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miércoles, 5 de julio de 2017

Mundos paralelos bajo la forma de islas legendarias: Avalon y San Borondón


Por Tesa Vigal

Esta entrada es para el vértigo de soñar, explorar, especular, o imaginar sin límites.
Aunque la física cuántica es parte de la ciencia, a mí me suena a poesía, magia, surrealismo, sueños, y por eso me fascinan sus teorías sobre la materia oscura, la mayor parte de la materia existente en el universo, los experimentos con partículas que una vez estuvieron juntas y, al separarlas, siguen reaccionando al mismo tiempo ante la misma estimulación, el gato metido en una caja que puede estar muerto o vivo antes de abrirla en uno de los universos posibles. 

Esta última teoría, sobre la existencia de universos paralelos, es la que más me hechiza; o casi. Quizás porque me parece lógica, dada la impresión de misterio que siempre me ha trasmitido el mundo y sus seres, incluyendo personas, la sensación de que siempre hay más lados, facetas, rincones, puertas… En un infinito laberinto que abarca lo pequeño, lo grande y, a continuación, todo lo pone entre interrogaciones porque el mundo es producto de nuestra percepción personal. Por eso, es igual de extraño vivir que morir, la existencia de una ardilla o un fantasma, de terrícolas o jupiterinos, de gente maravillosa y deleznable, de pavor y maravilla como diría Don Juan Matus, el indio de Castaneda. Me encanta esa frase por enorme, por sabia, la repito mucho, debería cortarme un poquito.

Y, la más inquietante consecuencia, la posibilidad de infinitos mundos paralelos, surgidos de cada decisión. En este mundo tú decides no casarte, volver a tu país, cruzar esa calle, abrir esa puerta, estudiar tal cosa… Y en el mundo paralelo correspondiente te casas, no regresas, no abres la puerta, estudias otra cosa, no cruzas la calle.  

No sé si existen los territorios fabulosos, los lugares paralelos habitados por los espíritus de la naturaleza, las islas flotantes, las que aparecen y desaparecen como si su mundo y el nuestro hubieran tomado contacto por un tiempo limitado. Pero me gustaría. A continuación, algo de lo que se cuenta sobre ellas.

Ambas islas existirían, “de alguna manera y en algún momento”. Una, cerca de la colina de Glastonbury (Inglaterra). La otra, sería una supuesta octava isla canaria, la más occidental de todas ellas. Ese es uno de los puntos clave: el Oeste, el lugar donde el sol se pone, el lugar de la muerte. Un lugar de transformación, interior y/o exterior, la puerta a otro mundo. Ambas parecen ser materializaciones de un mismo espacio mítico, donde desaparecerían las coordenadas espacio temporales de nuestro mundo y se entraría en otra dimensión más espiritual que física, en cuanto que según estas leyendas sólo quien tiene los ojos y el interior abiertos (corazón y espíritu) podrá acceder a su geografía física.

Incluso coinciden en una de sus múltiples denominaciones. Ambas han sido llamadas, entre otras cosas, islas afortunadas. Y a su vez pertenecerían a ese tipo de territorios míticos, reinos o ciudades, como Shambala, o las ciudades “perdidas” de Sudamérica.

Su carácter legendario tiene dos vertientes. Una sería su naturaleza más espiritual que física. Otra sería una parcial naturaleza física, pero perteneciente a otra dimensión, lo que enlazaría estos territorios con la existencia de mundos paralelos, a modo del reino borroso, el país de hadas y duendes que coexistiría con el plano humano de manera paralela, aunque a veces se cruzarían en puntos, o lugares comunes. Momentos del espacio y espacios temporales, que serían umbrales de apertura, puertas que podrían abrirse y cerrarse en cualquier momento inesperado y en determinados tiempos fronterizos: amanecer, atardecer y días o noches de solsticio, el de verano, la noche de las hogueras de San Juan, 21 de junio santificado y trasladado al 23 por la iglesia para tratar de separarlo de la fiesta pagana, y el de invierno, navidad. Esta asociación con el pueblo gentil está plasmada concretamente en la Isla de Avalon, en la que salen a relucir nombres como la Dama del Lago o el Hada Morgana.

'Excalibur' de John Boorman, en el centro una joven Helen Mirren como el hada Morgana
Hay, además, una característica del país borroso cuya lógica interna encajaría con el tipo de avistamientos de estos territorios. Es la capacidad del “encanto”, el poder materializador de hadas y duendes, moldeando la forma de las cosas con su deseo puro, esto es sin mezclas (también parte de su naturaleza, en este caso de su forma de sentir y actuar). Así modificarían su propia forma, de ahí la variedad de las imágenes con las que se aparecen ante el testigo humano. Y relacionándolas con las imágenes arquetípicas que ya posee ese testigo, con sus propias creencias y simbología.
Ese aire de mundo aparte vendría remarcado por ser islas, lugares separados y rodeados por el mar, que simbólicamente es el inconsciente, la fuente de la vida no sólo material sino emotiva y espiritual. Y, como territorios distintos, tendrían características ajenas a la normal apariencia de la vida en la geografía humana, como la inmortalidad, la ausencia de fatiga y la materialización extraordinaria, o la abundancia inagotable.

El Merlín de 'Excalibur'
Las islas son, además, uno de los espacios favoritos de las hadas. Habitarían en algunas exclusivamente “suyas” y en otras compartidas con el ser humano. Algunas serían islas flotantes, sin asidero firme como las islas humanas, otras se hallarían sumergidas parcial o completamente, saliendo a la superficie en ciertos momentos, y existe la creencia de que es posible acceder a ellas cada 7 años, y conseguir que se mantengan emergidas si se lleva el fuego a ellas.

En las islas españolas se cuenta que albergan este tipo de habitantes. El follet, es un duende de las islas baleares, doméstico y apegado a uno de los habitantes de una casa. Servicial y bondadoso, muy activo y juguetón, con la típica forma de jugar y embromar a los habitantes de una casa, escondiéndoles las cosas. Y con la particularidad de traspasar, al humano que él elija, el poder materializador de modificar su apariencia física. Pero también existe el barruguet, un duende molesto a quien le encanta martirizar y hacer rabiar a los humanos. Tiene brazos desproporcionadamente largos, barba y voz ronca y fama de perverso y lascivo. Sus lugares favoritos para vivir son cuevas, molinos, agujeros de las paredes, pozos y cisternas. 

Mapa de Agustín del Castillo,
del siglo XVIII
También se habla de hadas, llamadas a veces Damas Blancas y relacionadas con cuevas y fuentes, una vez más. Y tengo que contar aquí una experiencia que le sucedió a un amigo, en una casa retirada en el campo de la isla de Ibiza, de la que salió huyendo con su novia tras tres noches de oír, aterrados, el impactante sonido de gigantescas puertas metálicas abriéndose y cerrándose bajo tierra.

En las Canarias, se han perdido las referencias mitológicas de los guanches y los seres mágicos que ahora la pueblan son espíritus que recorren los campos pudiendo adoptar formas de perros o gatos blancos, que tan pronto pueden guiar rebaños como perseguir a personas, provocar estrépitos, o irrumpir en la vida cotidiana de alguna manera. Es curiosa su manera de hacer notar su presencia en una casa, produciendo el ruido de caída de gotas de agua y a continuación comenzar con sus “bromas”. También hay seres encantados cerca de algunas fuentes. Y “seres blancos” de ambos sexos en muy especiales lugares. Por ejemplo, en el barranco de Badajoz en Tenerife donde existen numerosos testimonios de apariciones mágicas. Y luces misteriosas, a veces asociadas con el fenómeno ovni, en numerosos lugares del archipiélago. Existe una fotografía en la caldera de Taburiente en la isla de la Palma, hecha a dos niños. Detrás de ellos, en la foto revelada aparece una figura blanca de aspecto femenino, una vez descartados orígenes técnicos en el laboratorio fotográfico. 

Más que de hadas, en Canarias se habla de espíritus, de antiguas y poderosas civilizaciones paralelas, y de puertas inducidas, donde al cruzarlas el tiempo se modifica, característica típica del acceso al país borroso. En el pueblo de San Juan en Tenerife, se cuenta la historia de una niña que se quedó dormida en una cueva y al despertar habían pasado 30 años humanos. Es curioso el hecho de que actualmente se ha cerrado la puerta de dicha cueva, aunque los vecinos no la olvidan y saben de sus propiedades de acceso a otros mundos. (Recomendamos vivamente la trilogía sobre duendes, hadas y gnomos en España, de Jesús Callejo y Carlos Canales para más detalles sobre la naturaleza de los seres del país borroso en toda la península ibérica). Y la entrada sobre ellos en este blog:

A continuación, San Borondón (arriba mapa francés con la isla de San Borondón en el círculo rojo) y Avalon, mencionando algunas de sus referencias históricas, físicas y legendarias.
San Borondón
Por supuesto existe una hipótesis racional a sus avistamientos, hablando de reflejos y espejismos. Y ciertamente suena muy sensato, sólo que eso sólo, como suele suceder, no explicaría toda la leyenda sobre ella. Tan sólo sería una base, quizás sólo su cara física.

El nombre se deriva de un monje irlandés, medieval, llamado Barandán o Brandán nacido en 480. Es curioso que aquí surja otro nexo en común entre ambas islas, el nexo celta, la religión anterior al cristianismo.

Se trata de uno de esos santos curiosos, de vida sumergida en brumas y maravillas, aunque es cierto que existió históricamente, y de él han quedado escritos, entre otros algunos tratados geográficos y astronómicos, una regla monástica, unas “Revelationes” de carácter profético y su “Navigatio” en donde relata sus viajes marítimos y en concreto atlánticos, que fue el origen de la leyenda por la que es conocido.

Su figura permaneció en el olvido hasta el siglo XI cuando diversos monjes, entre otros el abad de Cluny Raoul Glaber, empezaron a difundir sus viajes oceánicos, incluyendo ya sus detalles maravillosos y una gran riqueza simbólica, en varias versiones de la “Navigatio” del santo, inspiradas tanto en el aire iniciático de la Odisea homérica, como en los relatos fabulosos de las “1001 noches”. Se trata de la misma simbología que conforma la tradición mágica o esotérica ancestral. Por ejemplo, en una de sus peripecias, San Borondón y sus compañeros recalan en una isla que es en realidad una ballena (como en el famoso pasaje de las 1001 noches, dentro del relato de Simbad), aunque es una imagen ampliamente extendida en diferentes culturas. Una isla ballena es una tierra viva, capaz de acoger y cuidar a los que tienen conciencia de esa cualidad esencial, que sumada a otro elemento vivo, como el agua, remarca el origen sagrado de todo lo existente, y permite alcanzar la “meta”, el “puerto”, a quienes saben reconocer e identificar su profunda naturaleza.

Borondón y los suyos recalan también en una tierra donde crece la hierba que conduce a la locura. Si la consideramos en su acepción antigua, como un misterioso don divino, se relacionaría con el estado de conciencia diferente, sagrado, que permite conectar con planos superiores mentales. Y allí las aves permiten, o conceden, comprender su idioma, el famoso y mágico “lenguaje de los pájaros”, esto es de los seres que “vuelan”.

La isla de San Borondón ha sido también llamada La Encubierta, o La Inaccesible, en concreto en algunos escritos de la antigüedad clásica de Plinio y Ptolomeo. Y desde luego, ya se habla de ella desde la conquista de las Canarias, con su carácter de isla de la eterna juventud. Así mismo se la ha llamado en algunas viejas crónicas Isla de las 7 Ciudades, donde aparece otro elemento simbólico con la presencia de ese número arquetípico.

Dibujo cascada interior de
San Borondón
También existen muchas referencias a ella por parte de historiadores y viajeros. El historiador canario Juan de Abreu en el siglo XVII la da por auténtica y hasta trata de ubicarla: “parece estar en 10º y 10’ de longitud y 29º y 30’ de latitud”. Y se organizaron diversas expediciones en su búsqueda durante los siglos XVI y XVII, la mayoría precipitadamente, después de algún avistamiento, de las que se guardan referencias documentales. Pero la isla desaparecía cuando la nave se aproximaba demasiado.

Y hay testimonios de los que afirman haber arribado a ella. Por ejemplo, en el siglo XVI, el piloto portugués Pero Velo de Setúbal, a quien se tomó declaración oficial. Contó que dos marineros tuvieron que ser abandonados allí porque, al poco de desembarcar, se desencadenó una impresionante tormenta que obligó a volver al navío y levar anclas por la cercanía de una costa rocosa.

Dibujo de Pedro Agustín Castillo, siglo XVIII
Un curioso testimonio es el de Marcos Verde, también en el siglo XVI, que también afirmó haber desembarcado en ella y cuenta que, algunos hombres que se internaron en ella por diferentes senderos, empezaron a dar gritos de terror, volviendo al barco, levando anclas y viendo desaparecer su costa nada más alejarse de la playa.

Viera Clavijo, en el tomo I de sus Noticias cuenta (en 1772) que: “Hace pocos años que, retornando de América uno de los Registros de nuestras islas, creyó un día su capitán que había avistado la isla de la Palma, más al día siguiente, en que esperaba llegar a la de Tenerife, se halló frente a la verdadera isla de la Palma”.

También hay datos curiosos. En 1723 un sacerdote exorcizó la isla mientras aparecía y desaparecía entre nubes y niebla, ante numerosas personas y quedando constancia ante notario. Y la existencia de una única foto de San Borondón, hecha en 1958 por M. Rodríguez Quintero, de la Palma.

Y se da una coincidencia en el aspecto físico relatado por los testigos. Sería una isla alargada con dos sistemas montañosos en sus extremos, una gran depresión o valle en su centro y una claridad desconcertante. Aparte de la ya citada neblina o bruma, en la que se envuelve antes de aparecer y desaparecer, característica ésta presente en  todos los testimonios de supuestos contactos con otras dimensiones, desde reinos legendarios a experiencias de tiempos perdidos y traslaciones espaciales “imposibles”.

Isla de Avalon
En esta isla aparecen referencias concretas que relacionan su carácter extraordinario (ya citado más arriba, eterna juventud, abundancia, etc.) con el cuerpo legendario del rey Arturo. ¿Completándolo? En ella se unirían la simbología femenina de la sabiduría (Sofía) de la copa, o receptáculo, con la ancestral Diosa Blanca inspiradora de poetas y fuente de vida y muerte, y con los mágicos territorios paralelos donde “ese tipo de cosas” tiene lugar.

En el siglo XII, cuando surgió y se extendió por toda Europa la leyenda del grial, el escritor Geoffrey de Monmouth fue quién popularizó la conexión de Arturo con la isla de Ávalon, a donde fue conducido una vez muerto y donde se dice que permanece “dormido”, guardado su profundo sueño por el Hada Morgana (según el poeta y estudioso de los mitos antiguos Robert Graves sería la misma identidad de la Dama del Lago, con distinto nombre y, a su vez, ambas serían nombres diferentes de la Diosa Blanca, la gran diosa primordial). El poeta Lydgate, del siglo XV, describe a Arturo como “un rey coronado en el país de las hadas”.

Merlín dibujado
En 1191, los monjes de la abadía de Glastonbury anunciaron el descubrimiento de una posible tumba de Arturo, y así es como se lo venden aún a los turistas de esta colina sagrada, ya que desde la más remota antigüedad fue enclave sagrado para las diferentes religiones. Es un lugar fuertemente empapado de conexiones y puertas con otros mundos.

Avalon se deriva de la palabra arcaica inglesa “aval”, manzana, y de ahí vendría el nombre de isla de las manzanas. Fruto relacionado con los cultos femeninos más antiguos, uno de los símbolos de Afrodita y asociada entre los celtas con la inmortalidad. Curioso también que en la Biblia cristiana sea un fruto asociado con el conocimiento, más allá del bien y del mal. El centro de la manzana con sus pepitas forma una estrella de cinco puntas, de ahí el famoso pentáculo mágico. Y uno de los trabajos de Hércules es el de robar las manzanas del jardín de las Hespérides. Los celtas la llamaban también Isla de Cristal o Isla Radiante, y allí colocaron una entrada a otro mundo. El ya citado Geoffrey de Monmouth la llama Isla Pomor en su “Vita Merlin”.

Merlín, enigmático y polifacético personaje, asociado al poeta Taliesin y el caldero mágico. Y es que antiguamente un poeta no era un simple hacedor de versos (para los más sensibles ahora tampoco, aunque en todo caso no tendría tanto “poder” como antes). Tenía también algo mágico como intermediario entre la dimensión de dioses y humanos, y el efecto de sus versos era abolir el espacio y el tiempo humanos, acceder literalmente a otras dimensiones, a través del nivel más profundo de la nuestra. Un poder de revelación de la esencia de las cosas y un “fijador” del tiempo, por un lado, y materializador por otro a través de su palabra. Ese caldero mágico se halla en Caer Sidi, el castillo espiral de la muerte que lleva a la vida, lugar asociado también con Avalon, el reino de la transmutación. Donde los mundos se conectan y confunden y sólo los preparados para afrontar el Misterio pueden recorrer sus caminos. Mujer, Diosa, Serpiente y Manzana, elementos todos ellos relacionados con la Diosa Primordial.  Y un dato fascinante de Merlín es que vive al revés, cada año rejuvenece un año y, claro, a veces se hace un lío con el tiempo. Eso que sabe de alguien, de una circunstancia, ¿pertenece al futuro, o es un recuerdo? 

Isla flotante Hy de Brasil
En las cercanías de la colina de Glastonbury se levantaban, antiguamente, unos 30 menhires, posible observatorio astronómico y señal del carácter sagrado milenario del lugar, complementado por un manantial sagrado y el “laberinto druídico”, construido como vereda procesional. Aunque la mayoría de las piedras ya habían sido removidas a finales del siglo XIX, aún permanece una, considerada piedra de poder y llamada La Roca Viva. Se dice que quien la toca, al amanecer o a media noche, siente una corriente eléctrica que emana ostensiblemente de ella. En Ávalon, también fue forjada la espada Excalibur del ciclo artúrico, y cuya “propietaria” es la Dama del Lago, al fondo del cual retornó. Y en Avalon también vivirían las 9 (otro número asociado a la Diosa Blanca en relación con las fases lunares y su duración) doncellas hermanas del Hada Morgana, guardianas del caldero mágico.

Ítaca, la isla real más mítica
La mayoría de estos seres mágicos, la más conocida el Hada Morgana, fueron satanizados por el cristianismo por su carácter pagano, convirtiéndolos en seres malignos con poderes maléficos. Como decía el poeta Rilke a principios del siglo XX, quien se acerca a ese lugar sin abrirse a las posibilidades de ser, sólo verá la abadía de Glastonbury. Imposible ver el lago ni la isla sagrada, ni sus misteriosos habitantes. Yo añadiría que el conocimiento será entonces imposible. Sólo se tendrá acceso a la información.





 



     

  


lunes, 13 de agosto de 2012

¿Qué es el progreso? 'La selva esmeralda' de John Boorman


Por Tesa Vigal


A partir de una película inolvidable: ‘La selva esmeralda’, John Boorman.

O la liberación de lo secundario y lo sustitutorio. Cuando desaparecen los algodones de lo artificial con su ilusoria seguridad y uno se queda cara a cara, piel con piel con la naturaleza propia y con la externa, con el gran Misterio. Esa es la atracción que ejerce el tipo de vida "primitivo" (aquí usaré esta palabra en el sentido de primigenio, no en el sentido peyorativo).  No porque todo lo arcaico sea bueno, sino porque contiene un tesoro perdido: el contacto con el alma del mundo y todo lo que contiene, incluyéndonos a nosotros mismos. 


Todo está vivo, todo tiene su espíritu (ríos, montañas, situaciones, personas, objetos, casas…) el lado material de la vida sólo es su cara física, la más superficial y aparente y, sin embargo, la única que muchos consideran real viviendo así una existencia amputada, mezquina; tratando de sustituir, inútilmente, todo lo cercenado. El tesoro que contiene lo que la vida occidental ha olvidado, empeñada en la destructiva actitud de creer incompatibles el alma y el cuerpo, lo lógico y lo mágico, la tecnología y el espíritu, cuando son necesaria, profundamente complementarios.

No se trata de elegir sino de fundir. Puedes amar los árboles y también los conciertos, el cine y las luces de neón. Todo ello te pone en contacto con tu alma y el alma de las cosas. Se trata de vivir cada momento lo que más feliz te haga y la libertad siempre está presente en el camino con corazón, ese que es una gozada recorrer y con el que te sientes uno.  (Abajo la peli completa que he encontrado en Youtube)






Sin embargo me da la sensación de que hay malentendidos letales en la idea de progreso. Progresar debería ser lo que nos hace más libres, más felices. Pero hay en la tecnología y el consumismo (comprar lo que no necesitamos dejándonos engañar con la promesa de que nos hará felices) una trampa que encadena. Es estupendo tener un ordenador si lo necesitas para tu trabajo, para investigar, para escribirte con la gente, o hablar con ella… Es una cadena que te esclaviza si lo usas por aburrimiento, o si no paras de comprar accesorios innecesarios, sólo porque los anuncian como la última innovación y tú obedeces ciegamente la falacia del anuncio. Es maravilloso comprarte lo que necesitas, es esclavitud hacerlo por motivos tramposos de una visión del mundo mercantilista. Si no quiero para nada la oferta de un supermercado ¿qué sentido tiene comprártela sólo porque es más barato? El colmo de esa actitud sin sentido me ocurrió una vez, a la puerta de un concierto. Pasaba por la puerta y una señora me ofreció gratis la entrada que le sobraba. Cuando yo pregunté qué concierto era se sorprendió, diciéndome: “Pero si te la regalo…” y a mí me asombró que no entendiera mi pregunta. Para ella era normal aceptar algo gratis aunque no te gustara, aunque perdieras dos o tres horas preciosas de tu tiempo en algo que no tenía nada que ver contigo.

Luego están los valores prioritarios. Para unos sólo existe lo material, jamás se cuestionan su vida íntima, incluso es algo en lo que jamás piensan porque es ir a la base de sus problemas, así que para ellos la vida sólo consiste en ganar dinero para comer y pasárselo bien con distracciones pequeñas, fugaces, limitadas, finalmente olvidables, o incluso aburridas. Afortunadamente están los amantes del amor, los idealistas, los generosos, los curiosos, los inquietos, los soñadores, los indomables… Los que nunca abandonan a su niño interior, donde reside lo mejor de cada uno, la fuente de lo creativo, del juego, del corazón, de la magia. Y aquí enlazo con la vida “primitiva”. Repito, compatible con cualquier aparato que nos haga más libres, incompatible con cadenas. Las más escondidas suelen ser las interiores. Por eso el desechar los sueños, ese cuaderno de bitácora con sus mensajes inconscientes sobre nuestra alma, para quedarnos con nuestros viejos personajes. Evitar conocernos para así practicar la inútil actitud de echar culpas al mundo, o por el contrario culparnos ciegamente justificando siempre a los demás. Ambas actitudes nos impiden ser libres, además de amputar la posibilidad de comunicarnos, y son creadoras incesantes de malentendidos, confusión, cadenas. El mundo entonces se vive como una carga incomprensible, en lugar de una aventura constante de exploración y descubrimiento. Lo laberíntico del mundo molesta, en lugar de estimular y fascinar. Y en el caso más extremo todo se banaliza y la vida cada vez es más estrecha y enjaulada.


Esta película de John Boorman cuenta un caso real muy significativo, lleno de hilos que seguir, de planos que investigar. El hijo de un ingeniero brasileño (dcha foto), de unos tres o cuatro años, se pierde en el borde de la selva cuando ha ido con el resto de su familia a ver el lugar del próximo proyecto de su padre, una presa hidráulica, y aunque lo buscan durante mucho tiempo, nunca lo encuentran. En realidad lo ha recogido un grupo de indios, que lo adopta como uno más de la tribu, y a lo largo de la historia vemos lo cómodo y feliz que crece el niño occidental entre los indios amazónicos. Su padre lo sabrá al encontrarse con su hijo, muchos años después, cuando ya es un adolescente.


Lloré viendo cómo arrancaban los árboles  de la selva los "civilizados" de turno, en nombre de un supuesto progreso que no es más que una letal falacia, para construir en su lugar cualquier cosa, siempre más espantosa e inútil en comparación. Yo lloro de pena con esas cosas. Y me emociono con lágrimas de alegría ante la proximidad de lo imposible, la belleza salvaje, lo implacable y fascinante del Misterio, lo laberíntico del alma humana, la amistad, el espíritu de los árboles, la lealtad (eso que es contrario a cualquier tipo de formalismo, o de silencio acomodaticio, o de cobardía, o de pasividad). A la gente le molesta o le extraña que llore por esas cosas, pero es que me he sentido desde niña justo en el caso opuesto al que sucedió en Brasil. Me siento como un indio arrebatado de su selva, creciendo angustiada y extranjera entre hombres blancos europeos. Esto mosquea todavía más, la gente cree que nadie puede sentir así. Muchos piensan que la gente y la vida son simples y catalogables, son los que no creen en personas sino en funciones.



Alucinante la escena del viaje chamánico guiado por su espíritu animal paralelo (el mundo es un universo de infinitas correspondencias), que despierta dentro de uno al invocarle, tomando temporalmente las riendas de los sentidos y el cuerpo. Fundirse con él... Los sueños y sus mensajes, la magia de las pinturas rituales, la del grito y el sonido (ese inquietante canto-respiración de la tribu de los hombres feroces, uno de los sonidos más amenazantes y enervantes que pueden escucharse). La base de todo ello es querer ser consciente de nuestra propia vida, separando actitudes o decisiones causadas por el efecto del mundo sobre nosotros, más o menos doloroso, de aquello nuestro que siempre ha surgido espontáneamente, y por lo tanto actuar sobre ella, en lugar de soportarla ciega, pasivamente.


Las plantas sagradas se toman en momentos especiales, para tomar contacto con el lado espiritual donde residen las soluciones apropiadas a cada cual. Los sueños son respetados como otra manera de comunicarse con el lado sabio de la vida. En la tribu se cuentan los sueños y los personajes que salen en ellos llegan a ser conocidos por todos, parte de la ‘familia’ humana. Por eso el padre del niño, con el que ha soñado de vez en cuando a lo largo de su infancia, es conocido y respetado por el resto de la tribu. Y es la razón por la que no dispara la flecha de su arco (arriba foto), cuando siendo adolescente se encuentra con su padre en una cascada. De pronto le reconoce como un personaje de sus sueños y así vuelven a encontrarse después de muchos años. Sin embargo el chico sigue eligiendo su vida, con la tribu, aunque llega a visitar a su antigua ‘familia’, en otra escena en la que escala el edificio donde viven y entra por la terraza.



Es su propio padre el que toma conciencia de lo destructivo de su obra hidráulica, que destruirá selva y con ella animales y con ellos, indios y con ellos el alama del mundo. Las tribus se llaman a sí mismas con el nombre que las define. La tribu del chico son ‘los hombres invisibles’ porque con sus fascinantes pinturas se mimetizan por completo con los árboles de la selva. Y a los hombres blancos destructores de vida les llamas ‘Los termitas’. Invocando al espíritu de las ranas la tribu les incitará a croar fuertemente, porque eso invocará a su vez lluvia torrencial y la lluvia hará crecer la gran serpiente viva del río Amazonas y no existirá obra humana de ‘los termitas’ que resista su fiereza desatada.

Y las ranas cantarán... Pero entendiendo el mensaje, el ingeniero decide adelantarse al río y destruye su obra con sus propias manos, volando la presa. Liberador. Glorioso... Lo que se siente en ese momento es que ha triunfado el progreso de verdad.