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sábado, 27 de febrero de 2016

8 películas con toque


Por Tesa Vigal

Todas ellas interesantes, con momentos que rozan lo memorable, por eso las recomiendo, aunque echando de menos ese algo que las convierte, para mí, en irrepetibles. Pero recuerdo que yo no pretendo hacer críticas, tampoco pretendo acercarme a lo objetivo, sólo escribo reseñas, sólo mis impresiones personales (por eso me interesan tanto las de los demás), esa huella única que deja en cada persona una visión diferente de lo que sea. Y advierto esto, tan obvio, porque hay gente que sí aprecia niveles considerables de calidad en estas 8 pelis. Yo no tanto, pero me han gustado bastante.

Por orden alfabético: 
Carol de Todd Haynes / 45 años de Andrew Haigh / La juventud de Paolo Sorrentino / Mia madre de Nanni Moretti / El puente de los espías de Spielberg / Spotlight de Tom McCarthy / Sufragistas de Sarah Gavron / Truman de Cesc Gay.

Carol
De Todd Haynes me quedo con su peli 'I'm not there', tan laberíntica como el propio Dylan y sus diferentes facetas. En ella Cate Blanchett interpretaba a la faceta eléctrica de Dylan y se ganó merecidamente un oscar ese año. En 'Carol' volvió a transmitirme tantos matices por segundo que vuelve crónica mi admiración por esta actriz. Pero no se queda atrás su pareja, Rooney Mara, en esta historia tan sutil, tan atmosférica, que transmite las sensaciones imparables de enamorarse de alguien, cuando todo se vuelve escurridizo, intenso, leve, brumoso, hondo, irreversible... Y así son muchas de las imágenes para plasmarlo, como ciertas miradas y los reflejos de reflejos a través de las ventanillas de un coche.

45 años
Y hablando de miradas, la de Charlotte Rampling siempre fue de las que calan. Ella protagoniza '45 años', la historia de un derrumbe personal cuyo detonador es una carta que llega, pero no lo provoca en realidad ese hecho sino la manera de vivirlo. Un matrimonio basado en una apuesta ilusoria, sin culpables. La melancolía tiñendo delicadamente el pasado, hasta convertirlo en rabiosa frustración. Si fuera música, esta peli sería un tema de jazz a contrapelo. 

Creo que sin la presencia inmensa de Michael Caine y Harvey Keitel, 'La juventud' se desinflaría. El primero vive su vejez sin ilusión, sin amargura, sin intenciones, centrado en lo cotidiano con una sobriedad que le lleva a rechazar la petición de la reina, para que vuelva a dirigir un concierto, porque no le
La juventud
apetece. A esas alturas de la vida lo natural es, por fin, expresarse. También quiere expresarse Harvey Keitel, pero dirigiendo su última película, esto es, creativamente. Él vive su vejez como una última etapa de duración desconocida, sabiendo la diferencia entre vivir y sobrevivir, y actuando en consecuencia. Y si digo esto no es por hablar de la trama, sino porque ambos actores lo transmiten con un melancolía, más o menos desesperada. Como uno de ellos le recuerda al otro: los sentimientos son la clave.

De 'Mia madre' me gustó la fractura en dos partes de la vida de su protagonista. Por un lado directora de cine en pleno rodaje y por otro las visitas a su madre, que se está muriendo lentamente en el hospital. Historia sobre lo
Mia madre
pasajero que pervive y la permanencia de lo fugaz. Cuando aparentemente es lo mismo, pero no. Y me encantó la presencia del gran actor John Turturro, como un actor americano que se suma al rodaje de la peli, cuestionándola por el simple hecho de ser él mismo: insoportable, chiflado, encantador, torpe.

En 'El puente de los espías' me atrapó la fluidez, casi mágica, de la historia de ese abogado (que existió en realidad) que defiende en serio a un espía ruso detenido, a quien todos quieren ver muerto, exigiendo pruebas y echando por tierra otras, (y no sólo para quedar bien legalmente como le piden el juez y el fiscal). Aparte de que la opinión pública le detesta, hay quien llega a disparar a
El puente de los espías
través de la ventanas de su casa. Y ese tema de no poder actuar más que de la forma que se actúa, pase lo que pase, que suele traer problemas, siempre me fascinó porque la gente que lo hace suele ser incomprendida o malinterpretada por muchos. En este caso también es jodido ser un bicho raro. Y me encanta el espía ruso (que también existió) con su pinta de hombrecillo inofensivo, que vivió durante más de diez años infiltrado en Estados Unidos. 

En 'Spotlight' está Mark Ruffalo (me encanta ese actor) y además rescata la historia de una investigación periodística, eso que espero que nunca desaparezca, a pesar del declive de los medios de comunicación, cada vez más rápidos, aunque eso implique ser un mal periodista que no contraste fuentes ni noticias, y menos profundos. En este caso la investigación sobre los
Spotlight
abusos de la iglesia católica a niños, que se llevó el premio pulitzer 2003. Pero a la forma de contar la historia le falta algo de mordiente, de emoción, a pesar de Ruffalo. Y yo recordaba, sin querer, la inolvidable 'todos los hombres del presidente' de Pakula con los maravillosos Dustin Hoffman y Robert Redfort.


'Sufragistas' es necesaria, interesante, conmovedora por el tema que trata. Hay gente que no sabe que fueron las primeras mujeres en la Inglaterra de hace 100 años, que lucharon para conseguir el voto femenino (doy fe, alguien me preguntó qué era eso, a la puerta del cine). Pero eché en falta más hondura en la vida personal de sus protagonistas. Precisamente porque todos moriremos y
Sufragistas
dentro de un tiempo nadie nos recordará, me conmueve lo único, intransferible de cada vida humana. Todos somos prescindibles, pero todos somos insustituibles. Lo mejor, la enorme humanidad que transmite la gran actriz Carey Mulligan (a quien descubrí en 'Shame'). Y su papel divulgador, claro, de que sólo hace 100 años, ninguna mujer en todo el planeta existía por sí misma más que como propiedad de su padre, su marido, o su hermano. 



Truman
'Truman' es el nombre del perro de uno de los dos amigos de esta historia agridulce, en circunstancias excepcionales. La forma de vivir implica la forma de morir. Cuando se hace evidente que ayudar a alguien es hacerlo cuando el otro lo pide y dándole, si podemos, lo que pide. Y no lo que consideramos mejor para él. Jodido tema. Entrañable, melancólica historia con dos grandes actores como Javier Cámara y Ricardo Darín. Sobre el lugar cotidiano que a veces logra lo extraordinario, y cómo resolverlo.

     

     




  

domingo, 16 de diciembre de 2012

Alma en los ojos de un tigre ('Vida de Pi de Ang Lee y 'Una pistola en cada mano' de Cesc Gay)


Por Tesa Vigal

Alma por todas partes. Yo diría que ese era el meollo de la contracultura de los movimientos hippies y roqueros de los años sesenta y setenta. Por eso era contracultura, porque iba en otra dirección muy distinta de la sociedad de consumo, en la que lo importante era lo material. Lo que se tenía y no lo que se era. ¿Os suena? Una ¿evolución? que seguiría pendiente y con más razón en estos tiempo convulsos, que parecen pedirlo a gritos. Como dijo John Lennon en el libro 'Lennon recuerda' (larga entrevista de Jann Wenner en los setenta), cuando le pregunta su opinión sobre aquellos movimientos: "fue una simple ojeada a todas las posibilidades".

El hindú llamado Pi de la película de Ang Lee ve el alma en los ojos del tigre llamado Richard Parquer. También la ven los indios sioux que lo sigan siendo, y cualquiera que así lo sienta, aunque haya nacido en el centro de una ciudad occidental. Aquí va el trailer del que me gustan las imágenes, aunque las frasecitas que lo acompañan se quedan al nivel superficial de un trailer.
"http://www.youtube.com/embed/kxAGTwzMb7w

La película es insólita porque ya lo es la novela en la que se basa de Jean Martel. Más allá de la historia inusual de Pi, un náufrago que tiene que compartir barca y peripecias con un tigre de Bengala, está su manera de vivirla. Desde la loca exaltación que siente al comenzar la tormenta que provocará el naufragio, hasta el descubrimiento de que el motivo por el que sobrevivirá es, precisamente, la dureza enloquecedora de tener que compartir ese naufragio con Richard Parquer, el tigre. Pasando por esa escena sobrecogedora en la que Pi desea saber qué es lo que ve el tigre, cuando le observa contemplando fijamente la inmensa y misteriosa noche estrellada sobre ese mar inabarcable que les cobija, les amenaza, les sugiere, les empuja, les pregunta, les saca fuera de sí, y les arroja dentro de sí mismos.

Creo que casi todos en la vida, al menos una vez, se ha encontrado en una situación así. Empezando por la gente inmersa en una crisis de cualquier tipo. Cuando el suelo desaparece bajo los pies, se pierde lo que se tenía (que puede ser material, psíquico, emocional, o incluso todo junto) y lo que nos rodea tiene una nueva brújula en la que las coordenadas son desconocidas, cada cosa tiene que ser nombrada de nuevo, el empezar de cero es inevitable y vertiginoso, y tenemos que mirarnos a los ojos, a los nuestros y a los  otros y resistir el miedo y el enigma respondiendo, actuando con ello.
vídeo

Curiosamente una película de Cesc Gay, que nada tiene que ver con la de Ang Lee, 'Una pistola en cada mano', me dio la impresión de que cuenta los momentos previos a tocar fondo de los que hablaría la vida de Pi. Si las personas que pueblan esta historia coral de magníficos actores (Leonardo Sbaraglia, Luis Tosar, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Candela Peña, Alberto San Juan, Jordi Mollá, Leonor Waitling, Javier Cámara, Eduardo Noriega...) siguieran viviendo su vida más allá del punto y final de la película se encontrarían compartiendo un naufragio con un tigre de Bengala. Pero de eso ya no habla la película, sino de los momentos previos, aparentemente cotidianos, tiernos, ridículos, contradictorios... En los que cabe el sentido del humor y el absurdo caminando hacia otra historia. 
Tengo la impresión de que en el fondo de todos los seres humanos se encuentra el alma pura, salvaje, enigmática, profunda, oscura y luminosa de los ojos de un tigre. Para bien y para mal y abarcando ambas cosas en el tremendo misterio de la vida que siempre está ahí, esperando...