viernes, 4 de octubre de 2019

Contrcult 11- Conexión con la naturaleza, la aldea ecológica de Matavenero

Por Tesa Vigal

Conexión, no utilización, aunque sea por buenos motivos de moda como el senderismo, o cualquier otro tipo de deporte o vida sana. Al hablar con una gente, hace poco, sobre sentir la naturaleza y por tanto disfrutar de ella sin tener que llegar, por narices, a tal punto o a tal kilómetro, ni tampoco usarla como un gimnasio para estar en forma, me miraban sin entender. Debían ser buenos 'rostros pálidos' y considerar que la naturaleza está para usarla por motivos prácticos, en lugar de sentir lo evidente: que somos nosotros los que formamos parte de ella. 

Un paso más fue, en la contracultura, volver a vivir en ella en condiciones muy duras, como en el ejemplo de Matavenero, la aldea ecológica del Bierzo surgida en el año 1989, cuando unos alemanes se fueron a vivir en aquella aldea abandonada desde hacía muchos años. Son dos temas diferentes, sí, pero creo que relacionados. No se trata sólo de reploblar pueblos abandonados sino la forma de hacerlo. Cuando la visité en los 90, aún no existía el albergue para visitas del que se habla en el vídeo, sino que los visitantes dormían en un enorme tipi. Fue una de las primeras cosas que vi, al acabar de subir por el sendero entre bosque y arroyos, por donde los niños bajaban a la escuela del pueblo. Por lo que he visto en el vídeo, ahora ya tienen escuela en la aldea. 



Mi impresión fue haber llegado a un nido de águilas, poblado por hippies de todas las nacionalidades, caballos, gallinas picoteando el suelo furiosamente, un bebé desnudo gateando por la hierba con tanta resolución como las gallinas, y adultos a los que vi al atardecer, acabado su trabajo, cuando aparecieron por el bar-comedor (apenas media barra con café de puchero y tres o cuatro mesas), pero con una pequeña galería de madera con una visión sobre las montañas que me hizo recogerme instintivamente, con una mezcla de asombrado respeto y una belleza que casi aturdía. 

Sólo estuve allí un día y una noche. Pero, aunque mis motivos personales me hubieran dejado quedarme más tiempo, creo que hubiera seguido sintiendo que no podría vivir allí. No sólo por ser un duro trabajo que me desbordaría, sino por la duda de llegar a congeniar con mis vecinos, algo que no siempre pasa. Mi impresión, por lo tanto, acaba aquí. Para los que tengan curiosidad por el tema, el vídeo es de hace pocos años, y he visto que tienen un blog con entradas recientes. Así que el lugar sigue existiendo.         

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