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viernes, 6 de octubre de 2017

15 minutos de ocurrencias sobre poetas y rock con sabor a insomnio y olor a café

Por Tesa Vigal


Rimbaud dibujado por Verlaine
Asocio poesía, maneras de vivir, rock, hippies, debe ser culpa de una noche de insomnio. En cualquier caso, espero que surjan muchos hippies en los lugares del planeta donde más se necesiten. Y con la taza de café a mi lado, me pongo a escribir con un lápiz en un cuaderno casi acabado. No deja de ser curioso, pero no sorprendente, que en estos momentos los recuerde.   

Cuando aún se bailaba en torno al fuego, los poetas eran sagrados por ser mensajeros de los dioses. Sus obras eran oráculos por surgir de la dimensión de los sueños, de la casa de los dioses donde, más allá de las apariencias, conviven el bien y el mal, la razón y la locura, el sol con la luna.

La exploración profunda de la esencia del mundo, en busca de respuestas, aunque se sepa que la respuesta es la propia búsqueda. El poeta, como el chamán (a menudo iban unidos) eran instrumentos del misterio, constructores de la escalera que comunica la tierra con el cielo. Eran, por ello, los humanos más útiles, respetados y temidos.


En cierto sentido, en el fondo de sus vasos comunicantes, la poesía empapaba el movimiento contracultural de los 60, al trascender las bases de la sociedad de los últimos siglos (dinero, poder, violencia, banderas, tecnología, apariencias), cuando se enterraban coches buscando valores más humanos, profundos, amorosos, chamánicos, libres, misteriosos. No deja de sorprenderme que los movimientos actuales jóvenes, al menos que yo sepa, piden reivindicaciones sociales, laborales, fundamentalmente, dinero, como si todo lo demás les pareciera bien. Sin embargo, en la contracultura lo que se exploraba, sin pedírselo a nadie sino viviéndolo, era otra forma de vivir.

Portada 'la cara oculta de la luna', junto a Lou Reed y
debajo Jim Morrison
Las citas siguientes las he añadido un día después, rastreando un viejo archivo.
De Barry Melton, músico poco conocido que estuvo en el festival de Woodstock: “Creo que esto es una revolución tribal, una revuelta juvenil contra los “media”, el gobierno y la máquina”.  

De Jimmy Hendrix: “Quiero hacer una música tan perfecta, que se filtre a través del cuerpo y sea capaz de curar cualquier enfermedad”.

De “Woodstock”, de Joni Mitchell: “Somos polvo de estrellas, / somos oro / y tenemos que lograr / regresar al jardín”

De ‘Magic and loss’ de Lou Reed: “tienes que atravesar el fuego hasta la luz / cuando pasas por el fuego agitas la mano derecha / hay cosas que tienes que tirar / ese terror caustico en tu cabeza / no te ayudará nunca a salir / tienes que ser muy fuerte / porque empezarás de cero / una y otra vez / y cuando se disipe el humo… / justo en ese momento / ese fuego maravillo empieza otra vez”.

De ‘La cara oculta de la luna’ de Pink Floid: “Y tú corres y corres para alcanzar el sol / pero él se está poniendo / Y girando velozmente para de nuevo / elevarse detrás de ti / …nunca pareces encontrar tiempo / … el tiempo se ha acabado / la canción se ha terminado / pensaba que diría algo más”.
Y montones de versos de Dylan, del que escribí una entrada sobre su turbadora experiencia:
La poesía (con la música siempre unida a ella) y la magia funden contrarios. Superan y trastocan las supuestas parejas de opuestos que forman la idea que tenemos de lo cotidiano. En la antigüedad este espíritu rompedor, trasgresor del mundo, tenía un nombre de dios: Dionisos. El dios salvaje que, a su vez, era una cara de la gran diosa lunar. El éxtasis dionisíaco, como en el sexo, una de sus contadas manifestaciones aún no olvidada, trasciende la dimensión humana asumiendo lo salvaje (en el sentido de pureza, no el uso actual de violencia), y de ahí llega la disolución de las fronteras entre animales-dioses-humanos, que se hacen un solo sentir. Y ese sentir es la característica esencial de cualquier edad de oro.

Dibujo Sioux
Pero esa visión del mundo, esa forma de sentirlo fue perdiéndose con el tiempo, según los humanos iban desequilibrándose, más y más escorados unilateralmente hacia lo racional, en un desarrollo distorsionante con vocación tirana, que convierte a los humanos en enanos emocionales con enorme “cabezón”.

La poesía corrió paralela a esa deformación, y hoy abundan los que la leen “entendiéndola o no”, relegándola a un plano exclusivo de ideas. Salvo contados poetas desperdigados a través del tiempo, se han olvidado de la fuente mágica. Así estaban las cosas, cuando ese vacío se llenó con el rock. No hay más que recordar la frase emblemática (que seguramente no dijo nadie en concreto) de “sexo, drogas y rock and roll”, para ver en ella un resumen esquemático y conmovedor de los primitivos elementos dionisíacos, aunque en la actualidad políticamente correcta también está muy mal vista.

El sexo es evidente. Las drogas, alteran la conciencia, rompen sus límites, el dominio de lo racional y en los ritos de cualquier región del planeta se han usado siempre para eso, no como un fin sino como un medio. Y en cuanto a la música, el rock encierra el rito colectivo, el ludismo, la pasión, el baile libre, el arrebato, el misterio que envuelve a todo ello.

Dylan
Hablo, claro, del corazón del rock, no de todos los músicos que dicen tocarlo, de la misma manera que no es un poeta todo aquel que escribe versos. Pienso ahora en algunos de los grandes, figuras irrepetibles por su enorme huella, incluso aunque estén medio olvidados… Algunos de ellos, incluso vivieron el lado chamánico de la poesía y así encaraban sus conciertos, aunque finalmente les desbordara su propia visión, quedando de ellos la tópica imagen periodística de alguien pasado, drogota, socialmente escandaloso.

Escribo y leo desde siempre, y a veces tengo la impresión de que lo más poético que me ha ocurrido nunca fue descubrir el rock, a los doce años, y descubrir el mar y al poeta Rimbaud. Harta de que se considere a la poesía una actividad “bonita” o reivindicativa socialmente (eso sería sólo una de sus facetas), y al rock una juerga intrascendente de gente ruidosa, necesité preparar recitales que hicieran justicia a ambas cosas.

Y aquí, al releer estas notas para incluir citas de músicos, busqué también a quien no puede faltar, Dylan. Estas frases pertenecen a su poema, o lo que sea, titulado “Mi vida en un momento robado”: “pero ¿y esas caras que no volvemos a encontrar? / y las curvas y las esquinas y los atajos / que se perdieron de vista y se quedaron atrás. / Y los discos que sólo oíste una vez, y el aullido del coyote y el ladrido del perro dogo, / y el maullido del gato y el mugido de la vaca, / y el lamento del pitido del tren? / Abre los ojos y los oídos y quedarás influido / y no hay nada que puedas hacer. / Hibbing es una buena ciudad. / Huí de ella a los 10, 12, 13, 15, 15 ½, 17 y 18 años, / fui cogido y devuelto allí todas las veces menos una.”  

Trabajé en ello en los 90, con músicos con los que tratamos de encontrar el reflejo musical de la esencia de un poema. Es decir, nada que ver con poner música a una letra, sino acompañar fragmentos de Rimbaud con percusión africana. Por ejemplo.
Ahora, vuelvo a trabajar fusionando música y poemas de poetas memorables, o fragmentos de narrativa, para subirlos a los blogs, o para emitirlos en un programa de radio, o para recitarlos en librerías, bares, o centros culturales. Se admiten colaboraciones, sugerencias y apoyos.

De Jim Morrison: “… Veo que tu pelo arde / una cobra a mi izquierda / un leopardo a mi derecha”.
De Rimbaud: “Comprendo y si no puedo expresarme con palabras paganas, prefiero enmudecer”.

En fin, como diría Lennon en el tema ‘Revolution’: “me hablas de revolución y yo te digo antes tienes que cambiar tu mente”.

Escrito sobrevolando muchos hilos que piden respuestas, contradicciones, comentarios, sugerencias. Desenrollando, buceando, tal vez soñando…

      

jueves, 20 de octubre de 2016

Algunos clubs (a partir del nobel a Bob Dylan)


Por Tesa Vigal

Preguntas al viento:

*Requisitos necesarios para que unos versos sean literatura.
*Para cierta gente del mundo literario ¿poemas son sólo versos publicados en un libro llamado poemario?
*¿Cuál es la diferencia entre versos de un poema y los de la letra de una canción?
*¿Por qué, o para qué algunos rechazan que alguien sea un poeta, llamándolo cantante? (ignorando además que se trata de un músico que toca instrumentos y compone?)
*¿Por qué tras juzgar frívolamente a alguien, sin haberlo leído, no se reconoce el prejuicio y se hace pública la opinión? ¿Inconsciencia? ¿mezquindad? ¿obsesión clasificatoria...? 


El perseguidor de 'Duel' visto por el espejo
Para mí, no se trata de escribir versos, sino de ser un poeta. Pero por la flipante reacción de algunos, debe ser cosa de clubs más o menos privados. Supongo que habrá de muchos tipos. Este verano, conocí uno que incluía en su descripción la palabra "racionalista", vete a saber por qué, ya que ignoro sus requisitos para entrar, íbamos invitados por la organizadora de la proyección en una de las salas. Eso sí, los trámites para acceder eran muy sugerentes, sólo faltó aprender alguna contraseña. Las preciosas escaleras, parecían modernistas, años 20, estaban prohibidas y tenías que llamar al telefonillo del portal, decir que ibas a la proyección y luego subir en un diminuto ascensor. La película que vimos era la turbadora ópera prima de Spielberg 'El diablo sobre ruedas' ('Duel' título original y más apropiado). Cuenta la historia de alguien que persigue a alguien sin motivos racionales, y el perseguido entra en su juego también movido por su inconsciente. Es decir, la misteriosa esencia del ser humano puesta en evidencia, que dirige nuestras vidas por mucha apariencia sensata que tengan nuestras acciones, incluso nuestros ideales. Supongo que, por eso, nunca se ve la cara del conductor, sólo su incomprensible camión.


Y hace un mes estuve en un local, en la sugerente calle del Codo, donde vi la impresionante '12 hombres sin piedad' ('12 Angry men' título original) de Sydney Lumet, con un inolvidable Henry Fonda, sobre la pasmosa ligereza de alguna gente para juzgar a quien no se conoce... 

He recordado todo esto, al asociarlo al alucine de ver tan revueltos a algunos escritores, indignados porque Dylan no reunía los requisitos para pertenecer al club de los escritores. Según ellos, porque hay que respetar los campos, y lo de Dylan son las letras de canciones. Como llevan música ya no pueden ser poemas (olvidando que el origen de la poesía está fundido con la música). Es decir, para ellos un poeta debe publicar versos, aunque sean lo más alejado a la poesía que pueda leerse, lo que lleva a la conclusión de que no les interesa la poesía sino la cuidadosa clasificación (¿O será otro tipo de sentimientos?).

Cohen
En fin, tiene un punto tan absurdo que da un poco de pena. También habló alguien de su falta de calidad literaria, lo que probaba que no se habían molestado en leerlo. Otro, parecía admitir calidad en algunos músicos -menos mal- pero él prefería a otros citando a Leonard Cohen (coincido, amo a los dos). Yo diría que ambos son maravillosos, los versos de Cohen más clásicos, los de Dylan más torrenciales, imaginativos.


Naturalmente no estoy hablando de gustos, eso viene después de leer a quien sea, sino de rechazar a Dylan por prejuicios varios.  Me pregunto si su rechazo se debe a un menosprecio por la música, el rock, la contracultura... con toda su huella alargada de libertad, ecología, psicología, arte, filosofía, feminismo, sexualidad sin etiquetas, chamanismo...  Por mi parte siempre sentí a Dylan uno de los grandes poetas del siglo XX y ya hablé de él en este blog:
http://cuadernosdionisiacosdelalunapalida.blogspot.com.es/2011/12/la-turbadora-experiencia-de-bob-dylan.html

Por el contrario, han habido escritores que opinan que el premio ha sido merecido. Por ejemplo Pere Gimferrer, Cristina Fdez. Cubas, Salman Rushdie, John Ford, o la enorme aspirante a nobel Joyce Carol Oates. Y el comentario de Cohen que me encanta. Podría suscribirla por la obviedad: "es como ponerle una medalla al Everest por ser la montaña más alta". 

Por si alguien tiene curiosidad por explorar el laberinto Dylan, incluyo aquí un trailer de la inclasificable peli de Todd Haynes 'I'm not there'. Pero advierto que mi experiencia con los vídeos incluidos en blogs, es que de repente algunos desaparecen misteriosamente, al cabo de un tiempo. 



Acabo con versos de Dylan:
De 'Born in time': "Te me apareces en blanco y negro/cuando estábamos hechos de sueños (...) En las colinas del misterio/en la brumosa red del destino,/puedes quedarte con lo que quede de mí,/donde nacimos a la vez"




   

domingo, 3 de abril de 2016

Mejor no lo leas si no te interesa el arte (a partir del documental 'Hitchcock Truffaut')

Por Tesa Vigal

O si no te intriga su realidad: de dónde surge la necesidad humana de contar historias. Como diría Lorca pan para el cuerpo y pan para el alma. O si confundes talleres con tertulias, o si crees que es posible aprender a escribir.

Claro que en ciertos casos es más determinante que en otros. A mí me salvó el arte, en una de esas infancias con olor a azufre y asfixiante silencio. Libros y películas me hicieron descubrir que existen todo tipo de personas, lugares, situaciones, tiempos, que el mundo es enorme y laberíntico como cada persona, que los bichos raros también tienen derecho a vivir (además de apuntar al misterio que empapa la vida), que los callejones sin salida contienen puertas secretas, que las trampas, las tormentas, la desolación pueden revelar significados si los vives con la actitud aventurera del viaje a Ítaca del poema de Kavafis (la meta es el camino). Y el indio don Juan Matus, por boca de Castaneda, lo puntualizaría en una frase impresionante, sólo para indios aunque seas rostro pálido: "la gente vive todo como una maldición o una bendición, el hombre de conocimiento lo vive todo como un desafío".

Isak Dinesen (Karen Blixen)

El arte enseña a vivir, no de manera didáctica sino explorando, por eso lo creativo se basa en el juego. Todos los niños lo saben, metiéndose por completo en la historia que recrean, y esa es la autenticidad que comparten los artistas, de la que habla el interesante documental sobre las conversaciones entre Truffaut y Hitchcock, que dio lugar a un libro mítico en los 60. Fascinantes las imágenes de sus películas seleccionadas, con todo el peso vital de un sueño. En este sentido van dos frases de la escritora Isak Dinesen (Karen Blixen): "Lo mejor de mi naturaleza se revela en el juego, y el juego es sagrado". Y: "El auténtico arte siempre debe suponer cierta brujería". 

Otro efecto complementario es vivir más, por arriba, por abajo, y por ambos lados. La empatía surge de manera inevitable y las etiquetas se deshacen en el polvo de lo absurdo y la incomunicación. En los matices está la inteligencia de las cosas y la libertad se percibe tan necesaria como el aire. Más tarde, me fijé en que los sueños eran nuestro cuaderno de bitácora y además usaban el lenguaje analógico, simbólico del arte. Con ellos aprendí que lo real es la experiencia, lo que se vive, ya sea en un sueño, o en la vigilia, en la ficción o en lo cotidiano más pedestre. Si en un sueño nos persigue un vampiro, sería conveniente observar con cuidado a la gente que nos rodea, aunque en apariencia carezca de colmillos, los tiene. Y si aparece una llave... Puertas cerradas, secretos, tesoros, claves... Ese es uno de los objetos favoritos de Hitchcock en sus pelis, por ejemplo en su fascinante 'Notorious'. 

La llave de 'Notorious'

Comparto la opinión de que los sueños y la imaginación creativa tienen la función de explorar, completar, revelar la esencia de la "realidad". Como decía Orson Welles: " el arte es una supuesta mentira que sirve para contar la verdad". También desvelan parte de ella los ensayos y el periodismo, aunque su alcance es menor a pesar de que los datos y las ideas son importantes y necesarios, pero al no ser una historia no puede ser vivido y sólo la experiencia alcanza al ser humano entero. Por eso me asombra cuando escucho a alguien decir que la ficción es mentira, puede que se esté defendiendo con esa postura reductora, es comprensible, pero no me sirve porque mutila la vida.

Las historias enseñan a imitar, evitar, descubrir, bucear, ponerse en lugar de, conocerte y conocer a los otros. Y creo que la presencia de estos efectos, o su ausencia, es lo que marca la diferencia entre un libro o una peli vacía, falsa, o sólo mental a modo de ensayo, de una obra creativa. Otra frase, de Truman Capote: "entre la gente que escribe, están los escritores y están los artistas". Por eso creo que no se puede enseñar a escribir. Mejor dicho, se puede enseñar a escribir correctamente y también un montón de fórmulas, trucos argumentales para captar al lector que sólo quiere distraerse, o matar el tiempo, algo que me parece estupendo si lo disfrutan, aunque es otra cosa de efecto más pequeñito. Pero escribir creativamente no admite trucos, es otro mundo (tengo que reconocer que soy una romántica). Escribiendo te conectas a no se sabe dónde, desapareces y sólo está la historia que quiere ser contada. Por eso la corrección consistiría en encontrar la trama, o palabra exacta que lo logre. 

Truman Capote

Incluso si se trata de relatar un pasaje biográfico, para completarlo y revelar su verdad más profunda a veces es necesario modificar detalles, igual que hacen los sueños. Sin embargo, tratar de simplificar la vida es muy humano, una defensa ante el vértigo de su misterio. Una vez escuché el tono, curiosamente defensivo de alguien, afirmando categóricamente que escribir es un oficio. Estoy de acuerdo en su parte más técnica, pero sólo la técnica no crea arte. Y percibo una falsa humildad en ello. No lo entiendo, tan natural es un lado como el otro.

No sólo el arte es vital, también puede ser algo vivo hablar sobre él. Una tertulia es gente charlando fluida, libremente, y si lo hacen con sensibilidad no habrá lugar para lo didáctico, ni para la simple curiosidad intelectual. Eso tiene también su lugar, interesante aunque más limitado, pero es mejor no confundirlo para saber dónde te metes. En los últimos tiempos me parece que abunda esa confusión. 

Henry Miller
He asistido a tertulias, o clubs de lectura, donde me encontré con una persona, o un grupito de amigos, que ponían un libro sobre la mesa elegido por ellos (o lo tomas o lo dejas como las lentejas), sobre el que desplegaban sus loables motivos didácticos, incluso leyendo al principio un párrafo informativo sobre el autor (como si cualquier interesado no pudiera encontrarlo en internet). Tras ese momento de perplejidad, iban dando turnos de palabra, porque admitían a cuanta más gente mejor, evitando así una charla fluida. En fin, echo de menos las apasionantes conversaciones que he disfrutado en otros momentos de mi vida, surgidas sobre la marcha, o decidiendo entre todos un tema como punto de partida, que no de llegada. 

Acabo con varias frases más. Una de Camus: "Si el mundo fuera claro, el arte no existiría". Otra de Aristóteles: "La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia". Y una referencia al fascinante, insólito librito de Henry Miller sobre la poesía partiendo de Rimbaud, del que ya he hablado en el blog de libros con aliento: 

Para H. Miller la poesía no es cuestión de erudición sino de sensibilidad. Este es un librito de apasionada defensa de la poesía, como la auténtica actitud revolucionaria, que sorprenderá a los que sólo hayan leído sus trópicos, porque desborda espiritualidad, romanticismo, arrebato, aunque para mí ambas facetas se complementan como parte de su alma dionisíaca. 
Y esto es lo que se me ha ocurrido, no se sabe para qué, a partir del documental sobre las conversaciones Truffaut-Hitchcock, que me ha encantado.

viernes, 30 de diciembre de 2011

La turbadora experiencia de Bob Dylan

Por Tesa Vigal




“Todo el mundo está encarrilado y yo en cambio sigo dando vueltas". "Un sueño infantil es una necesidad inmortal". Y una frase reciente: "Estoy observando los barcos, estoy estudiando el polvo, estoy pintando la ciudad, dando mi última vuelta".

Robert Zimmerman- Minnesota 24 mayo 1941.

Alias: Prestidigitador, vagabundo, colgado, traidor, leyenda, cínico, estrella, baluarte, camaleón, impenetrable, jugador, bufón, introvertido, vividor, profesional, loco, monje, crápula, mil caras... En realidad le han llamado bastantes más cosas por el afán de la gente de etiquetar lo que sea y a todo el mundo. Es significativo que Dylan se escurra siempre de todo tipo de calificativo: tiene algo inclasificable y límites que nunca se acaban. A cada nueva lectura saltan como pulgas nuevos e insospechados matices, sugerencias, asociaciones.


Poeta, aunque ciertos popes del mundillo literario del siglo XX nieguen al juglar, por supuesto sin haberle leído aunque, afortunadamente, hay escritores que le conocen y le admiran. Supongo que, con los primeros, funciona el prejuicio que considera al rock algo poco serio. Claro que las traducciones existentes de Dylan suelen ser malísimas, entre otras cosas porque no las hacen traductores literarios, y eso que la poesía es, precisamente, lo más difícil de traducir.
Pero esto es lo curioso y sorprendente. Aún con malas traducciones la potencia, originalidad, sutilidad, imaginación y profundidad de sus letras, (en sus varias facetas sencilla o surrealista, visionaria o concreta, onírica o cotidiana, lírica o furiosa), sorprende, impresiona, fascina o inquieta.
vídeo




En el año 2007, Tod Haynnes hizo una película sobre sus lados y facetas: I'm not there ("No estoy ahí"). Es una peli curiosa y original como todas las de Haynnes, aunque creo que le ha salido fallida, irregular. Aún así es muy interesante y tiene momentos fascinantes.

Y es que, justamente, su variedad de facetas es lo que más llama la atención de Dylan. Alguien muy rico interiormente y que, además, es un artista laberíntico surgido en una época de transformación social y cultural como fueron los 60, así que enseguida le pusieron una bandera en la mano (algo que Dylan, según propias declaraciones,  nunca quiso llevar), haciéndole suyo y exclusivo. Había gente que se subía al tejado de su casa y otros que acampaban frente a ella. Dylan comenta sobre aquellos momentos: "Comenzaron a destrozarme... Me asediaban, preguntándome cosas que yo no sabía y esperando respuestas que les confirmasen que yo era algo grande". Si se apartaba de su campo y además vivía otros le llamaban traidor. Esto también se refleja en el documental de Scorsese "Not Direction home", con imágenes en vivo de la época. Dos conciertos en los que le abuchean y le insultan porque toca la guitarra eléctrica en vez de la acústica. En uno de ellos un tipo furioso trata de cortar un cable en el escenario. En el otro, alguien le grita traidor en medio del abucheo. En ese momento Dylan deja de tocar, mira hacia la voz y le responde "no te creo". Hubo otro revuelo en la época en que fue cristiano (periodo aproximado 1980-83), tocando en discretas reuniones parroquiales, pero para entonces ya no era una estrella y su repercusión había dejado de ser la delirante de los años 70.



Siempre ha rehuido, salvo contadas excepciones, las entrevistas. Sin embargo existen multitud de comentarios espontáneos sobre la marcha, en diversas circunstancias, hablando con amigos, en comentarios en medio de una gira, grabando algún disco, o en medio de algún proyecto. Por ejemplo: "Quien no está ocupado viviendo está ocupado muriendo".

En la peli de Haynnes, las diversas facetas están interpretadas por distintos actores. Entre los principales Heath Ledger como el Dylan acústico-folk de los primeros tiempos, Christian Bale el de la época cristiana, Richard Gere es el Dylan agreste, viviendo en el campo rodeado de caballos, de los últimos tiempos. También aparece el niño negro vagabundo tocador de blues, y el poeta ¿maldito?, aunque no conozco a los dos actores que los interpretan respectivamente. Punto y aparte es la inquietante y sublime Cate Blanchett interpretando su época desquiciada de estrella de rock (ganó por este papel el globo de oro y fue nominada al oscar).

En fin, esto de ver etiquetas en vez de a una persona es mala cosa y crea muchos malentendidos. A nivel de relaciones sociales, incluso suele surgir incomprensión entre alguien de muchas facetas y gustos varios y alguien más unilateral que no logra entender al primero. Cosas del tipo de "Si te gusta Leonard Cohen no pueden gustarte los tambores africanos o el punk", o "Si te gusta Blake no puede gustarte Kerouac "...

Directa o indirectamente su influencia es variopinta, sorprendente y casi infinita.
Entre sus libros destacan la inclasificable "Tarántula", a modo de novela, de 1971. Y "Crónicas I" publicado hace pocos años, a modo de apuntes biográficos-artísticos, esto es hablando de anécdotas internas y externas de su proceso creativo. Fascinante inmersión en el interior de sus motivaciones.
Dirigió la película "Reinaldo y Clara", en los 70, de cuatro horas de duración, distribuida finalmente en una versión de dos horas. Y como actor ha participado en varias películas. Destacan "Pat Garrett & Billy el niño" de Sam Peckinpah, y "Corazones de fuego" de Richard Marquand que sólo se estrenó en Inglaterra.
No ha dejado de grabar discos y sus actuaciones y giras en directo han sido casi continuas. (A la izquierda foto de un concierto con la mítica the band). Yo le he visto en directo dos veces. Las dos me dejaron asombrada porque en sus actuaciones no reproduce sus discos; los vuelve a crear, hasta el punto de que sus canciones más famosas son irreconocibles. Está claro que disfruta tocando "en vivo". Nunca esa expresión me pareció que tenía un alcance más profundo que con él. Suscribo las palabras de Jordi Sierra en su biografía, hablando de que el "Dylan de siempre" no existe: "Nunca lo ha hecho. Sus reglas de juego son otras: mirar hacia delante, seguir los impulsos intuitivos, dejar la nostalgia y la auto complacencia para otros"

Durante un invierno en Alemania hace mucho tiempo, junto a una amiga auténtica que estudiaba allí, escuchamos tanto el disco de "Highway 61 revisited" que se jodió la cinta. Por entonces admiraba unas pocas de sus letras. Ha sido hace poco, a través de la recomendación de un amigo de su penúltimo disco, cuando fuí consciente de cuánto me atrapaba su música y, sobre todo, me quedé deslumbrada por sus letras. En fin, me ocurrió lo contrario de la decepción por viejos gustos. Fue un redescubrimiento inesperado, porque tenía a Dylan medio olvidado.
Él mismo condensa su vida en forma de poema-crónica. No tiene desperdicio. Se puede leer entera en la interesante página www.goddylan.com Se titula "Mi vida en un momento robado", y entresaco algunos curiosos versos significativos:

"Hibbing es una buena ciudad,/ huí de ella a los 10, 12, 13, 15 y medio, 17 y 18 años/ fuí capturado y devuelto allí todas las veces menos una(...) Me expulsaron de la clase de inglés por escribir tacos(...) También fracasé en la clase de comunicación por llamar por teléfono/ cada día para decir que no podía ir(...) / Fui bailando todo el camino desde los festivales indios de Gallup/ Nuevo Méjico, el Mardi Grass de Nueva Orleans/ con el pulgar al viento, ojos adormecidos, el sombrero vuelto/ y la cabeza dándome vueltas/ vagué a la deriva aprendiendo nuevas lecciones/me fabriqué mi propia depresión,/ subí a trenes de carga por divertirme/y fui aporreado por diversión./ Corté césped por veinticinco centavos/ y canté por diez (...)/ en algún lugar me tomé el tiempo necesario/ para empezar a tocar la guitarra(...)/Y aún no puedo encontrar tiempo para regresar y ver por qué y dónde/ empecé a hacer lo que estoy haciendo(...)/
De él opina casi todo el mundo. Lennon reconoció que el primer peta se lo pasó Dylan. "Es un pozo sin fondo" (Lou Reed)-"Si Elvis liberó mi cuerpo, Dylan liberó mi mente" (Bruce Springsteen). (Abajo foto de los últimos tiempos)

Hacia los 13 años es un asiduo visitante de la tienda de discos. Le gusta la música negra y le impresiona profundamente la irrupción del rock en esa década de los 50. Rock es lo primero que tocó. Y a los 20 años llega a Nueva York... Pero para su vida existen montones de libros. Cualquiera puede valer para conocer datos. Sólo hay que tener especial prudencia para dejar aparte las interpretaciones de los mismos; en el caso de Dylan son especialmente emotivas en un sentido o en otro.

POEMAS-LETRAS

"Yo veía cosas que otros no veían. Eso lo he sentido toda la vida, lo he captado a mi alrededor. Y no es fácil, es terrible. Los demás se ríen".
Hace un par de meses, redescubrí sus letras a partir de los versos citados en un libro que me salió al paso, y me llamó la atención por el subtítulo (años de luces y sombras) que coincidía con un periodo crítico (años 80) en su vida. Paul Williams cuenta en su libro que en ese momento Dylan miraba sus antiguas canciones y se preguntaba sobre su sentido, sin poder tocarlas en el escenario "¿Qué es todo esto?", le oían murmurar los músicos, negándose a citarse a sí mismo. Hasta que de pronto, en medio de una actuación con la banda de Tom Petty, en 1987, al aire libre y rodeados de niebla y viento, el propio Dylan cuenta que una frase cruzó su cabeza: "Estoy decidido a resistir, tanto si Dios me libra como si no. Y de pronto todo estalló en todas direcciones. Y noté que toda la gente que estaba allí... Supe que tengo que salir a tocar estas canciones. Eso es lo que debo hacer".

De ahí pasé a leer varios de los libros de sus letras y me reencontré con algunas. Algunas son historias condensadas en escenas. Por ejemplo en "Ballad of Hollis Brown": 
"Tus críos lloran más fuerte,/machacando tu cerebro./ Los lamentos de tu mujer apuñalan/como sucia y violenta tempestad./ Tu pasto se ennegrece, no hay agua en tu manantial (...)/ Tu cerebro es una sangría/ y tus piernas no pueden permanecer en reposo (...)/ Siete murmullos forman un soplo/ alrededor de la puerta de la cabaña".

Otras son líricas. Y otras son las que más incomunicación generaron en algunos por oníricas, o surrealistas y a un icono y un baluarte se le exige una explicación. Para él las canciones son una experiencia:
"... tratar de entender el significado completo de las palabras puede destruir el sentimiento de la experiencia como un todo". "La canción, sin embargo, ya estaba ahí antes. Yo sólo la he recogido. Sólo fui hasta el lugar en que estaba y la arrastré con mi mano y mi pluma, pero seguía estando ahí antes de que yo llegase".


La impresión que producen sus versos, especialmente los más visionarios, es la de una sed irreductible tratando de devorar al mundo entero incluyendo la nada. De ahí ese desfile portentoso en el que aparecen titiriteros, Einstein, Ezra Pound y T.S. Eliot luchando en la torre del capitán, cucharas de plata, Cenicienta, miradas mercuriales, antorchas, visiones de Johanna, enigmáticos payasos, monjes celosos, tuberías de desagüe... Son como invocaciones de la atmósfera de un momento entero en seis dimensiones y siete sentidos, con imágenes encadenadas de potente relieve.


Así empieza "It's alright, ma (I'm only bleeding) (Está bien, ma sólo estoy sangrando):
"Oscuridad al romper el mediodía/ ensombrece hasta la cuchara de plata/ la cuchilla artesana, el globo del niño/Eclipse de sol y luna/ supiste demasiado pronto/ que no tiene sentido tratar de entender".

De "Mr.Tambourine man" (señor panderetero):
"¡Eh, señor panderetero! Cántame una canción (...)/ Soy una antorcha erguida,/ no conozco a nadie/ y las antiguas calles vacías están demasiado muertas para soñar(...)/ Hazme desaparecer a través de los anillos brumosos de mi mente;/ hazme caer en las ruinas nebulosas del tiempo, más allá de las hojas heladas/ de los árboles fantasmales, de la costa borrascosa;/ lejos del sinuoso alcance de la pena enloquecida./ Sí, danzar bajo el cielo diamantino, trazando con la mano ondas delirantes,/ silueteado por el mar, rodeado por un circo de arena./ Toda memoria y destino posados bajo las olas./ Déjame que hasta mañana, me olvide del presente".

"Tomorrow is a long time":
"Si el día de hoy no fuera un camino sin final;/ si esta noche no fuera una senda quebrada;/ si mañana no fuera demasiado tarde,/ la soledad no significaría nada para ti".

En "Atascado en Mobile con los blues de Menphis otra vez", aparece: 
"Shakespeare está en el callejón/ con sus zapatos de puntera y sus cascabeles/ hablando con una francesa/ que dice conocerme bien".
Y este es el principio de "Sad-eyes lady of the lowlands" (‘Dama de los ojos tristes de las tierras altas’):
"Con tu boca mercurial en los tiempos misioneros,/ y tus ojos como humo y tus plegarias como rimas,/ y tu cruz de plata, y tu voz como campanas,/¿cuál de ellos podría enterrarte?/ Con tus bolsillos bien protegidos por fin/ y tus visiones tranviarias que colocas sobre la hierba/ y tu carne como seda, y tu rostro como cristal,/ ¿cuál de ellos podría llevarte consigo?/ Señora de ojos tristes de las tierras bajas,/ donde el profeta de ojos tristes dice que ningún hombre llega,/ mis ojos de almacén, mis tambores árabes,/ ¿debiera dejarlos junto a tu puerta?".
Y, por último, estrofa y media de "Donde caen las lágrimas":
"He rasgado mis ropas y he apurado la copa,/ descartándolo todo,/ pensando en ti cuando amanece/ donde caen las lágrimas./ Por ríos de ceguera,/ enamorados y con cariño,/ podríamos brindar si nos encontráramos,/ por el corte de las alambradas,/ por el despertar de los sentidos/ que persisten en el calor abrasador".
Se encuentran traducciones de casi todos sus discos en internet, menos de los últimos. Publicado existe un libro recopilatorio de todas sus letras hasta el 2001 (de nuevo faltan los últimos), lo que significa un libro enorme del que no recuerdo la editorial, lo vi hace poco en alguna librería. Y luego están las traducciones por épocas de la editorial Fundamentos. En cuanto a biografías y demás son recomendables cualquiera de los libros de Paul Williams, aunque él se centra en conciertos y grabaciones más que en otra cosa. Orientativ y sugerente, además de proporcionar datos fundamentales, el librito conjunto de Jordi Sierra y Jordi... (son dos Jordi, pero siento haber olvidado el apellido del segundo, lo siento) actualizado recientemente de una vieja edición de los setenta.

Para acabar unos versos finales de “Born in time” (‘nacidos a la vez’): 
“En las colinas del misterio, / en la brumosa red del destino,/ puedes quedarte con lo que quede de mí”.





jueves, 27 de octubre de 2011

Apuntes sobre Rimbaud y el arte


Por Tesa Vigal

“Todo auténtico poema está escrito en quinta dimensión” (Robert Graves)


“El arte es el presentimiento del infinito” (Hoffman)


A modo de invocación para empezar este blog, y con el mejor de mis besos, un artículo sobre Rimbaud, uno de mis poetas favoritos. 


Pero mucho me temo que las dos citas que abren este texto, suenen a chino a la gente que confunde arte con periodismo. Escandalicen a los que confunden arte con costumbrismo, aferrándose a lo aparente y superficial de la vida. Y hagan enarcar una ceja a los estilistas que confunden arte con forma y pura técnica.


Un libro puede estar correctamente escrito y no ser arte. Y puede tener un estilo insólito, alambicado o “provocador” y ser pura mierda. La clave está en si debajo de eso hay vida o está el vacío.


También suele confundirse lo simple con lo sencillo, para defender un tipo de libros planos cuyo estilo se defiende por lo fácil y accesible de leer. Se olvida en este caso que un estilo puede ser sencillo (ahora mismo se me ocurre el caso de Carver) pero si es arte siempre será profundo, con atmósfera y relieve.




Y no se trata de elitismo. Como decía Henry Miller en su fascinante y pequeño libro sobre la poesía, basándose en la figura de Rimbaud (“El tiempo de los asesinos”), la poesía, el arte, no tiene que ver con erudición sino con sensibilidad. Y en efecto hay libros magníficos y memorables que sin embargo han tenido una enorme difusión y ventas (que yo recuerde, por ejemplo, Fitzgerald, García Márquez, Auster, Murakami, Antonio Machado, Allan Poe…). En fin, también me viene ahora la distinción fundamental que hacía Truman Capote entre la gente que escribe: escritores o artistas.


Puede que en estos tiempos la sensibilidad esté embotada y ese proceso empezó precisamente en el siglo XIX, el de Rimbaud. Él sufrió por ello y por ello dejó de escribir a los 20 años. Si la poesía no servía para cambiar la vida, para estremecer y arañar el alma y la piel no merecía la pena escribir. El alma, no sólo la mente, no sólo el corazón. El sustrato más profundo y esencial del ser humano, como quiera que se le llame.


Porque es desde ese sustrato desde donde surge el arte, desde donde se escribe. De ahí la importancia esencial del lenguaje empleado. No como una diarrea mental de florituras o retóricas sino como el uso exacto de símbolos, la base de las creaciones artísticas de todo ser humano por las noches: sus sueños. De ahí su rotunda intensidad. Eso es lo que crea la atmósfera al invocar mundos completos, vivos.


El hecho es que la poesía no volvió a ser igual después de Rimbaud. Hasta el punto de que acabó empapando la vida. Como un hilo conductor, invisible al principio, que desembocó en todos los movimientos culturales y sociales del siglo XX que exploraban nuevas formas de vivir (surrealistas, dadaístas, jóvenes beatniks, rockeros, hipys…). El sueño de Rimbaud se cumplió y, lo que es mejor, todavía está en ello. Su influencia en músicos de especial calado sigue siendo evidente. Algunos tan importantes como Bob Dylan o Patty Smith. Esta última no sólo lo reconoce a la hora de componer sino que ha recitado los poemas de Rimbaud de vez en cuando (hace poco en Madrid en La Casa Encendida). 


Y como en los sueños la meta y el camino del arte es la exploración de la esencia de la vida. Más allá del espacio y el tiempo, allí de donde surge lo lúdico y la entrega, el inconsciente, la imaginación, el misterio, el asombro, lo trascendente, la sed…  Esa sed de trascendencia que ni siquiera se conforma con algunas de sus manifestaciones. En palabras de Rimbaud: “Ni leyendas ni mitos apagan mi sed”.


Una temporada en el infierno


Por eso cuando esa exploración es auténtica, imperativa y necesaria, la obra de un artista está unida de manera íntima con su propia vida personal. Y el caso de Rimbaud (Charleville, Francia 1854-1891) es uno de esos ejemplos. Para conocer sus datos y hechos hay montones de libros. Resumiendo se podría decir que era un chico muy rebelde que empezó a escribir a los 16 años, vagabundeó por Europa, participó en la comuna de París, tuvo una famosa y loca relación amorosa con el poeta Verlaine, dejó de escribir a los 20 años, se fue a vivir a África donde se dedicó a todo tipo de actividades políticamente incorrectas y desesperadas, entre otras el tráfico de armas, y volvió a Europa muy enfermo para morir a los pocos meses, con 37 años.


Para conocer su periplo vital interior, recomiendo el fascinante libro ya citado de Henry Miller: “El tiempo de los asesinos”, del que ya se habló en esta revista en el número 6. En él se habla de la visión de Rimbaud de la poesía, algo trascendente, oracular, visionario… En lo que coincide con otros poetas como Hördelin y Blake entre otros. Y cómo eso marcó toda su vida, o la sostuvo. De manera clara y directa hasta que dejó de escribir. De manera oculta y desesperada, indirecta y contradictoria cuando dejó de hacerlo. Si la poesía no existía realmente, es que todo era mentira y lo sublime era una maldición torturadora. Y si eso es así nada importaba. Por ejemplo que un sensible poeta se dedique al tráfico de armas. Devolver al mundo la bofetada de una desoladora decepción. En ese sentido veo el principio de su libro de prosa poética Una temporada en el infierno: “En otros tiempos, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones y en el que se derramaban todos los vinos.


Una noche senté a la belleza sobre mis rodillas –Y la encontré amarga- Y la injurié.


Me fugué. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio!. Fue a vosotros que confié mi tesoro.”


Y Henry Miller también da su particular e interesante visión de los últimos momentos de su vida. El que busca lo trascendente no puede conformarse con el dios de cualquier religión. Es más, lo encontrará anti espiritual por su dogmatismo y moralinas, sus amenazas y crueldad. Una pequeña jaula de imposiciones donde encerrar a la conciencia de un ser humano, pisoteando su libertad. Y sin embargo lo que se cuenta es lo que contó su católica hermana, tras mandarle a un cura a su habitación poco antes de morir. Dada la rebeldía e irreverencia de su hermano se temía lo peor, por eso le asombró que su hermano hablara con el cura. Y dada la visión estrecha que ella tenía de lo religioso interpretó ese hecho y el comentario perplejo y asombrado del cura, en el sentido de que su hermano se habría convertido o algo parecido.  Y así lo reflejan sus biografías, que en ese tema tienen una visión tan pequeña y superficial como su hermana. Pero el comentario del cura, afirmando al salir que nunca había conocido a nadie tan religioso, tiene una lectura más profunda, si se trataba de alguien sensible. Y esa es la interpretación que expone Henry Miller en su librito. Se trataría de que Rimbaud se habría reconciliado con su parte luminosa y poética. Esa que quiso repudiar al dejar de escribir y que le hacía exigir en sus poemas lo imposible, la “navidad” sobre la tierra.


Lo excesivo provoca. Lo excesivo está presente en las almas demasiado sensibles, sedientas y exploradoras. Sienten más, tanto el dolor como el gozo, la insatisfacción como los sueños y eso incomoda bastante porque no se entiende desde el lado medio y usual de la vida. Quizás por eso existen algunos que, oyendo campanas sin comprenderlas, quieren “provocar” con su obra intencionadamente. El resultado suele ser patético y artificial pero vende bien entre los esnobistas, los sociólogos que van de “modernos” y los mercaderes del arte a quienes no les interesa el arte. Pero cualquier artista auténtico descubre rápidamente el engaño. En palabras de Almodóvar: “No soporto a los artistas que van de provocadores. El auténtico provocador lo es involuntariamente”.


En fin, Rimbaud es excesivo y sufrió la consecuencia que suele acarrear: la inadaptación y la soledad rodeado de gente. Y tampoco hay que confundirlo con una vida social necesariamente incorrecta y dada a los excesos. Eso puede ocurrir, pero lo excesivo también puede plasmarse en una vida de ermitaño, o en una obsesión y pasión hacia cualquier faceta vital, aunque aparentemente parezca una persona con una vida social anodina. Su manera de sentir le delatará (como ejemplo el oficinista gris que fue Kafka viene muy bien al pelo).




Hay una película de 1995, dirigida por la directora polaca de “Europa, Europa” y “Copyng Beethoven”, Agnieszka Holland: “Total eclipse”, que aquí en España se tituló “Vidas al límite” y protagonizada por un magnífico y jovencísimo Leonardo di Caprio antes de ser famoso. Una película de indudable interés aunque no llegue a ser redonda, con algunas poderosas imágenes desesperadas y una atmósfera de inquietante intensidad que plasma la relación atormentada entre Rimbaud y Verlaine. 


En cuanto a su manera de escribir es potente y visionaria, rezumando absoluto y un hechizo ebrio, dionisíaco, que remite portentosamente al origen y al final, a la fuente de todas las preguntas más íntimas, esas que nacen perturbadoras cuando el silencio toca fondo y empieza a oírse todo lo demás que se agita por debajo. Y entonces se necesita un sentido que estalle y lo bañe todo con su luz, sea la que sea, y que el espíritu se estremezca hasta en el detalle más cotidiano. Y uno no puede conformarse.


En fin, la lectura de Rimbaud no es recomendable para almas tibias o resignadas, o dichosamente “normales”. Se quedarán fuera de lo que leen. Y aquellos que confundan la poesía con lo “bonito” (ignorando que son cosas opuestas, una es superficial, la otra honda), se darán un buen susto. Y a los que se quedan con la superficie de la vida les escandalizará ese poderoso ramalazo espiritual, ajeno por igual a religiones y lo materialista.  


Ahí van algunas frases de la prosa poética de su “Una temporada en el infierno”, de la que recomiendo la traducción en español de la editorial Hiparión y la edición bilingüe en Ediciones 29 de los años 70: “¡La sangre pagana vuelve!. El Espíritu está próximo (…) Espero a Dios con glotonería (…) Entretanto, soy un maldito, siento horror de la patria. Lo mejor es soñar muy borracho, sobre la arena (…) Sí, tengo los ojos cerrados a vuestra luz. Soy una bestia, un negro (…) Apreciemos sin vértigo la extensión de mi pureza (…) ¿Conozco a la naturaleza todavía? ¿Me conozco a mí mismo?. Basta de palabras (…) ¡Gritos, tambor, danza, danza, danza, danza! (…) Voy a descorrer el velo de todos los misterios (…) Soy maestro en fantasmagorías (…) Tengo sed, tanta sed (…) Vamos hacia el Espíritu. Es muy cierto, es un oráculo lo que yo digo. Comprendo, y no sabiendo expresarme sin palabras paganas, quisiera enmudecer”


Para los más inquietos y los que no se conformen con convenciones les propongo una exploración. Dejando de lado el sentido religioso que tiene en nuestra sociedad occidental lo pagano ¿qué sentido tiene en Rimbaud? No vale la respuesta fácil. :-)