria seguridad, tan querida y buscada en estos tiempos. Este año se cumplen 50 años de ese festival, más que pionero, único, porque no fue un simple cartel de músicos, como en los actuales festivales, sino tres días de libertad, paz, experimento y música. Incluso varios de sus músicos participantes, que se convirtieron en legendarios, eran entonces casi desconocidos. 

Yo no supe de su existencia hasta años después, aunque era una pequeña adolescente apasionada ya por la música y los libros, fascinada por los hippies y soñando con irme de casa algún día. Mi recuerdo de aquel verano fue por otro acontecimiento (del que también se cumplen 50 años), un mes antes del festival, la llegada a la luna en julio, quedándome de madrugada viendo la tele, mientras mi familia dormía, esperando la conexión con el alunizaje mientras en la tele ponían una película de Doris Day, de la que nunca vi el final porque la interrumpieron para conectar con la luna (no me importó). También fue el año de los asesinatos de Sharon Tate y sus amigos por el temible y descerebrado gurú (¿alguno no lo es?) Charles Mason. Un año, por tanto, en el que se fundieron luces y sombras, recordándonos a los seres humanos que el misterioso laberinto del mundo está siempre más allá de buenas intenciones, dogmas, banderas, violencia, reivindicaciones o ciencia. 

Al enterarme de la suspensión del festival, celebrando el aniversario de Woodstock, no me extrañó porque lo mágico es excepcional. Estoy de acuerdo con el texto escrito por Diego Manrique, en El País, ese festival es irrepetible. Empezó de manera más o menos lógica, la intención de un veinteañero, Michael Lang, de reunir al aire libre a músicos y espectadores durante tres días, del 15 al 17 de agosto de 1969. Y no fue en el propio Woodstock, porque sus habitantes se opusieron a recibir hippies, sino en una granja lechera a 69 Kilómetros de distancia. Fue un fracaso económico, porque las entradas vendidas no sirvieron para nada. Es más, mucha gente con entrada se quedó fuera por los gigantescos atascos y aunque el aforo era para unas 200.000 personas, llegaron el doble y otras 200.ooo se quedaron atascadas en el camino. Los organizadores decidieron dejar entrar a todo el mundo, en realidad ya no había vallas, ni puertas, ni nada parecido. 

Al año siguiente se estrenó el documental dirigido por Michael Wadleigh y montado por Scorsese que consiguió un oscar: 'Wodstock: 3 days of peace and music'. También hay discos recopilatorios, el más importante 'Wodstock: music from the original soundtrack and more', relanzado en cedé, en 1994. 

La mayoría de la gente durmió a la intemperie, con instalaciones sanitarias insuficientes, insuficiente comida, organización más que desbordada, órdenes a los medios de comunicación para que publicaran opiniones contrarias al festival y protestas vecinales. Hubo caos, rayos y truenos que obligaron a suspender el concierto varias horas, ayuda de una comuna repartiendo bocadillos, protestas contra la guerra de Vietnam, tres muertes (una por sobredosis, otra por apendicitis y un atropellado por un tractor, 450 vacas sueltas entre los asistentes, muchos petas y otras drogas, niños, 100 arrestos por posesión de drogas, dos nacimientos, lluvia que convirtió en barrizal el suelo, gente rebozada en el barro, y la actuación de artistas memorables, unos consagrados como Joe Coker y Santana, otros que se revelaron allí con luz propia, aunque ya habían actuado antes, como Janis Joplin y Hendrix y los que ya eran bastante conocidos como la mítica Creedence, The Who, The Band, o Jefferson Airplane. El último que tocó fue Hendrix, cuando ya se había marchado casi todo el mundo.  

He encontrado trailers del documental de apenas dos minutos, y pedazos más o menos deficientes de actuaciones de Janis, Hendrix y Joe Coker, pero he preferido incluir aquí un poquito de la legendaria Creedence, que actuaron de madrugada tras las tormentas, con la mayoría de la gente durmiendo en el barro, o colocada. Al ver, perplejos, el panorama, el enorme vocalista John Fogerty se animó al oír una voz entre el público que decía: "No te preocupes, John, estamos contigo".  



   

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