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domingo, 24 de junio de 2018

Por qué me fascinan los dioses griegos

Por Tesa Vigal


Quizás porque son muy humanos y hacen mítica nuestra vida. Tan humanos que todos somos dioses cuando vivimos lo que sea como una aventura. Un recorrido en busca de nosotros mismos, es decir de la libertad. Será entonces nuestra vida, aunque puedas pasarlo fatal, o no, pero el gozo de la propia expresión, única para cada persona, no tiene precio. Y la liberación se funde con la humildad, la humildad con la empatía, la empatía con el misterio de este mundo enorme donde hemos aparecido. 
Desatados, sensuales, dionisíacos (ver más abajo) eran los dioses y mitos paganos antes de llegar las siguientes religiones dogmáticas. No existían libros "revelados" y de sus leyendas hablaban los poetas en busca del misterio de la naturaleza. A modo de sueño secreto de gente más libre. Por eso sus personajes mitológicos, ya fueran héroes, humanos "normales" o dioses, eran laberínticos, contradictorios, racionales o mágicos, ascéticos o apasionados, tiernos, violentos o sensibles.

Puede que ahí resida el misterio de su existencia tan “humana”, y esa característica, usada contra ellos por la siguiente religión cristiana para desprestigiarlos, es la medida de su grandeza. Supongo que no entendieron que se trataba de investigar la naturaleza humana y encontrar su sentido, no de modelos a imitar. Siguiendo esa impresión, si se les imagina pura energía de diversos tipos, a las que el ser humano puede conectarse a lo largo de su vida, tiene cabida el viaje interior, nuestras peripecias como un proceso evolutivo del que también se habla en sus mitos. 
Pintura de H. Rousseau

El “detective” Freud ya descubrió en ellos una fuente inagotable que explicaba el actuar humano. Pero fue su discípulo rebelde, Jung, quien ahondó más en ellos, convirtiéndolos en arquetipos, símbolos vivos del proceso de individuación. La mitología trataría de encontrar la luz de la oscuridad y a la inversa, y así descubrir su sabiduría. A veces evidente, a veces subterránea o laberíntica, como un perfume de rastro y efecto sutil.

Curioso que dioses y humanos están sometidos al Hado, el destino misterioso que les englobaría a ambos y que, para más complicación, en ocasiones es inmutable y en otras puede modificarse.

En esa visión mítica todo tiene alma: incluso lugares, situaciones, recorridos… y grutas, mares, tormentas, bosques, astros, montañas se comunican con los más soñadores, los sensibles, los más libres de los humanos que, sedientos de vida e inconformistas ante una realidad recortada, poblaban toda la naturaleza de espíritus inmersos en ella. 

Pintura de Waterhouse

Las ninfas lo son del agua dulce, de bosques y montañas. Las nereidas, sirenas y tritones del mar. Espíritus que han persistido como Elementales de la naturaleza en todas las historias de hadas y duendes. Los sátiros son seres de naturaleza compleja, en la que participa también la animal, por eso tienen pezuñas de cabra (y los centauros torso humano y cuerpo de caballo). 

Al demonizarlos, la religión cristiana convirtió su imagen en la del diablo. Incluso el jefe de los sátiros, el gran Pan, tiene además dos cuernos en la cabeza y dada su naturaleza extrema es hijo de Dionisos. Los cuernos, sin embargo, son un atributo lunar de las fases creciente y menguante del lado femenino de la naturaleza. Al igual que duendes y hadas, Pan se enfurecía si se le molestaba provocando el sentimiento (derivado de su nombre) del pánico. Pan es un dios de curación y crecimiento. Tiene además otra curiosa característica, refleja a todo el que le mira y de ahí el peligro de su mirada cuando uno no quiere conocerse y huye de sí mismo (algo fundamental para crecer). 



Venus de Boticcelli

Al principio era el Caos, del que surgieron la Tierra (Gea), madre de todos los dioses. Eros, el principio universal del amor, y el sombrío Tártaro (la región de los muertos). Desde el comienzo aparece el número 9, múltiple del 3, número “femenino” (entendiéndolo como lunar, nocturno, interior, el lado instintivo, emotivo, intuitivo y sensible de los seres humanos) por las tres fases de la Luna. La diosa Hécate es el lado letal de la naturaleza, que correspondería con la fase de luna menguante-nueva, la invisible, la oscura. Afrodita (el amor, la belleza, la generosidad y la sensualidad) sería la luna llena, y Artemisa (la integridad, banalizada más tarde como pureza física, virginidad) la luna creciente. 

Artemisa
Sólo con un dato aludieron a la complejidad de miles de libros, películas, ensayos y poemas sobre el amor. Sería éste: Eros, aunque también existía desde el principio, era hijo de Afrodita y Ares (Marte para los romanos). El erotismo hijo del amor y de la guerra. Y añadían que Psiquis (el alma) fue la amante de Eros. Su felicidad era perfecta, pero él había puesto una condición. La de que Psiquis jamás trataría de descubrir su rostro, la identidad de aquel joven amante, que cada noche se reunía misteriosamente con ella sin decir nunca su nombre, deslizándose entre las sombras poco antes de amanecer. Pero Psiquis curiosa rompió una noche su promesa. Iluminó con una lámpara la cara de su enamorado y entonces Eros huyó.

¿Más sobre el amor? Quizás esta otra historia: Aquiles durante el asedio a Troya, lucha en plena batalla con la reina de las Amazonas. De repente, al clavarse su espada en el cuerpo de Camilla, sus ojos encontraron los de aquella mujer que moría por su mano en ese instante. Y Aquiles sintió con terror que el amor, desgraciadamente, había entrado en él. Pero Camilla, vencida, yacía muerta a sus pies. Y es que Eros es enigmático y resbaladizo, complejo y profundo, inesperado, incomprensible, inconsciente... Y ambiguo. Con sus flechas de punta de oro provoca la pasión arrebatadora, pero con las de punta de plomo causa la incapacidad de amar.

Dionisos
Y para enigma el del dios Dionisos, la energía que funde naturalezas yendo más allá de los límites de cada una. Es el iluminador por medio de la transgresión y el exceso, de los estados alterados de conciencia, del éxtasis y el estado arrebatado. Es el dios bisexuado, el superador del mundo, el que fomenta la trascendencia, el ir más allá. Es el que posibilita la fusión de animales-humanos-dioses y esa unión es la característica de toda edad de oro mitológica: borrar distancias, fusión total. Señor de los animales salvajes. Dios de la alegría sin propósito, del delirio, de la sabiduría que funde luz y oscuridad, del frenesí, el integrador de contradicciones, la pura emoción, el abandono del sentido del ego. Es también el dios que es sacrificado y comido (que luego retomará también el cristianismo) y luego resucitado. Representa por tanto el más allá de la vida y la muerte. Y es especialmente rico en cuanto simbología evolutiva, no sólo por su capacidad de resurrección, sino porque enloquecía a todo el que se negara a reconocer y vivir su lado instintivo y emocional. Nada que ver, como se ve, con la simplificación pedestre de los romanos que le convirtieron en el dios Baco patrón de las borracheras. Sin comentarios...

Prometeo es otro curioso personaje. Se pone de parte de los humanos y los ayuda regalándolos un don inapreciable: el fuego, que por otra parte tiene efectos ambivalentes. Por un lado, es destructor y por otro purificador y dador de calor y vida. De ahí los ritos de las hogueras en el solsticio de verano. Es el personaje rebelde, símbolo muy extendido y enigmático porque roza el misterio del destino, ese destino que unas veces es inamovible y otras no. Es en estas últimas donde cabe la rebeldía, una necesidad evolutiva en busca de sabiduría, pericia, posibilidades. Una exploración de los propios límites al tratar de superarlos. Prometeo será por ello castigado por los dioses, pero finalmente será liberado por el héroe de una de sus sagas, Heracles, el Hércules romano.

Isla de Ítaca
Y todo humano debe recorrer su particular odisea para encontrar su lugar. Como en el viaje relatado por Homero, la Odisea, cuyo protagonista Ulises-Odiseo debe vencer y superar multitud de situaciones y conflictos para llegar a “casa”. A uno mismo. Entre otras peripecias imprescindibles debe atravesar el infierno (como también lo hará Orfeo el músico) para volver a la luz.

Y no me resisto a citar a otros dos personajes, esta vez históricos, porque cada uno a su manera tienen aire legendario: Schliemann por un lado y Alejandro magno por otro. Schliemann era un alemán enamorado de la Grecia clásica. Hasta el punto de abandonar su trabajo y venderlo todo para cumplir su sueño: descubrir Troya, la ciudad que la arqueología y la historia ortodoxa afirmaban que era sólo leyenda. Y lo logró, encontrándola justo donde Homero la situó.

Y Alejandro, ese hombre atípico porque no me parece un guerrero, aunque conquistara territorios, sino un soñador. En cualquier caso eso es lo que me atrae de él. Recomiendo la fascinante biografía novelada, basada en su vida contradictoria “El muchacho persa” de Mary Renauld. Alguien excesivo y místico. Lo siguiente es lo que escribí sobre él en una revista, “Mandrágora y el pirata”, hace muchos años:

Alejandro
Soñó y trasladó sus sueños a la realidad. Eso hizo cuando, al llegar frente a la tumba de su héroe Aquiles, bajó del caballo y miró la luna entre un silencio sin tiempo y una brisa fuerte que recordaba al mar. Se acercó después lentamente. Parecía temer cualquier interrupción que sus pasos produjeran en el aire. Al llegar junto a la tumba, un rayo de luna cruzó los rizos rebeldes que cubrían su frente, subió su mano derecha y con decisión abrió el broche de su túnica que cayó al suelo enseguida. Su cuerpo desnudo brilló entre las sombras de la noche que resbalaban sobre su piel de 21 años.

Allí, muy cerca, parpadeaba tranquilo el campamento salpicado de fogatas y, a su lado, una mano le tendió con rapidez la antorcha pedida. Aferrándola con fuerza comenzó a bailar alrededor de la tumba. Primero lento, lento. Luego, dejando que toda la pasión contenida en sus ojos oscuros y su pelo enredado le envolviera por completo. Al otro lado de la llanura, un caminante observó con temor la escena, creyendo haber sorprendido la intimidad de algún espíritu extraño. Y de repente aquel grito: “Afortunado Aquiles, porque fuiste querido por un amigo fiel y celebrado por un gran poeta” 

La llama crepitaba contagiada por la danza, el sudor resbalaba como el más íntimo de los ríos. Entonces, una ligera nube procedente del norte ocultó la luna. Alejandro se dejó caer al suelo, besó la tierra y allí se quedó inmóvil, largo rato. Soñando con lejanos palacios de arena dorada, telas suaves de colores extraños, idiomas desconocidos, noches de insomnio junto a una copa de plata, el vino persa mezclándose en su sangre, mares inmensos, desiertos lejanos, brazos amantes. Y sonrió.

Y tras esa escena auténtica, aunque sea legendaria, termino con una anécdota mía. Hace mucho tiempo, cuando dormía en mi saco de dormir sobre cubierta, durante un viaje a Grecia, me desperté cuando el barco pasaba junto a la isla de Ítaca (poeta Kavafis: la meta es el camino), me apoyé en la barandilla y me emocioné pensando en los dioses. Les saludé, les llamé. Les dije: “Estoy aquí y creo en vosotros”.

miércoles, 5 de julio de 2017

Mundos paralelos bajo la forma de islas legendarias: Avalon y San Borondón


Por Tesa Vigal

Esta entrada es para el vértigo de soñar, explorar, especular, o imaginar sin límites.
Aunque la física cuántica es parte de la ciencia, a mí me suena a poesía, magia, surrealismo, sueños, y por eso me fascinan sus teorías sobre la materia oscura, la mayor parte de la materia existente en el universo, los experimentos con partículas que una vez estuvieron juntas y, al separarlas, siguen reaccionando al mismo tiempo ante la misma estimulación, el gato metido en una caja que puede estar muerto o vivo antes de abrirla en uno de los universos posibles. 

Esta última teoría, sobre la existencia de universos paralelos, es la que más me hechiza; o casi. Quizás porque me parece lógica, dada la impresión de misterio que siempre me ha trasmitido el mundo y sus seres, incluyendo personas, la sensación de que siempre hay más lados, facetas, rincones, puertas… En un infinito laberinto que abarca lo pequeño, lo grande y, a continuación, todo lo pone entre interrogaciones porque el mundo es producto de nuestra percepción personal. Por eso, es igual de extraño vivir que morir, la existencia de una ardilla o un fantasma, de terrícolas o jupiterinos, de gente maravillosa y deleznable, de pavor y maravilla como diría Don Juan Matus, el indio de Castaneda. Me encanta esa frase por enorme, por sabia, la repito mucho, debería cortarme un poquito.

Y, la más inquietante consecuencia, la posibilidad de infinitos mundos paralelos, surgidos de cada decisión. En este mundo tú decides no casarte, volver a tu país, cruzar esa calle, abrir esa puerta, estudiar tal cosa… Y en el mundo paralelo correspondiente te casas, no regresas, no abres la puerta, estudias otra cosa, no cruzas la calle.  

No sé si existen los territorios fabulosos, los lugares paralelos habitados por los espíritus de la naturaleza, las islas flotantes, las que aparecen y desaparecen como si su mundo y el nuestro hubieran tomado contacto por un tiempo limitado. Pero me gustaría. A continuación, algo de lo que se cuenta sobre ellas.

Ambas islas existirían, “de alguna manera y en algún momento”. Una, cerca de la colina de Glastonbury (Inglaterra). La otra, sería una supuesta octava isla canaria, la más occidental de todas ellas. Ese es uno de los puntos clave: el Oeste, el lugar donde el sol se pone, el lugar de la muerte. Un lugar de transformación, interior y/o exterior, la puerta a otro mundo. Ambas parecen ser materializaciones de un mismo espacio mítico, donde desaparecerían las coordenadas espacio temporales de nuestro mundo y se entraría en otra dimensión más espiritual que física, en cuanto que según estas leyendas sólo quien tiene los ojos y el interior abiertos (corazón y espíritu) podrá acceder a su geografía física.

Incluso coinciden en una de sus múltiples denominaciones. Ambas han sido llamadas, entre otras cosas, islas afortunadas. Y a su vez pertenecerían a ese tipo de territorios míticos, reinos o ciudades, como Shambala, o las ciudades “perdidas” de Sudamérica.

Su carácter legendario tiene dos vertientes. Una sería su naturaleza más espiritual que física. Otra sería una parcial naturaleza física, pero perteneciente a otra dimensión, lo que enlazaría estos territorios con la existencia de mundos paralelos, a modo del reino borroso, el país de hadas y duendes que coexistiría con el plano humano de manera paralela, aunque a veces se cruzarían en puntos, o lugares comunes. Momentos del espacio y espacios temporales, que serían umbrales de apertura, puertas que podrían abrirse y cerrarse en cualquier momento inesperado y en determinados tiempos fronterizos: amanecer, atardecer y días o noches de solsticio, el de verano, la noche de las hogueras de San Juan, 21 de junio santificado y trasladado al 23 por la iglesia para tratar de separarlo de la fiesta pagana, y el de invierno, navidad. Esta asociación con el pueblo gentil está plasmada concretamente en la Isla de Avalon, en la que salen a relucir nombres como la Dama del Lago o el Hada Morgana.

'Excalibur' de John Boorman, en el centro una joven Helen Mirren como el hada Morgana
Hay, además, una característica del país borroso cuya lógica interna encajaría con el tipo de avistamientos de estos territorios. Es la capacidad del “encanto”, el poder materializador de hadas y duendes, moldeando la forma de las cosas con su deseo puro, esto es sin mezclas (también parte de su naturaleza, en este caso de su forma de sentir y actuar). Así modificarían su propia forma, de ahí la variedad de las imágenes con las que se aparecen ante el testigo humano. Y relacionándolas con las imágenes arquetípicas que ya posee ese testigo, con sus propias creencias y simbología.
Ese aire de mundo aparte vendría remarcado por ser islas, lugares separados y rodeados por el mar, que simbólicamente es el inconsciente, la fuente de la vida no sólo material sino emotiva y espiritual. Y, como territorios distintos, tendrían características ajenas a la normal apariencia de la vida en la geografía humana, como la inmortalidad, la ausencia de fatiga y la materialización extraordinaria, o la abundancia inagotable.

El Merlín de 'Excalibur'
Las islas son, además, uno de los espacios favoritos de las hadas. Habitarían en algunas exclusivamente “suyas” y en otras compartidas con el ser humano. Algunas serían islas flotantes, sin asidero firme como las islas humanas, otras se hallarían sumergidas parcial o completamente, saliendo a la superficie en ciertos momentos, y existe la creencia de que es posible acceder a ellas cada 7 años, y conseguir que se mantengan emergidas si se lleva el fuego a ellas.

En las islas españolas se cuenta que albergan este tipo de habitantes. El follet, es un duende de las islas baleares, doméstico y apegado a uno de los habitantes de una casa. Servicial y bondadoso, muy activo y juguetón, con la típica forma de jugar y embromar a los habitantes de una casa, escondiéndoles las cosas. Y con la particularidad de traspasar, al humano que él elija, el poder materializador de modificar su apariencia física. Pero también existe el barruguet, un duende molesto a quien le encanta martirizar y hacer rabiar a los humanos. Tiene brazos desproporcionadamente largos, barba y voz ronca y fama de perverso y lascivo. Sus lugares favoritos para vivir son cuevas, molinos, agujeros de las paredes, pozos y cisternas. 

Mapa de Agustín del Castillo,
del siglo XVIII
También se habla de hadas, llamadas a veces Damas Blancas y relacionadas con cuevas y fuentes, una vez más. Y tengo que contar aquí una experiencia que le sucedió a un amigo, en una casa retirada en el campo de la isla de Ibiza, de la que salió huyendo con su novia tras tres noches de oír, aterrados, el impactante sonido de gigantescas puertas metálicas abriéndose y cerrándose bajo tierra.

En las Canarias, se han perdido las referencias mitológicas de los guanches y los seres mágicos que ahora la pueblan son espíritus que recorren los campos pudiendo adoptar formas de perros o gatos blancos, que tan pronto pueden guiar rebaños como perseguir a personas, provocar estrépitos, o irrumpir en la vida cotidiana de alguna manera. Es curiosa su manera de hacer notar su presencia en una casa, produciendo el ruido de caída de gotas de agua y a continuación comenzar con sus “bromas”. También hay seres encantados cerca de algunas fuentes. Y “seres blancos” de ambos sexos en muy especiales lugares. Por ejemplo, en el barranco de Badajoz en Tenerife donde existen numerosos testimonios de apariciones mágicas. Y luces misteriosas, a veces asociadas con el fenómeno ovni, en numerosos lugares del archipiélago. Existe una fotografía en la caldera de Taburiente en la isla de la Palma, hecha a dos niños. Detrás de ellos, en la foto revelada aparece una figura blanca de aspecto femenino, una vez descartados orígenes técnicos en el laboratorio fotográfico. 

Más que de hadas, en Canarias se habla de espíritus, de antiguas y poderosas civilizaciones paralelas, y de puertas inducidas, donde al cruzarlas el tiempo se modifica, característica típica del acceso al país borroso. En el pueblo de San Juan en Tenerife, se cuenta la historia de una niña que se quedó dormida en una cueva y al despertar habían pasado 30 años humanos. Es curioso el hecho de que actualmente se ha cerrado la puerta de dicha cueva, aunque los vecinos no la olvidan y saben de sus propiedades de acceso a otros mundos. (Recomendamos vivamente la trilogía sobre duendes, hadas y gnomos en España, de Jesús Callejo y Carlos Canales para más detalles sobre la naturaleza de los seres del país borroso en toda la península ibérica). Y la entrada sobre ellos en este blog:

A continuación, San Borondón (arriba mapa francés con la isla de San Borondón en el círculo rojo) y Avalon, mencionando algunas de sus referencias históricas, físicas y legendarias.
San Borondón
Por supuesto existe una hipótesis racional a sus avistamientos, hablando de reflejos y espejismos. Y ciertamente suena muy sensato, sólo que eso sólo, como suele suceder, no explicaría toda la leyenda sobre ella. Tan sólo sería una base, quizás sólo su cara física.

El nombre se deriva de un monje irlandés, medieval, llamado Barandán o Brandán nacido en 480. Es curioso que aquí surja otro nexo en común entre ambas islas, el nexo celta, la religión anterior al cristianismo.

Se trata de uno de esos santos curiosos, de vida sumergida en brumas y maravillas, aunque es cierto que existió históricamente, y de él han quedado escritos, entre otros algunos tratados geográficos y astronómicos, una regla monástica, unas “Revelationes” de carácter profético y su “Navigatio” en donde relata sus viajes marítimos y en concreto atlánticos, que fue el origen de la leyenda por la que es conocido.

Su figura permaneció en el olvido hasta el siglo XI cuando diversos monjes, entre otros el abad de Cluny Raoul Glaber, empezaron a difundir sus viajes oceánicos, incluyendo ya sus detalles maravillosos y una gran riqueza simbólica, en varias versiones de la “Navigatio” del santo, inspiradas tanto en el aire iniciático de la Odisea homérica, como en los relatos fabulosos de las “1001 noches”. Se trata de la misma simbología que conforma la tradición mágica o esotérica ancestral. Por ejemplo, en una de sus peripecias, San Borondón y sus compañeros recalan en una isla que es en realidad una ballena (como en el famoso pasaje de las 1001 noches, dentro del relato de Simbad), aunque es una imagen ampliamente extendida en diferentes culturas. Una isla ballena es una tierra viva, capaz de acoger y cuidar a los que tienen conciencia de esa cualidad esencial, que sumada a otro elemento vivo, como el agua, remarca el origen sagrado de todo lo existente, y permite alcanzar la “meta”, el “puerto”, a quienes saben reconocer e identificar su profunda naturaleza.

Borondón y los suyos recalan también en una tierra donde crece la hierba que conduce a la locura. Si la consideramos en su acepción antigua, como un misterioso don divino, se relacionaría con el estado de conciencia diferente, sagrado, que permite conectar con planos superiores mentales. Y allí las aves permiten, o conceden, comprender su idioma, el famoso y mágico “lenguaje de los pájaros”, esto es de los seres que “vuelan”.

La isla de San Borondón ha sido también llamada La Encubierta, o La Inaccesible, en concreto en algunos escritos de la antigüedad clásica de Plinio y Ptolomeo. Y desde luego, ya se habla de ella desde la conquista de las Canarias, con su carácter de isla de la eterna juventud. Así mismo se la ha llamado en algunas viejas crónicas Isla de las 7 Ciudades, donde aparece otro elemento simbólico con la presencia de ese número arquetípico.

Dibujo cascada interior de
San Borondón
También existen muchas referencias a ella por parte de historiadores y viajeros. El historiador canario Juan de Abreu en el siglo XVII la da por auténtica y hasta trata de ubicarla: “parece estar en 10º y 10’ de longitud y 29º y 30’ de latitud”. Y se organizaron diversas expediciones en su búsqueda durante los siglos XVI y XVII, la mayoría precipitadamente, después de algún avistamiento, de las que se guardan referencias documentales. Pero la isla desaparecía cuando la nave se aproximaba demasiado.

Y hay testimonios de los que afirman haber arribado a ella. Por ejemplo, en el siglo XVI, el piloto portugués Pero Velo de Setúbal, a quien se tomó declaración oficial. Contó que dos marineros tuvieron que ser abandonados allí porque, al poco de desembarcar, se desencadenó una impresionante tormenta que obligó a volver al navío y levar anclas por la cercanía de una costa rocosa.

Dibujo de Pedro Agustín Castillo, siglo XVIII
Un curioso testimonio es el de Marcos Verde, también en el siglo XVI, que también afirmó haber desembarcado en ella y cuenta que, algunos hombres que se internaron en ella por diferentes senderos, empezaron a dar gritos de terror, volviendo al barco, levando anclas y viendo desaparecer su costa nada más alejarse de la playa.

Viera Clavijo, en el tomo I de sus Noticias cuenta (en 1772) que: “Hace pocos años que, retornando de América uno de los Registros de nuestras islas, creyó un día su capitán que había avistado la isla de la Palma, más al día siguiente, en que esperaba llegar a la de Tenerife, se halló frente a la verdadera isla de la Palma”.

También hay datos curiosos. En 1723 un sacerdote exorcizó la isla mientras aparecía y desaparecía entre nubes y niebla, ante numerosas personas y quedando constancia ante notario. Y la existencia de una única foto de San Borondón, hecha en 1958 por M. Rodríguez Quintero, de la Palma.

Y se da una coincidencia en el aspecto físico relatado por los testigos. Sería una isla alargada con dos sistemas montañosos en sus extremos, una gran depresión o valle en su centro y una claridad desconcertante. Aparte de la ya citada neblina o bruma, en la que se envuelve antes de aparecer y desaparecer, característica ésta presente en  todos los testimonios de supuestos contactos con otras dimensiones, desde reinos legendarios a experiencias de tiempos perdidos y traslaciones espaciales “imposibles”.

Isla de Avalon
En esta isla aparecen referencias concretas que relacionan su carácter extraordinario (ya citado más arriba, eterna juventud, abundancia, etc.) con el cuerpo legendario del rey Arturo. ¿Completándolo? En ella se unirían la simbología femenina de la sabiduría (Sofía) de la copa, o receptáculo, con la ancestral Diosa Blanca inspiradora de poetas y fuente de vida y muerte, y con los mágicos territorios paralelos donde “ese tipo de cosas” tiene lugar.

En el siglo XII, cuando surgió y se extendió por toda Europa la leyenda del grial, el escritor Geoffrey de Monmouth fue quién popularizó la conexión de Arturo con la isla de Ávalon, a donde fue conducido una vez muerto y donde se dice que permanece “dormido”, guardado su profundo sueño por el Hada Morgana (según el poeta y estudioso de los mitos antiguos Robert Graves sería la misma identidad de la Dama del Lago, con distinto nombre y, a su vez, ambas serían nombres diferentes de la Diosa Blanca, la gran diosa primordial). El poeta Lydgate, del siglo XV, describe a Arturo como “un rey coronado en el país de las hadas”.

Merlín dibujado
En 1191, los monjes de la abadía de Glastonbury anunciaron el descubrimiento de una posible tumba de Arturo, y así es como se lo venden aún a los turistas de esta colina sagrada, ya que desde la más remota antigüedad fue enclave sagrado para las diferentes religiones. Es un lugar fuertemente empapado de conexiones y puertas con otros mundos.

Avalon se deriva de la palabra arcaica inglesa “aval”, manzana, y de ahí vendría el nombre de isla de las manzanas. Fruto relacionado con los cultos femeninos más antiguos, uno de los símbolos de Afrodita y asociada entre los celtas con la inmortalidad. Curioso también que en la Biblia cristiana sea un fruto asociado con el conocimiento, más allá del bien y del mal. El centro de la manzana con sus pepitas forma una estrella de cinco puntas, de ahí el famoso pentáculo mágico. Y uno de los trabajos de Hércules es el de robar las manzanas del jardín de las Hespérides. Los celtas la llamaban también Isla de Cristal o Isla Radiante, y allí colocaron una entrada a otro mundo. El ya citado Geoffrey de Monmouth la llama Isla Pomor en su “Vita Merlin”.

Merlín, enigmático y polifacético personaje, asociado al poeta Taliesin y el caldero mágico. Y es que antiguamente un poeta no era un simple hacedor de versos (para los más sensibles ahora tampoco, aunque en todo caso no tendría tanto “poder” como antes). Tenía también algo mágico como intermediario entre la dimensión de dioses y humanos, y el efecto de sus versos era abolir el espacio y el tiempo humanos, acceder literalmente a otras dimensiones, a través del nivel más profundo de la nuestra. Un poder de revelación de la esencia de las cosas y un “fijador” del tiempo, por un lado, y materializador por otro a través de su palabra. Ese caldero mágico se halla en Caer Sidi, el castillo espiral de la muerte que lleva a la vida, lugar asociado también con Avalon, el reino de la transmutación. Donde los mundos se conectan y confunden y sólo los preparados para afrontar el Misterio pueden recorrer sus caminos. Mujer, Diosa, Serpiente y Manzana, elementos todos ellos relacionados con la Diosa Primordial.  Y un dato fascinante de Merlín es que vive al revés, cada año rejuvenece un año y, claro, a veces se hace un lío con el tiempo. Eso que sabe de alguien, de una circunstancia, ¿pertenece al futuro, o es un recuerdo? 

Isla flotante Hy de Brasil
En las cercanías de la colina de Glastonbury se levantaban, antiguamente, unos 30 menhires, posible observatorio astronómico y señal del carácter sagrado milenario del lugar, complementado por un manantial sagrado y el “laberinto druídico”, construido como vereda procesional. Aunque la mayoría de las piedras ya habían sido removidas a finales del siglo XIX, aún permanece una, considerada piedra de poder y llamada La Roca Viva. Se dice que quien la toca, al amanecer o a media noche, siente una corriente eléctrica que emana ostensiblemente de ella. En Ávalon, también fue forjada la espada Excalibur del ciclo artúrico, y cuya “propietaria” es la Dama del Lago, al fondo del cual retornó. Y en Avalon también vivirían las 9 (otro número asociado a la Diosa Blanca en relación con las fases lunares y su duración) doncellas hermanas del Hada Morgana, guardianas del caldero mágico.

Ítaca, la isla real más mítica
La mayoría de estos seres mágicos, la más conocida el Hada Morgana, fueron satanizados por el cristianismo por su carácter pagano, convirtiéndolos en seres malignos con poderes maléficos. Como decía el poeta Rilke a principios del siglo XX, quien se acerca a ese lugar sin abrirse a las posibilidades de ser, sólo verá la abadía de Glastonbury. Imposible ver el lago ni la isla sagrada, ni sus misteriosos habitantes. Yo añadiría que el conocimiento será entonces imposible. Sólo se tendrá acceso a la información.





 



     

  


domingo, 3 de abril de 2016

Mejor no lo leas si no te interesa el arte (a partir del documental 'Hitchcock Truffaut')

Por Tesa Vigal

O si no te intriga su realidad: de dónde surge la necesidad humana de contar historias. Como diría Lorca pan para el cuerpo y pan para el alma. O si confundes talleres con tertulias, o si crees que es posible aprender a escribir.

Claro que en ciertos casos es más determinante que en otros. A mí me salvó el arte, en una de esas infancias con olor a azufre y asfixiante silencio. Libros y películas me hicieron descubrir que existen todo tipo de personas, lugares, situaciones, tiempos, que el mundo es enorme y laberíntico como cada persona, que los bichos raros también tienen derecho a vivir (además de apuntar al misterio que empapa la vida), que los callejones sin salida contienen puertas secretas, que las trampas, las tormentas, la desolación pueden revelar significados si los vives con la actitud aventurera del viaje a Ítaca del poema de Kavafis (la meta es el camino). Y el indio don Juan Matus, por boca de Castaneda, lo puntualizaría en una frase impresionante, sólo para indios aunque seas rostro pálido: "la gente vive todo como una maldición o una bendición, el hombre de conocimiento lo vive todo como un desafío".

Isak Dinesen (Karen Blixen)

El arte enseña a vivir, no de manera didáctica sino explorando, por eso lo creativo se basa en el juego. Todos los niños lo saben, metiéndose por completo en la historia que recrean, y esa es la autenticidad que comparten los artistas, de la que habla el interesante documental sobre las conversaciones entre Truffaut y Hitchcock, que dio lugar a un libro mítico en los 60. Fascinantes las imágenes de sus películas seleccionadas, con todo el peso vital de un sueño. En este sentido van dos frases de la escritora Isak Dinesen (Karen Blixen): "Lo mejor de mi naturaleza se revela en el juego, y el juego es sagrado". Y: "El auténtico arte siempre debe suponer cierta brujería". 

Otro efecto complementario es vivir más, por arriba, por abajo, y por ambos lados. La empatía surge de manera inevitable y las etiquetas se deshacen en el polvo de lo absurdo y la incomunicación. En los matices está la inteligencia de las cosas y la libertad se percibe tan necesaria como el aire. Más tarde, me fijé en que los sueños eran nuestro cuaderno de bitácora y además usaban el lenguaje analógico, simbólico del arte. Con ellos aprendí que lo real es la experiencia, lo que se vive, ya sea en un sueño, o en la vigilia, en la ficción o en lo cotidiano más pedestre. Si en un sueño nos persigue un vampiro, sería conveniente observar con cuidado a la gente que nos rodea, aunque en apariencia carezca de colmillos, los tiene. Y si aparece una llave... Puertas cerradas, secretos, tesoros, claves... Ese es uno de los objetos favoritos de Hitchcock en sus pelis, por ejemplo en su fascinante 'Notorious'. 

La llave de 'Notorious'

Comparto la opinión de que los sueños y la imaginación creativa tienen la función de explorar, completar, revelar la esencia de la "realidad". Como decía Orson Welles: " el arte es una supuesta mentira que sirve para contar la verdad". También desvelan parte de ella los ensayos y el periodismo, aunque su alcance es menor a pesar de que los datos y las ideas son importantes y necesarios, pero al no ser una historia no puede ser vivido y sólo la experiencia alcanza al ser humano entero. Por eso me asombra cuando escucho a alguien decir que la ficción es mentira, puede que se esté defendiendo con esa postura reductora, es comprensible, pero no me sirve porque mutila la vida.

Las historias enseñan a imitar, evitar, descubrir, bucear, ponerse en lugar de, conocerte y conocer a los otros. Y creo que la presencia de estos efectos, o su ausencia, es lo que marca la diferencia entre un libro o una peli vacía, falsa, o sólo mental a modo de ensayo, de una obra creativa. Otra frase, de Truman Capote: "entre la gente que escribe, están los escritores y están los artistas". Por eso creo que no se puede enseñar a escribir. Mejor dicho, se puede enseñar a escribir correctamente y también un montón de fórmulas, trucos argumentales para captar al lector que sólo quiere distraerse, o matar el tiempo, algo que me parece estupendo si lo disfrutan, aunque es otra cosa de efecto más pequeñito. Pero escribir creativamente no admite trucos, es otro mundo (tengo que reconocer que soy una romántica). Escribiendo te conectas a no se sabe dónde, desapareces y sólo está la historia que quiere ser contada. Por eso la corrección consistiría en encontrar la trama, o palabra exacta que lo logre. 

Truman Capote

Incluso si se trata de relatar un pasaje biográfico, para completarlo y revelar su verdad más profunda a veces es necesario modificar detalles, igual que hacen los sueños. Sin embargo, tratar de simplificar la vida es muy humano, una defensa ante el vértigo de su misterio. Una vez escuché el tono, curiosamente defensivo de alguien, afirmando categóricamente que escribir es un oficio. Estoy de acuerdo en su parte más técnica, pero sólo la técnica no crea arte. Y percibo una falsa humildad en ello. No lo entiendo, tan natural es un lado como el otro.

No sólo el arte es vital, también puede ser algo vivo hablar sobre él. Una tertulia es gente charlando fluida, libremente, y si lo hacen con sensibilidad no habrá lugar para lo didáctico, ni para la simple curiosidad intelectual. Eso tiene también su lugar, interesante aunque más limitado, pero es mejor no confundirlo para saber dónde te metes. En los últimos tiempos me parece que abunda esa confusión. 

Henry Miller
He asistido a tertulias, o clubs de lectura, donde me encontré con una persona, o un grupito de amigos, que ponían un libro sobre la mesa elegido por ellos (o lo tomas o lo dejas como las lentejas), sobre el que desplegaban sus loables motivos didácticos, incluso leyendo al principio un párrafo informativo sobre el autor (como si cualquier interesado no pudiera encontrarlo en internet). Tras ese momento de perplejidad, iban dando turnos de palabra, porque admitían a cuanta más gente mejor, evitando así una charla fluida. En fin, echo de menos las apasionantes conversaciones que he disfrutado en otros momentos de mi vida, surgidas sobre la marcha, o decidiendo entre todos un tema como punto de partida, que no de llegada. 

Acabo con varias frases más. Una de Camus: "Si el mundo fuera claro, el arte no existiría". Otra de Aristóteles: "La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia". Y una referencia al fascinante, insólito librito de Henry Miller sobre la poesía partiendo de Rimbaud, del que ya he hablado en el blog de libros con aliento: 

Para H. Miller la poesía no es cuestión de erudición sino de sensibilidad. Este es un librito de apasionada defensa de la poesía, como la auténtica actitud revolucionaria, que sorprenderá a los que sólo hayan leído sus trópicos, porque desborda espiritualidad, romanticismo, arrebato, aunque para mí ambas facetas se complementan como parte de su alma dionisíaca. 
Y esto es lo que se me ha ocurrido, no se sabe para qué, a partir del documental sobre las conversaciones Truffaut-Hitchcock, que me ha encantado.